Yo soy libre, pienso, hablo, escribo y publico lo que me da mi real gana.

Por eso no me escuches, no quieras interpretar ni mis escándalos ni mis silencios, no pretendas que responda tus absurdas insinuaciones y no me leas, no te acerques a mis escritos, no violes mi orden de alejamiento contra la imbecilidad universal y no, es decir, nunca intentes que yo deje de pensar como lo hago, defienda lo que creo y diga, es más, haga público, manifieste, lo que a mi dé mi santa gana porque, para eso, soy un ser cubano y detesto la colectividad, los grupúsculos de tontos amanerados y adoctrinados marchando hacia un ideal y las “coincidencias” de la historia que, aunque se repitan, no dejan de ser muy, pero muy, desagradables y perjudiciales.

Así de simple. Pasa que los seres cubanos nos hemos convertido en charlatanes laborales, en embelequeros profesionales y en censores de nosotros mismos, nos hemos especializado en ir por la vida repitiendo, como papagayos amaestrados, consignas, lemas, para decir el lema, uno dos y tres, discursos amañados, consejos y perversidades de quienes, con un alto sentido del oportunismo maquiavélico, se llenan los bolsillos descaradamente con el sudor de nuestra frente, con nuestra tardía y perenne ingenuidad y exprimiéndonos el pedacito de alma que aun nos queda.

Nosotros los cubanos hemos elevado el concepto de censura y auto-censura a niveles estratosféricos y hemos desarrollado una rara condición especulativa, muy dañina, con la que pretendemos erigirnos como portadores de la verdad absoluta, de la única verdad que gobierna al mundo y que dice que todos los seres humanos y cubanos, absolutamente todos, tienen que pensar de la misma manera, tienen que repetir las tonterías, perdón, las ideas de algún líder de moda y tienen que andar por la vida muy apretaditos, parejitos, parejitos, como masa compacta de obreros, de campesinos, de estudiantes y de intelectuales, que van a la guerra sin fusil, con el estómago vacío y el cerebro adoctrinado, muy adoctrinado.

Una realidad escalofriante y apartada de toda lógica humana pero que es cierta, que es palpable y no solo en Cuba, en Cubita la miliciana tierra socialista y “patria” de fidel, se hace visible, también, allende los mares, más allá de las raquíticas fronteras insulares que por desgracia nos tocaron y que son fácilmente perceptibles donde quiera que logre avistar tierra firme uno de nosotros o ponga los pies en ella cualquier ser cubano que arrastre consigo la condición de revolucionario, de vanguardia o de cederista destacado.

Yo siempre digo que el daño existencial que nos ha causado esa maldita dictadura castro-comunista es demasiado grande, demasiado contagioso y demasiado corrosivo. Porque así mismo como un día adoramos a fidel castro y a sus pistoleros tira tiros, como una vez nos dejamos arrastrar por el lodo y la porquería por un dictador inescrupuloso y asesino, hoy arruinamos nuestra soñada y casi lograda libertad tras los pasos, tras la verborrea y tras las ambiciones personales de cualquier mentecato que, en nombre de la libertad de Cuba y de todos los cubanos, una vez más, desata incontroladas tormentas de malas ideas como si de ellas dependieran la existencia de la finca de los monos o de una casita en la playa para rentársela a los obreros socialistas.

Y todo por miedo, por una profunda cobardía arraigada y sujeta a nuestras neuronas de pensar durante más de seis décadas, durante más de sesenta y seis larguísimos años de actuar como monigotes de un régimen totalitario, de creernos muy, pero muy revolucionarios, muy come-tierra, muy perdonavidas y no tener los cojones suficientes para defender nuestros criterios, de no proceder como individuos en medio de cualquier colectividad inventada o impuesta y de no entender que lo que cada uno piensa, cree u opina, es un derecho universal y tiene que ser respetado por el resto de la humanidad.

Pero, también, entre nosotros los seres cubanos hay mucha flojera del carácter y mucha comodidad política, es decir, permitimos, porque nos resulta más confortable, dejar que otros piensen por nosotros, decidan por nosotros y cambien el mundo por nosotros si total, como vemos, ya existe alguien que grita abajo la dictadura, que según dicen es frontal contra los comunistas, que es un látigo con plumitas en la punta y que es mi pastor y tengo que obedecerlo, aceptar las estupideces que dice y venerarlo eternamente como el santo de los youtubers.

No cubanos, por ese camino solo regresaremos a las mismas guardarrayas “doctrineras” de las que un día escapamos, de las que un día nos largamos por soberbia y por no ser motivo de pena ajena.

Ricardo Santiago.

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