¿Y cómo vamos a reconstruir a Cuba, porque mira que el desastre es de proporciones bíblicas?



Yo digo que los seres cubanos ya vamos como por tres o cuatro muertes dentro de la perra vida que nos impuso el castro-comunismo, durante estos últimos 60 años de fidelista existencia, como castigo a nuestra docilidad, obediencia, complicidad, parsimonia política y comeduras de mierda cíclicas a los revolucionarios gritos de arriba, abajo, al frente y pa’ dentro.
Pareciera una retórica derrotista, pero es una verdad más grande que la mismísima raspadura de la Plaza Cívica, pues el solo hecho de vivir en Cuba es una condena de la que muy pocos, aunque crean que están en el hit parade o en el top ten de esa maldita revolución, se salvan ni “cantando” bonito o echando pa’lante hasta a las madres que los parió.
Como todo el mundo sabe, porque de alguna manera lo vio, lo vivió o lo sufrió, y quien no lo haya hecho ahí están las imágenes de la verdad en Internet, el socialismo castrista, es decir, a la revolución del picadillo, jamás le interesó conservar, mantener y ampliar la salud física de la nación cubana.
Después del 1 de Enero de 1959 los comunistas en el poder, liderados por ese incompetente que fue fidel castro, el “arquitecto” principal de los derrumbes y la pudrición de todo nuestro país, se despreocuparon por defender la belleza arquitectónica que alcanzaron nuestras principales ciudades en numerosos años de efervescencia constructiva, de prosperidad económica, de civismo y de urbanidad que tanto nos distinguieron.
Dice mi amiga la cínica que ella piensa que esta gente que usurpó el poder en Cuba estaban dominados por la rabia, el rencor y el desprecio por lo que se dieron a la tarea de desprestigiar a un país que era una joya monumental convirtiéndolo, en muy poco tiempo, en una aldea de trogloditas donde aceptar tranquilamente el deterioro de los edificios, las casas, las calles, los centros comerciales, los cines, los teatros y todo aquello que un día fue la envidia de muchos en este mundo, pasó a ser la revolucionaria manera de defender a un régimen que nos hundió para siempre en la peste y el mal olor.
Lo cierto es que ante la indiferencia, el desinterés, la complicidad y la mala educación adquirida en nuestra formación socialista los seres cubanos aprendimos a no cuidar a Cuba. La famosa propiedad social que, por cierto, no es otra cosa que todo a disposición de los principales jerarcas de esa revolución de pandilleros, hizo que el ser cubano perdiera el sentido de privacidad y pertenencia y se dejara consumir por un colectivismo diabólico que no hace a nadie responsable del fracaso y sobrepone las actitudes patrioteras por encima de los valores cívicos.
Así fue como los cubanos comenzamos a aceptar, como lo más normal del mundo, que arrojar la basura en plena vía pública es lo correcto, que “rayar” la pintura de los edificios los hace lucir más bonitos, que los apuntalamientos contra los derrumbes son parte del paisaje citadino, que los escombros en las esquinas constituyen “zoológicos” para la conservación de especies “extintas”, que las moloteras y la cochambre en el transporte urbano forman parte de la solidaridad entre vecinos, que los baches de las calles son “ventanas naturales” pa’ mirar pa’bajo y entretenernos observando a los chinos de China, que el hacinamiento de varias generaciones de cubanos en una misma morada es parte del revolucionario calor humano del que hablan los comunistas de Miramar, que las aceras rotas son el boniato espectacular que saqué y se me rompieron los zapaticos que me compró mi mamá, que…, en fin, que este país de mierda que el castrismo presenta como un “logro de la revolución” es consecuencia, también, de nuestra apatía, nuestra desilusión y nuestra falta de valor ciudadano.
Y es este el punto que más me asusta de la Patria podrida que hoy tenemos, es decir, la mentalidad cómplice y cooperativa de los seres cubanos en el desastre de proporciones bíblicas creado por la revolución del picadillo y que va mucho más allá de edificios destruidos, fosas sépticas reventadas, calles a oscuras, barrios insalubres y las monumentales orgías mentales del parasitismo militante.
La mayor destrucción provocada por el castro-comunismo en Cuba fue a las neuronas, a la inteligencia y al patriotismo de los seres cubanos al transformarnos en espectros medio vivos, o medio muertos, de una sociedad que perdió sus valores, su autenticidad, su honor, su cultura y los deseos de vivir en un país limpio, lindo y con futuro.
Ricardo Santiago.



3 comentarios en «¿Y cómo vamos a reconstruir a Cuba, porque mira que el desastre es de proporciones bíblicas?»

  1. Lo de Cuba no tiene solución, ya es un pueblo amaestrado que está habituado a vivir en la miseria material y espiritual, no les importa nada, solo las recargas a los móviles y la comemierderia del wifi, ya son 60 años y ya el pueblo está amaestrado a vivir así, por inercia,y hay muchos que les gusta verdaderamente, ahora mismo leí que el tal Israel Rojas, del duo mala fe porque de Buena fe no tienen nada, que el circo de referendum constitucional asegurará los logros del socialismo, que logros? que me diga uno, como dice Celia Cruz en su canción, «que le den candela»

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  2. «…, en fin, que este país de mierda que el castrismo presenta como un “logro de la revolución” es consecuencia, también, de nuestra apatía, nuestra desilusión y nuestra falta de valor ciudadano.»
    Lamentablemente cierto mi estimado amigo! Sí, el peor daño que ha causado estos 60 años de dictadura, es el antropológico. Un abrazo.

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