Venezuela necesita de todos los cubanos que nos oponemos al castrismo porque este es el máximo responsable de cuanto sucede en ese hermano país. Los venezolanos precisan de nuestro apoyo, de nuestra fuerza y de nuestra ayuda ahora mismo.
La vergüenza es necesaria para mirar de frente.
Tenemos que solidarizarnos con este noble y valiente pueblo con todo cuanto esté a nuestro alcance para que el castro-burro-dólar no siga haciendo de las suyas en la tierra de Simón Bolívar. Debemos oponernos a que continúen destrozando la libertad como si les estuviera permitido usar el nombre del Libertador para perpetuar la dictadura del “socialismo”, las fantasías de Chávez, la falsa hermandad de los pueblos, la ridícula presencia de un títere como presidente de la nación, el tráfico de drogas amparado por la cúpula gubernamental, en hacer más ricas a las rameras ideológicas de La Habana y en continuar con el saqueo y el robo como filibusteros desvergonzados, desquiciados, incontrolables, avariciosos y vulgares tras las riquezas de la cuenca del Orinoco.
Mucha violencia generada desde la silla más alta del Palacio de Miraflores. La más descarada, cruel y sangrienta en la historia de rebeldías de este heroico pueblo, y eso que se supone que con el socialismo todo es “paz y tranquilidad”.
La marioneta de los Castro habla y requete dice disparates, sandeces y “maduradas” cada vez más inverosímiles y absurdas intentando justificar el crimen y la deshonra que significan, para uno de los países más ricos del mundo, ser colonia política, ideológica y económica de uno de los países más empobrecidos del mundo por culpa de esos mismos ineficaces colonialistas.
El pueblo venezolano esta en las calles, los de la vergüenza y los de la ignominia. Muy pocos quedan en sus casas porque, por una parte, el hambre es demasiada y, por la otra, los secuaces del gobierno salen a matar e intentar defender los dineros de un grupúsculo de sádicos y pervertidos que enarbolan la asquerosa bandera del socialismo del siglo XXI sentados en sus butacas de mandar y apretando sus enormes barrigas y sus grasientos culos contra el trabajador humilde, la ama de casa sufrida, la madre luchadora e indoblegable, el niño hambriento y lloroso, los ancianos incomprendidos y el sueño de un país ahogado por las oscuras y tenebrosas aguas del castrismo.
Muchos de los esbirros y represores del pueblo venezolano no saben que en realidad están matando para defender los intereses de una familia de sicópatas, ladrones, oportunistas y blasfemos asentada, ilegalmente, en La Habana, Cuba, desde hace casi 60 años.
Es una triste realidad pero es cierta.
La prueba está en que Venezuela se ha convertido, desde que esos sinvergüenzas están en el poder, y con el cuento de la ayuda al “pueblo cubano”, en uno de los países más pobres, endeudados y violentos del mundo, mientras Cuba ha continuado o profundizado su miseria y los únicos que se han beneficiado son los Castro pues sus fortunas son cada vez más desvergonzadas y descomunalmente gigantes.
El mundo entero, y principalmente nosotros los americanos, debemos enjuiciar públicamente a esta pandilla de degenerados, utilizar todos los foros, plataformas, redes sociales, medios de comunicación, cartas, telegramas, e-mails, gritos y todo cuanto se oiga, se lea o se toque para denunciar este genocidio provocado por la ambición y la intolerancia de la dictadura más antigua, sangrienta y letal en la historia de este hemisferio.
Cada joven, cada hombre, cada mujer y cada venezolano que muera, sea golpeado, encarcelado, vejado o reprimido en las calles por los sicarios del régimen de Nicolás Maduro serán también nuestra responsabilidad si nos mantenemos con los brazos cruzados, los ojos mirando pa’l cielo y la lengua metida en…
Ricardo Santiago.