Nicolás Maduro: La marioneta más “cara” en la historia de Venezuela.





Sí, el tipo tiene cara de energúmeno, apariencia de mastodonte desencajado, un grande por gusto, un “hablador” profesional de disparates, de incongruencias y sandeces “revolucionarias”, un títere sin cosquillas y con el buche lleno, portavoz ambidiestro de las voces del más allá y del más acá, asesino lujurioso de la esperanza, un guatacón empedernido y un personaje de aspecto baboso, repulsivo, libidinoso y, sobre todas las cosas, anti-popular.
Nicolás Maduro es todo eso, incluso muchas cosas más que escapan al manejo “decente” de mis adjetivos y a mi real conocimiento de la vida de este paria convertido en “presidente” gracias a su docilidad y sus excelentes condiciones para dejarse manejar a cambio de una “cajita con comida” y una “jabita” con útiles de aseo personal, digo, porque así es como les paga la dictadura castristas a sus hueleculos y a sus esbirros “pisabonito”.
Pero no nos engañemos, nadie llega a donde este sujeto lo ha hecho por ser tan, pero tan, pero tan bobo, tan imbécil, tan fronterizo o gañan, no, alguna neurona “útil” tiene que revolotearle por alguna parte de su espantoso cuerpo para dejarse utilizar, tan descarada y desvergonzadamente, por una dictadura extranjera y no recibir a cambio los buenos dividendos que producen el saqueo y el robo al tesoro nacional venezolano, tiene que ser así porque lo “otro” sería demasiado.
Un tonto-listo que hace cuanto le dicen sus amos isleños, sus edecanes de la maldad ideológica, el esbirro mayor Ramiro Valdéz y el pajarito cantor del Amazonas. Yo estoy seguro que hasta los disparates que vocifera en público este mequetrefe se los dictan sus asesores del socialismo porque, en la vida real, nadie puede ser tan comemierda y además engullirla por carretillas y carretones.
¿Y la mujercita que tiene? ¿Qué me dicen de ese ejemplar con cara de mala hembra to’ el rato? A mi juicio esta desagradable criatura, que no representa para nada a la mujer venezolana, es el verdadero cerebro del “matrimonio dictatorial”.
Pero bueno, Dios los cría y el diablo los junta. Volviendo al tema del títere con media cabeza que es en definitiva el centro de mi “estudio”. A mí Nicolás Maduro siempre me ha parecido uno de los personajes que aparecen en Pinocho, la obra maestra del genial Carlo Collodi.
Según este maestro de las letras los niños que no van a la escuela se convierten en burros, es decir, por no estudiar y no ser buenos con sus padres pasan de la palabra al rebuzno, de las matemáticas a la zanahoria y del abrazo paterno-filial a la soledad de los establos y a la carga pesada, pa’rriba y pa’bajo, como castigo por la ignorancia y el desamor.
La única diferencia con el personaje del cuento infantil es que Nicolás Maduro asistió, por orden expresa de su comandante, el parlanchín al que tuvieron que mandar a callar en público, a una de esas “escuelitas” inventadas por Fidel Castro para, según la Tropicola de Birán, formar y “preparar” a los cuadros de dirección del partido comunista y de donde salieron graduados unos cuantos sátrapas mundiales, algunos narco-guerrilleros de aquí cerquita, “mueleros” titulados con honores, ladrones y estafadores de los erarios públicos nacionales y aspirantes a dictadores del proletariado.
En Cuba Nicolás Maduro también se ganó un Hada Madrina con traje de General. Yo no dudo que hasta haya participado en el complot para enfermar para toda la eternidad al Aló Presidente y, a cambio de lealtad incondicional a la varita mágica verde olivo, sentarse en la silla de Miraflores y tirar sus pasillitos “salseros” con su partener desabrida pero extremadamente ambiciosa y traicionera.
Nicolás Maduro ya tiene la soga al cuello, cada minuto que pasa el heroico pueblo venezolano le da un “jaloncito” de dignidad y la lengua y los ojos se le salen pa’ fuera como a un caballo desboca’o. Ha ordenado masacrar y asesinar siguiendo las orientaciones de sus titiriteros y, aunque su Hada Madrina, ahora disfrazada de Real Estate, le ha prometido casa en La Habana, Cuba, este infeliz monigote no sabe que para el castrismo, cuando sus muñecones les dejan de ser útiles, les dan candela hasta por el culo.
Vivir pa’ ver Nicolás…
Ricardo Santiago.




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