Yo siempre digo que denunciar, repudiar, combatir y despreciar a la dictadura castrista de Cuba, a la de Venezuela que cojea de la misma pata, es decir, que también es castrista, a sus satélites disfrazados de democracia buscando desesperados “el modelo cubano”, a sus milicianos del arroz sin potaje, a sus vocingleros de ataja, ataja y a sus revolucionarios de revoluciones involutivas, es un deber y una responsabilidad de quienes queremos libertad, justicia y democracia para nuestros países.
Nosotros los seres cubanos con vergüenza, quienes sabemos realmente el veneno que esparcen esos “bichitos” malignos, tenemos la enorme responsabilidad de abrirle los ojos al mundo para que esa plaga portadora de las peores hambrunas, miserias y destrucción no continúe expandiéndose por el mapamundi y termine contaminando todo cuanto encuentra a su alrededor.
Porque eso es lo peor que tienen el castrismo y los castristas, se presentan como los salvadores de la humanidad, del planeta, del frío, frío, ¡puñeta qué frío!, del internacionalismo proletario, de las campañas contra el Aedes Aegyptis, las lombrices intestinales y cuando logran colarse en “casa ajena” terminan implantando sus “eficientes programas económicos”, su visión “altruista” de la vida, el reparte, reparte, me toca la mejor parte y la histeria bullanguera que uno no sabe si los pueblos gritan por fervor o por el terrible “saltico” estomacal que provocan las largas ayunas socialistas.
La dictadura castrista ha desarrollado, creámoslo o no, un tenebroso olfato para detectar y “penetrar” a países que tienen democracias frágiles, con pueblos crédulos en eso de repartir el pastel proletario a partes “iguales” y a quienes resulta muy fácil convencer con el gastado cuento del monstruo imperialista que me sube y que me baja…
Entonces les inventan un líder bien manipulable, muy fronterizo, extremadamente chillón, de aspecto ridículo a quien promueven y llevan al poder con campañas populistas pagadas con el dinero que le roban al pueblo cubano.
Una vez ganan las elecciones se apoderan de la infraestructura económica, militar y política de esas naciones hasta que, cuando la gente menos se lo imagina, les cuelgan una foto de fidel, seguro, a los yanquis dale duro, le mandan a ramiro valdés para “aplacar” la oposición política y les suenan muchos contingentes de “profesionales de la salud” con una aspirina en una mano y La Historia Me Absolverá en la otra.
Después, lo habitual, desatan una represión feroz contra todos, asesinan y matan con un odio sádico con tal de imponer su sucio “socialismo”, con tal de robarse los recursos naturales de esos países, con tal de idiotizar con arengas anti-norteamericanas los nacionalismos bananeros de esas regiones, de ejercer el control total sobre: ¿quién anda ahí?, ¡diga socialismo o muerte o disparo!, disponiendo así de la vida de esas pobres personas hasta que los dejan en la más absoluta miseria y en el más triste desamparo.
En Europa han hecho otro tanto. En España, por ejemplo, hasta crearon un “partido político” que, con el dice y con el mulo, ha llegado al poder “comunistiando” la sociedad española, creando un estado inverso, intolerante, de peroratas existenciales y populistas igualiticas a las doctrinas del Yeti de Birán.
La dictadura castrista siempre se ha afiliado con quienes profesan un sentimiento antinorteamericano. A ese régimen nunca le interesó de qué parte está la razón o la verdad histórica, sus intenciones siempre fueron desestabilizar gobiernos y apoyar “revoluciones de tira tiros” aunque estas se hagan en nombre del terror y provoquen muerte, desolación y mucho llanto.
Por otra parte yo siempre he dicho que fidel castro inició su penetración ideológica a los Estados Unidos desde el mismísimo 1 de Enero de 1959. Su odio visceral, o envidia, contra el establishment norteamericano le hizo enviar hacia ese territorio a cientos de agentes encubiertos, de influencias, a espías profesionales, agitadores políticos, sinvergüenzas, delegados de circunscripción, mercenarios, delincuentes y estafadores con el único propósito de desestabilizar la sociedad norteamericana.
Pero otros, también muy peligrosos, que asustan más porque se burlan descaradamente del real exilio cubano, y que son los ex-militares, los ex-hijos de “papaítos, mamaítas y abuelitos, esto está de p… queridos amiguitos…”, los ex-funcionarios arrepentidos, los emigrantes estomacales, los militantes del yo no fui y los vanguardias de chapita en pecho defendiendo al castrismo, llegan aquí sin “lavarse” las viejas ideas para pervertir el espíritu de la democracia y, si no los atajamos a tiempo, terminarán por cumplir la secreta misión de izarnos una bandera roja y negra en la Torre de la Libertad de la Ciudad de Miami.
Ricardo Santiago.