¿Cuántos panes hay en el horno?

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En realidad la pregunta acertada es: ¿Cuántos panes quedan en el horno? Respuesta correcta: Cuatro y uno quema’o.
¿Quién lo quemó? Respuesta genial: El pueblo valiente de Venezuela.
Se jodió el chavismo, one, two, three cojan puerta malditos sinvergüenzas, huele pedos de los Castros, oportunistas, ladrones, títeres de pacotilla y…
Fidel Castro si es un tipo “internacionalista” de verdad. No tengo la menor duda. Desde el principio le dio picazón cuando entendió que Cuba era demasiado chiquita para la “grandeza de sus ideales”, que “estos cubanos son fáciles de adoctrinar” y que en realidad él merecía algo mejor que esta “simple isla de mulatas medio picosas y negros dispuestos siempre para la buena rumba”.
No, porque él es demasiado para un sólo corazón. No se conformó con destruir a Cuba, quiso hacerlo también con África, donde realizó varios intentos en unos cuantos países sin ningún resultado obvio, hasta que encontró el perfecto caldo de cultivo en algunos líderes oportunistas latinoamericanos y: “a correr que llegó la leche en polvo”.
Los Castros vendieron internacionalmente una imagen bien diseñada de altruismo y patriotismo, campañas propagandísticas que pagamos nosotros los cubanos con nuestro esfuerzo, sacrificio, padecimientos e incluso con nuestras vidas, aun cuando no estuviéramos de acuerdo o ni siquiera nos diéramos cuenta.
A los de acá, a los populistas del continente, no les importaba un carajo “que si socialismo que si comunismo”, en realidad lo que buscaban era afianzarse en el poder y “vengan dólares pa’ mi bolsillo, que si a Castro le funcionó a nosotros también”.
Entonces vinieron los pactos, las alianzas, las protestas contra Estados Unidos, la “unidad” y el petróleo venezolano corriendo como río sobre el continente, perdón, sobre los “obedientes” del continente, desangrando la economía de ese querido pueblo.
Uno primero y otro después (me refiero al baboso difunto y al energúmeno que esta ahora), cual de los dos más dependiente del “padrino cubano”, más sumiso y más entreguista a la barbarie y a la ambición de la “pandilla cubana”, han armado la desagradable en esta parte del mundo y han robado, incluyendo a sus familias, a las dos manos en nombre de un no sé qué del Siglo XXI que no lo cree ni la madre que los parió.
El problema es que el horno se está recalentando, mejor dicho, esta al rojo vivo, yo aconsejo no meter más pan porque se achicharra, los pueblos han comprendido que todo es un invento y artimañas para la perpetuidad en el poder, para tener licencia para robar y para enriquecerse como potentados de la tierra, el aire y el mar. Los pueblos nunca entenderemos cómo es posible que lleguen pobres y se vuelvan ricos, gordos y caras de tabla, que además nos pidan constantemente y eternamente que los apoyemos y consintamos cuando lo único que han ofrecido a nuestros países es miseria, frustración, exilio, degradación moral y tristeza, mucha tristeza a nuestra alma latinoamericana.
La vida es un ciclo, también el hambre y la desilusión, tienen que serlo porque si no el ser humano pierde toda su capacidad de vivir y se vuelve salvaje, animal y oscuro.
Los Castro y sus imitadores del Sur hoy están temblando, la caña se les está poniendo a tres trozos, los pueblos están reaccionando a tanta humillación y están diciendo basta, si quieren seguir con sus desmanes váyanse para Cuba con sus abuelitos sanguinarios, pero cuidado, ojo, atención, que los cubanos también vamos a despertar y entonces, en el corre-corre que van a armar, cuando todos quiera salir por el mismo lugar, saz, se cogerán el culo con la puerta, será el destino de estos tiranuelos y sus cabecillas.




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