Este personaje es: ¿Posterior a la Revolución francesa? ¿Posterior a la Revolución de Octubre? ¿Anterior a la caída del muro de Berlín? ¿Contemporáneo con la Perestroika? ¿Anterior al pollo por pescado? ¿Comunista, bolchevique, miliciano o turista? ¿Huele peo profesional del castrismo? Hum… déjame pensar… ¡lo tengo! Definitivamente, y para no seguir malgastando el tiempo, este sinvergüenza es uno de los tipos más descara’os que tiene el castro-comunismo en Cuba.
Este ser engendrado por la doble moral revolucionaria es el clásico comunista de Channel, rojo por fuera y blanqui-azul por dentro, que si usted agarra y lo abre el reguero de Coca-Cola, Dove, Miami, Colgate, made in China y me voy pa’ la yuma que forma es de Padre Nuestro y Señor mío…
A este sujeto el término, la definición y el calificativo de “todo por uno” le quedan chiquitos, es más, ni chiquito, ni apreta’o y ni ajusta’o, con este desfachatado se rompió el molde del oportunismo en Cuba, lo hizo añicos y tuvieron que, para seguir produciendo adefesios de estos tan necesarios al castro-comunismo, mandar a hacer uno nuevo allá a las estepas de los Konsomoles “siberianos” con el artesano Vladimir Petrov.
Este gasto “innecesario” de los recursos del Estado Raúl Castro no se lo perdona nunca y, aunque parezca jajaja, qué risa me da, lo tiene entre ceja y ceja porque sabe que, en la vida real, es de los tipos que fácilmente se cambian por una hamburguesa sin mostaza.
Rafael Serrano es el clásico corcho socialista que siempre flota hasta la mitad, parece que se hunde pero no, siempre logra mantenerse a flote porque adopta las muchas caras que se necesitan para sobrevivir en una dictadura que, solamente con decir alguna “barbaridad” y que sea mal interpretada por “las paredes tienen oídos”, te defenestren y te den una buena cantidad de palos que lo más natural que suceda en regímenes totalitarios como el de los hermanos, hijos, primos, sobrinos, tíos, nietos o “amantes” Castro.
Yo lo recuerdo cuando apareció en el Noticiero Nacional de la Televisión Estatal Cubana al lado del comunista Manolo Ortega, quien por aquella época era la voz oficial del castrismo, el anunciante político por excelencia de los bandoleros de Birán y el “le damos la palabra a nuestro…” predilecto del sátrapa en jefe de los potreros orientales.
En la vida real siempre me ha parecido que hay que ser muy buen actor para decir el montón de mentiras, disparates, payasadas, reverencias y sandeces que se dicen en los noticiarios castrista y no soltar una buena carcajada al aire porque, a decir verdad, no se las cree ni la madre que los parió. Eso o ser imbécil a la máxima expresión de la “concupiscencia einsteniana”, porque: cómo se puede leer la noticia, por ejemplo, de que el país sobrecumplió la cosecha de papa y cuando usted llega a su casa no se encuentra ni con esta papita frita, hay que ser muy ocurrente o rente al c… ¡Dios mío!
Lo que si nadie me contó, porque lo vi con mis propios ojos, era que nunca se apartaba del guión que le imponían los ideólogos de las sombras, que hablaba con fervor cuando defendía las “causas justas de los oprimidos”, con asco retorcido cuando atacaba a los enemigos imperiales y, según ellos, sus lacayos a sueldo, con admiración y mucha babosería cuando mencionaba a Fidel Castro y con desinterés cuando daba la información sobre “las movidas” de la Bolsa de New York.
Su docilidad sin límites es insospechada aunque tenga que caer en el ridículo extremo. Esta marioneta de la noticia es uno de los principales protagonistas de las fiestas de disfraces castristas para conmemorar las “sentidas fechas patrias”, muy normales en una sociedad desesperadamente politizada que promueve la arenga y el fervor populista, pues lo mismo lo vemos disfrazado de miliciano, que con un casco de constructor o de cualquier cosa que necesiten sus jefes para remarcar el hecho histórico en que, según ellos, la revolución socialista venció al imperialismo. A este paso no me extrañaría que un día aparezca disfrazado de enfermera dando la noticia de que Raúl Castro pasó a «mejor vida»…
Ricardo Santiago.
Diga la sea dónde están las malas palabras del artículo, que las señale una a una para poder distinguirlas. Martí dijo que : «LA PALABRA ES PARA DECIR LA VERDAD, NO PARA ENCUBRIRLA»
Lo único que puedo decir de este comentario que aunque sea verdad, su forma de redacción asquerosa, al estilo de Zoe valdes, hace que lo rechace.
Se puede escribir hasta una historia referente al bigotudo que ante las cámaras de tv da las noticias de las recogidas de boniato o de las «victorias» de la «revolución», sin caer en esa ridícula expresión a base de malas palabras y epítetos desagradables. Cuando veo escritos así no los creo. Me repugnan, me dan asco, me parecen no originales, tal como si se estuviera utilizando algo ya escrito por la desagradable disque escritora que mencione arriba. Eso es lo que odio del cubano, lo poca cosa que es para escribir o hablar. No saben decir una cosa sin ofender o rebuscar las palabras más hirientes. Le doy cero como escritor, señor.
Con su respeto al menos yo no he leído malas palabras ni ofendas. Pero bueno los comunistas tiene el habitus de llamarle ofensas y faltas de respecto a las verdades
Cuando de hablar de ustedes se tratata. Saludos
Mucha razon