Vamos a ponernos serios: ¿Qué significa ser anti-comunista?

Yo digo que el cubano de estos tiempos anda medio trastorna’o, parece que de tanto electroshock, perdón, que de tanto, pero tanto adoctrinamiento, hemos terminado confundiendo el amor con la vaselina y vamos por el mundo, lo que se dice de aquí pa’llá y de allá pa’cá, dando vueltas y más vueltas con las ideas cambiadas, con los análisis “intelectuales” en un pomito y con la vida de vivir como si fuera un cachumbambé la vieja Inés despatarrada sin sentido, sin rumbo fijo y sin lucir ni una sola verdad coherente.

Porque, y lo digo principalmente por lo que veo en las redes sociales, en eso del anti-comunismo, de la oposición a la dictadura castrista o del activismo por la libertad de Cuba muchos, más de la cuenta para mi gusto, lo han cogido pa’l relajo, lo están utilizando para enriquecerse, para hacer carrera política o para vivir del cuento sin tener que trabajar.

Y así van las cosas, unos muriendo en vida por causas ajenas a su voluntad, es decir, por culpa o acción directa de las ideas del marxismo-leninismo aplicadas a un tibor dictatorial, como es la revolución castrista, dicho sea de paso, la revolución de los apagones más largos del mundo, y otros con la barriga llena, a todo reventar, con las manos sin un callito todavía, luciendo fincas, propiedades y lentejuelas, mientras un pueblo que tiene que ir descalzo a todas partes se hunde en el desespero, en la traición y en el abandono.

Cuando yo era un muchacho recuerdo que los viejos de mi barrio, cuando nos hablaban del comunismo, lo hacían bajito, muy bajito, como si no quisieran recordar o que no los oyeran los chivatos del comité, que había muchos, por cierto, nos decían que esa mierda ideológica era pura bazofia, que nadie antes de 1959 en Cuba los querían porque, entre que proponían eliminar la propiedad privada, hablaban del igualitarismo social, de la centralización de los poderes del Estado y que andaban como unos miserables, unos zarrapastrosos y unos indigentes, todos los detestaban, los aborrecían y les daban mala espina.

La verdad cubana, la más real de todas, es que los viejos de mi barrio tenían razón en las cosas que nos decían sobre el comunismo, toda la razón, porque, y a los seres cubanos no hay quién nos haga un cuento de eso, ya hemos visto, oído, tocado y “saboreado”, en qué terminó la implantación del comunismo en Cuba, en qué terminó que abrazáramos con fervor revolucionario la hoz y el martillo y en qué terminó esa porquería del igualitarismo social y la imposición de la propiedad colectiva sobre la individualidad creadora de los seres humanos y cubanos.

Muchas veces no entiendo, me cuesta mucho trabajo comprender, cómo nosotros, los seres cubanos, después de vivir y gozar una República como aquella, dimos tan involutivo salto hacia un abismo, cambiamos el plug de la leche condensada por el agua de Milordo, nos lanzamos al basurero de los proletarios de todos los países uníos y, de la noche a la mañana, cambiamos el traje y la elegancia por los apestosos uniformes de milicianos, los zapatos finos y de vestir por las botas rusas, la carne con papas por el pollo por pescado y la buena vida, el progreso, la evolución y la esperanza, por unas memorias del subdesarrollo, por un traspiés en las guardarrayas y por una miseria física y espiritual que, si usted la analiza bien, muy bien, nos las buscamos nosotros solos por ser tan entusiastas, tan ingenuos y tan comemierdas.

Por eso, digo yo, el anti-comunismo no puede ser solo una simple reacción a lo vivido, a la escasez o al martirio de tener que soportar sobre nuestras espaldas un sanguinario patria o muerte, es decir, ser anti-comunista no puede ser, bajo ningún concepto, un pensamiento de moda o un embullo de ex-proletarios arrepentidos, el anti-comunismo tiene que ser una actitud ante la vida, una mala, una malísima experiencia vivida que no solo hay que rechazar, hay que combatirla a muerte, aquí si vale la expresión, pues no puede repetirse, nunca más, no solo en Cuba, tampoco en ningún país del mundo aunque allí proliferen los débiles mentales y los oportunistas.

Nosotros los cubanos tenemos que ser los máximos exponentes del anti-comunismo en el mundo. Tenemos que ser bandera por el respeto hacia la propiedad privada, hacia la individualidad y hacia la desintegración de cualquier tipo de Estado totalitario. Somos un pueblo sufrido y maltratado pero nos sobran malas experiencias vividas y mucha capacidad para detectar a caraduras, a arribistas y a traidores, vaya, digo yo…

Continuará…

Ricardo Santiago.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Translate »