Una preguntica: ¿Por qué los cubanos somos el pueblo más desesperado del mundo?

Yo siempre digo que esta es una verdad tan grande como un templo. Dice mi amiga la cínica que la desesperación es el síndrome más representativo del socialismo y que no existe un solo socialista, practicante o simpatizante de esta malsana ideología, en toda la faz de la tierra, valga la aclaración, que no viva desesperado, que no quiera jalarse y arrancarse los pelos, que no salga de un ataque de histeria para entrar en otro y que la gente, al mirarlos, no les cojan miedo porque en sus ojos se reflejan la locura, el pánico, el odio, la rabia, la soberbia, la estupidez, la mentira y la muerte.

Pero también digo que en el caso de los seres cubanos, es decir, en el caso del pueblo cubano, la desesperación adquiere, alcanza por derecho propio, matices más terribles, inhumanos, descojonantes y mortíferos, que la simple significación del término.

Otra preguntica: ¿Alguien me puede negar que muchos cubanos, muchísimos, mueren en Cuba de desesperación?

La desesperación, como bien dice mi amiga la cínica, es la característica más notoria que tienen los cubanos viviendo en su propio país, teniendo todos los derechos y deberes, supuestamente, de un Estado soberano, siendo beneficiarios de una tierra rica y fértil, de un clima envidiable, de una Isla que exhibe recursos naturales impresionantes y dueños de una de las culturas más amigables, más hermosas y más contagiosas de este gran planeta azul, o verde o color caimán, como quiera que la miren sus ojos.

Y es que el ser cubano, desde que nace en Cubita la bella, después del 1 de Enero de 1959, siempre ve la luz a medio apagarse, vive condicionado a que la oscuridad de las tinieblas lo alcance y lo aplaste o, sencillamente, tropieza, una y otra vez, con los mismos cambolos de piedras y de ideas, porque la ceguera mental, con la que nos amamantan desde nuestros principios, en esa revolucionaria isla, no nos deja aceptar, asimilar y reconocer, la triste realidad del país que escogieron nuestros padres para que naciéramos.

Por eso el cubano es un pueblo desesperado. El ser cubano es en realidad una amalgama de deseos incumplidos, de frustraciones, de complejos de inferioridad y hasta de falsa superioridad, de limitaciones, de coacciones, de miedos y de fracasos que van más allá de la naturaleza humana y que tienen que ver, es decir, que están realmente circunscritos, por el adoctrinamiento al que somos sometidos, por la mala educación que recibimos, por la calculada falta de información que tenemos, por los miles de sacrificios a los que nos obligan, por la escasez con la que nos alimentamos y por la horrible oscuridad, física y espiritual, en la que habitamos.

Porque, en la vida real, todo esto es el resultado de nacer y vivir bajo una revolución socialista. En Cuba, como dije anteriormente, existen muchos tipos de desesperación humana y cubana, por solo citar algunos ejemplos los cubanos, en una inmensa mayoría, padecemos la desesperación por hambre, nuestras madres se desesperan por no saber qué darnos de comer y sufren, sufren muchísimo, también nos desesperamos por largarnos de ese maldito infierno, por tener un techo, uno que sobre todo no nos caiga encima y nos aplaste como a gusanos, nos jalamos los pelos por tener un buen trabajo que nos retribuya según nuestros conocimientos, nuestro esfuerzo y nos permita llevar una vida justa y tranquila, nos alteramos de los nervios cotidianamente ante tanta escasez, ante tanta miseria, ante tanto racionamiento y ante tanto olvido, vivimos intranquilos con tantas negativas, tantas leyes absurdas, tantas restricciones a la libertad individual y ante tantos no se puede, tanta represión y tan grande auto-represión del cuerpo y del alma.

Pero también, desgraciadamente, existen muchos cubanos que se desesperan por hacer daño, por infligirle dolor a sus hermanos, por chivatear al prójimo para alcanzar beneficios personales, por humillar al de enfrente para resaltar en el país de los ciegos, por alcanzar puestos en la nomenclatura de esa terrible dictadura y por sobrevivir, a como de lugar, en medio de una isla sumida en la peor crisis económica, material y espiritual, de este universo redentor.

Y lo peor de todo esto es que mientras continuemos aceptando nuestro revolucionario destino, nuestro futuro “luminoso” de tierra socialista, patria de fidel, este horrible mal, que nos devora por una pata, por la pata de pensar, no tiene cura…

Ricardo Santiago.

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