La histeria castrista en el lupanar del socialismo.





¡Ay mi Dios bendito!: Es increíble el efecto que producen las “buenas palabras” en la mentalidad quisquillo-revolucionaria de los castristas y en la de su ejército de defensores afincados en el capitalismo pero con el alma metida hasta las trancas en el socialismo.

Los castristas, vivan donde vivan, nunca van a aprender “de las bondades del alma” porque, para esta banda de rémoras anales, a todo aquel que no diga lo que ellos quieren oír, es decir, viva Raúl, yo soy Fidel, yo “canto” bonito o patria o muerte, hay que mentarle la madre.

Desgraciadamente es así, bueno, pensándolo mejor, afortunadamente, porque esta es la gran diferencia entre un cubano y un cubano croquetero castrista, las buenas palabras contra las malas palabras, la potencia contra la impotencia, la decencia contra la vulgaridad, el respeto contra la ofensa, el amor contra el odio y la libertad contra las cadenas que les entran por aquí y les salen por allá, a buen entendedor…

Mi pobre madre, que en la gloria del Señor esté, es blanco constante de la rabia de los pornochacumbeleros del comunismo habanero y de los que viven fuera también. La “pasión” gratuita que emanan mis opositores contra la autora de mis días y mis noches siempre me hace recordar algo que ella me dijo, hace muchos años, y que lo he cargado conmigo durante todo este tiempo de Por Eso Me Fui De Cuba: “Los comunistas ofenden porque es la única manera que tienen de llamar la atención, si no perretean de esa forma tan asquerosa a la gente se les olvida que existen…”

Mi amiga la cínica, por otra parte, me cuenta que ha gozado mucho con la reacción que ha desatado mi último escrito y, sobre todo, con la de cierto personajillo, testaferro de otros, vocinglero de este y aquel, que parece se puso al borde de un ataque de nervios y: “si no lo recogen pronto se cae y se parte el c…”

Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja…

A mí, en la vida real, todas estas reacciones ni me van ni me vienen, es más, en cierto modo las agradezco porque me ayudan a entender mejor a ese enemigo contra el que tenemos que enfrentarnos los cubanos: la soberbia desesperada.

Si fuera a molestarme, actuar o responder cada uno de los ataques que estos individuos hacen contra mi persona, me pasaría la vida, el poco tiempo que “me queda libre”, aclarándoles que: “yo amo a mi mama”, “mi mama me ama”, “ma, me, mi, mo, mu, el burro sabe más que tú, que tú, que tú, que tú y que tú…”. Y no me refiero a Nicolás Maduro.

Yo siempre he dicho que, a los cubanos, la famosa instrucción “gratuita” de Fidel Castro, o sea, los lápices y las libretas “regaladas”, los libros de textos descuajeringados, la pizarra desteñida, las tizas que no pintan, ¡no veoooo maestraaaaa!, los pupitres con los clavos “a flor de piel”, la peste en los baños de las escuelas, los “profesores emergentes” y “la merienda escolar”, lo que mejor nos enseñó fue a gritar histéricamente y a faltarle el respeto a todo aquel que no se meneara bonito con las ideas de la Tropicola incandescente, por lo tanto la manoseada gratuidad castrista se convirtió en la mala educación y el desagradable vicio que tienen los croqueteros de defenderse agrediendo, pura neurastenia narcisista de su progenitor en jefe el papagayo de los cinco micrófonos.

Otra amiga querida me escribe y me dice que este personajillo, portavoz de otros, que, por cierto, cuando yo era un niño ya el fulano era un “cantantucho viejo”, es habitual repartidor de ofensas y mentadas de madre aquí en las redes sociales, que este sujeto no escatima en vulgaridades para “proteger a sus amores” pero que esta vez lo ha sentido “brutalmente” descompuesto, más de lo habitual, como si le hubieran metido un cohete norcoreano por el… A mí no me crean.

De todas formas yo a estos adeptos al ridículo no los escucho aunque sí los utilizo para ilustrar los horrores que nos ha dejado esa maldita dictadura de los hermanos Castro, porque, Señores, reaccionemos de una vez, lo peor que le puede pasar a un hombre es que le conviertan el alma en un lupanar, en una casa de la indecencia, en un cuarto pa’ matar jugada o en un bájate el blúmer de una ideología tan perversa como es el castrismo.
Ricardo Santiago.




2 comentarios en «La histeria castrista en el lupanar del socialismo.»

  1. Yo no conozco mucho de comunismo;pero me da la impresión de que todos estos tipos navegan por las aguas del resentimiento social, el abuso de alguna manera cuando fueron niños y la incapacidad para sobresalir por si mismos en las dificultades de la vida.; anclados de principio a fin en criterios socialistas o comunista obsoletos y grises fundamentados en la igualdad hacia abajo.

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  2. Toda esta gentuza, toda esta chusma es la misma en todas partes, sino fijense en Venezuela, igual que la chusma cubana, solo saben agredir y ofender, el mejor comunista un hp, colgado de un árbol, son INSOPORTABLES, con mayúsculas, gente baja, indecente, solariega, guapetones de barrio en grupo y apendejados cuando estan solitos, ahi tienen a su idolo, che guevara, apendejado cuando lo capturaron, heroes de pacotilla y que por desgracia la juventud ni a derecha saben bien quienes son lo exhiben en sus pullovers, de comunistas no quiero saber nada, gente mala y descarada, son la mala semilla

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