Por Cuba hacemos todos. Es la pura verdad. Quienes defienden al Castrismo. Los que abogamos por una Cuba democrática y con la participación de todos. Y “los que no se meten en política”. Todos. Cada uno de nosotros hace por Cuba.
El problema está en quienes le hacen bien y quienes la destruyen, la maltratan y la hunden.
Defender al Castrismo es defender 57 años de improductividad, subdesarrollo, politiquería e infelicidad popular, son muchas las pruebas, imágenes, testimonios, documentos, personas, ciudades, pueblos, comunidades y cubanos que pueden demostrar los nefastos resultados de un sistema totalmente divorciado de la productividad y del desarrollo social y económico del país.
Apoyar a Fidel Castro es más que nada subvencionar una ideología política, no otra cosa, porque tras este personaje no hay un proyecto de desarrollo económico real ni un interés por la democratización de un país que lo necesitaba y lo necesita a gritos.
El castro-comunismo no puede alardear de haber convertido a Cuba en un “paraíso” de prosperidad y felicidad para sus habitantes, no puede lucir progresos en la industria, la producción agrícola, la creación de valores y mucho menos en el respeto a las garantías ciudadanas para la vida y el ejercicio de la democracia.
La involución y la destrucción de la infraestructura nacional, una diáspora de más de 3 000000 de personas y la infelicidad de un alto por ciento de la población cubana, entre otras muchas, son la mejor prueba de mi aseveración.
Los defensores del socialismo cubano, los inteligentes, reconocen la “destrucción nacional”, según ellos no son ciegos a lo que pasa en el país, apuntan a los errores cometidos en la implantación de políticas erradas y a prohibiciones innecesarias que dispararon el desencanto popular y la “improductividad de las masas”. Los menos inteligentes, los no bendecidos con la capacidad de pensar y razonar, achacan la destrucción de Cuba al embargo norteamericano y a las políticas del imperialismo, no les importa si son los campos inundados de marabú o la no posibilidad del gobierno de adquirir préstamos internacionales, para ellos todo es consecuencia de “otros”, de los malos, no de Fidel Castro.
Fidel Castro pudo ser el hombre más importante en la historia de Cuba, el libertador nacional y el héroe eterno de la Patria, tuvo la oportunidad, pero su egoísmo, narcisismo, ambición, terquedad e intolerancia lo convirtieron en el mayor verdugo que ha tenido Cuba y que hemos soportado los cubanos en toda la historia nacional.
Quienes no opinan, es decir, los que no se meten en política, también, con su silencio, aunque no lo quieran, interactúan con la realidad cubana, un cubano apolítico, nacido y criado bajo el sistema socialista de los Castros, es una malformación de esa ideología porque, como todos nosotros sabemos bien, en Cuba comunista, las abstenciones no existen, o se vota a favor o se vota en contra. El silencio también es un arma de “destrucción masiva”.
Los que abogamos por una Cuba democrática y con la participación de todos, tanto dentro de Cuba como en el exilio, y que somos muchos, cada vez más, queremos, utopías a parte, que los Castros renuncien y dejen el poder, restablecer la Constitución de 1940, escoger un gobierno realmente democrático de entre diferentes plataformas y presupuestos políticos y, sobre todo, la reconstrucción nacional desde el rescate de la espiritualidad del cubano hasta el desarrollo de una economía sostenible basada en las leyes del mercado. Dice mi amiga la cínica que esto costará muchos años porque el daño causado por estos degenerados ha sido devastador.
Para terminar quisiera hacer una propuesta a Raúl Castro y su “gobierno”, y como cubano tengo derecho a recibir una respuesta.
La ciudad de Baracoa fue destruida por el huracán Mathew recientemente, todo el mundo lo sabe. Todos sabemos también de la incapacidad de su gobierno para reconstruirla y ayudar realmente a sus habitantes, le propongo entonces que nos deje a los cubanos del exilio y a los emprendedores de la isla rehacerla, reedificarla y reorganizarla con una administración y planes de desarrollo similares a los de las ciudades de Hong Kong o Taiwán, con independencia económica y política, donde no intervengan ni su gobierno y mucho menos el Partido Comunista, atrévase, le aseguro que en pocos años Baracoa será una de las ciudades más prósperas del Caribe…