Yo siempre digo que nosotros los cubanos venimos divididos como pueblo, como nación, desde el mismísimo “envase”, es decir, que nacer en Cuba es suficiente condición para que, por política, por preferencias sexuales, por ideales religiosos, por Picasso o por Van Gogh, siempre tengamos que estar metidos a la fuerza en un bando, en dos y hasta en tres, dependiendo de nuestra valentía, de nuestra cobardía y de nuestro oportunismo.
De estas divisiones de acción y sabotaje, digo, de acción y pensamiento, en Cuba, nadie se salva, todos estamos incluidos pues en un país altamente politizado por la soberbia, por la mezquindad y por la mediocridad, altamente parcializado por cualquier cosa y sobradamente reaccionario en todas las cosas, uno tiene que escoger dónde meterse y atacar, o ser atacado, para sobrevivir en esos pequeños instantes a los que llaman vida.
Dice mi amiga la cínica que dividirse o tomar partido por algo o por alguien no es malo, que eso sucede en todos los países y en todos los rincones del mundo, que además es lo más natural y lo más humano, que el problema empieza a complicarse cuando esta división, esta separación o este deslinde, es asumido por obligación, por intereses perversos, por codicia, por egoísmo y hasta por miedo a no ser señalado por estar en el lugar equivocado, a la hora desacertada o “vestido” de manera descompuesta, vaya usted a saber…
Pero bien, en los últimos tiempos he visto que, con mucha frecuencia, nosotros los seres cubanos, le achacamos a la falta de unidad que tenemos, es decir, a la desunión tan grande que nos caracteriza, la existencia de esa criminal y maldita dictadura castro-comunista, que de nosotros unirnos como pueblo ya esos delincuentes no estarían en el poder y Cuba sería libre de polvo y paja para construir una sociedad de ladrillo, arena, cemento y cabilla, muchas cabillas, como es menester en quienes quieren prosperar, crecer y desarrollarse.
Lo que no muchos entienden, o no quieren entender, es que esta división tan grande, en forma y contenido, que padece el pueblo cubano a todos los niveles, fue creada y es alimentada constantemente por esa revolución de los apagones con fidel castro como cerebro inductor, que desde el mismísimo 1 de Enero de 1959 esos exterminadores de la nacionalidad cubana se dieron a la tarea de separarnos a los unos de los otros, a los hijos de los padres, a los hermanos de los hermanos y a los cubanos de los cubanos para tenernos controlados, para tenernos entretenidos matándonos como animales sin sentimientos, para tenernos constantemente erizados y para tener a un país entero sumido en la violencia física y espiritual, hundido en la discordia, destrozado por las rencillas personales y aplastado por la chusmería, por la vulgaridad y por el odio entre «revolucionarios y contrarrevolucionarios».
De esas terribles divisiones, en Cuba, muy pocos, poquísimos, nos salvamos, en algún momento de nuestras vidas hemos estado marcados por el estigma de ese maldito “to be or not to be” del socialismo y, algunos por vocación de idiotas, otros por cabroncitos de la cultura y la mayoría por miedo, nos vimos obligados a menear las banderitas, mover las cinturitas o morir en el intento de vivir como Dios manda.
Yo, también digo, que este tema de la divergencia entre nosotros es mucho más complejo que la simple ubicación en cualquier bando de la existencia cubana. En la mayoría de los países inteligentes del mundo nadie habla de unidad, ni que hay que unirse, ni que en la unión está la fuerza, ni que el pueblo unido jamás será vencido, esas son manipulaciones de la mismísima división creada para dividirnos, valga la redundancia, en los países inteligentes del mundo la gente forma alianzas por intereses comunes, respetan a quienes no piensan como ellos y cuando logran sus objetivos calabaza, calabaza, to’l mundo pa’ su casa y a empezar de nuevo.
Pero nosotros los seres cubanos no, nosotros vamos más allá en nuestras diferencias, nosotros nos atacamos con virulencia por pensar diferente, porque el otro diga algo que no nos guste, porque me miraste medio atravesado y porque, sencillamente, tus intereses son diferentes a las míos.
Nada, mi opinión, los cubanos nunca vamos a estar unidos, demasiada división histórica, demasiada mala educación, demasiada falta de cultura política y de la otra, demasiada marginalidad intelectual y demasiados egoísmos individuales, nada, que estamos jodidos, muy jodidos…
Ricardo Santiago.