Yo digo muerte al castrismo, muerte a la dictadura y que ahorquen al “chino”.



Muchos se habrán dado cuenta que cuando me refiero a la «revolución» de los castro, y a cualquier fulano que tenga que ver con el castrismo, lo hago con minúsculas, que nunca le pongo el adjetivo de cubana o cubano porque si de algo carece esa revuelta de pandilleros, asesinos, ladrones y corruptos, que han secuestrado la libertad de Cuba desde Enero de 1959, es justamente de cubanía.
Otro punto importante es que cuando hablo directamente de los máximos responsables del desastre provocado por esa tiranía totalitaria, siempre lo hago utilizando epítetos, nombretes, sobrenombres o cualquier cosa que me sirva para burlarme abiertamente de quienes, considero yo, son los sujetos que más daño le han causado a Cuba y a los cubanos en toda nuestra historia.
Y quiero aclarar que no es una falta de respeto porque yo no siento el más mínimo respeto por quienes se han burlado, con ensañamiento y alevosía, de una nación y de su pueblo sin importarles el dolor, el sufrimiento y la angustia que han causado en millones de nosotros.
Por eso mi percepción real sobre raúl castro es que este infeliz se acostumbró tanto a estar a la sombra del “comandante en jefe Pompeyo”, a servir por tanto tiempo de eterno segundón a la Tropicola de Birán, a que lo tiraran pa’rriba y pa’bajo como serpentina carnavalera, a oír y callar como el ratoncito Pérez que se cayó en la olla… y a obedecer los caprichos y estupideces de su déspota hermano que, con el paso del tiempo, este tipejín abusado y reprimido, se ha convertido en una hiena muy peligrosa que libera, guiándose por los consejos de alguna mente aun más retorcida, toda la rabia y el veneno que acumuló en su interior por más de 50 años.
Tampoco me refiero al grupúsculo afincado en el poder en Cuba como gobierno, me parece una barrabasada descomunal denominar a esa junta de militares sin honor y a sus marionetas civiles por esa categoría cuando es evidente, demasiado evidente, que son un régimen tiránico totalitario y una de las dictaduras más represivas que ha existido en toda la historia de la humanidad.
A los cubanos nos ha tocado jodernos con estos tipos. A veces me pregunto cómo ese grupo de analfabetos, semianalfabetos, maleantes, oportunistas, traficantes de drogas, vividores y amorales lograron armar una maquinaria tan perfecta para matar, pero tan perfecta, que los cubanos terminamos autorreprimiéndonos y autocensurándonos como la forma más cruel, ilógica e inhumana de no querer defender, tan siquiera, el sagrado derecho que tienen todos los mortales para vivir en libertad.
De los métodos que utilizan los represores del pueblo cubano ya me he referido en otras ocasiones y cómo han tergiversado con total vulgaridad y maledicencia algo tan sencillo como el significado de “limón, limonero, las niñas primero…” y lo convirtieron en groseras consignas de la guerra de todo el pueblo, patria o muerte, abre las puertas chofe que se “cagaron aquí atrás”, socialismo o muerte picadillo de soya venceremos, gritadas desaforadamente en cuanto desfile patriotero les hizo falta para elevar “la dignidad” del socialismo, del comunismo, del marxismo-leninismo y de toda esa mierda de la moral revolucionaria.
También me pregunto cómo los cubanos no nos trastornamos con tanto escándalo, tanta gritería y con tanta “protestadera”, porque contra el imperialismo yanqui nos fuimos en ofensas, reclamaciones y acusaciones, pero contra quienes nos explotan de verdad, quienes nos han sumido en la miseria y en la destrucción, que es el castrismo, nos hemos quedado muditos, muditos cantidad.
Pero bien, lo que definitivamente implantó fidel castro en Cuba fue una dictadura-militar-monárquica y no un gobierno democrático elegido por votación popular. Para lograr su maquiavélica “sonrisa” se sirvió de la mentira y del engaño, repartió promesas, planes de desarrollos, quinquenios de “fresa y chocolate”, casas en la playa por plan CTC, cinco huevos por persona, judías con col, aspirinas pa’l dolor de estómago y unos grilletes para todo aquel que le dijera que estaba loco, que era un ladrón y un farsante.
Para consolidar su diabólico poder le dio un golpe de estado a la ingenuidad de los cubanos y, sin importarle la legalidad en lo más mínimo, el castrismo ha permanecido inamovible, por casi 60 años, desangrando la democracia y la vida en un país al que tienen anémico, moribundo, agonizante y sin siquiera fuerzas pa’ que el pueblo salga a las calles a gritar por su libertad y que ahorquen al chino.
Ricardo Santiago.



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