Dicen, las buenas lenguas, que los métodos que utiliza la dictadura castro-comunista para someternos, esclavizarnos y doblegarnos a los seres cubanos, y convertirnos en “creyentes” de su babosa ideología, en defensores de sus tiránicas políticas, en propagadores del virus pandémico del socialismo y en “swingers” políticos del más fétido régimen social que existe, son el chantaje, la coacción y la “pullita tropical”.
Dicen, también, que estos pueden ser emocionales, políticos, sexuales, morales y hasta de naturaleza intimista: “Tengo guardado un calzoncillito tuyo lleno de intrigas, de muchas intrigas.”
El castrismo no tiene reparos, ni límites, para doblegar a las personas y ponerlas a decir mentiras a favor de esa maldita revolución del picadillo. No les importa que los cubanos nos demos cuenta de las porquerías que repiten sus loritos militantes o que se vea, a simple vista, que hacen el ridículo porque ni ellos mismos se creen que en Estados Unidos se pasa hambre y en Cuba no.
Y, es cierto, nunca he podido entender cómo algunos seres humanos son capaces de pararse frente a un público a loar a un régimen que, a todas luces, ha significado la destrucción de Cuba y de todos los cubanos.
Porque o no se tiene gandinga, o vergüenza en esas caras, o dignidad, o todas juntas, para decir y defender la “teoría unipartidista” de que fidel castro fue tremendo tipo y la “revolución” que inventó fue para los humildes, para el pueblo u otras sandeces de corte parecido.
Para quienes defienden “la obra” de ese monstruo de la imbecilidad, de la incompetencia, del subdesarrollo y de la mediocridad, les recomiendo un simple paneo por las ciudades de Cuba, por los campos y por los rostros de los cubanos para que entiendan que todos los castro juntos, con su revolución del picadillo incluida, con su comunismo y con su socialismo, son puro estiércol emanando sin control de las miles de fosas sépticas reventadas que existen en La Habana.
Y para nadie es un secreto que en Cuba quien manifieste una opinión contraria a la línea del partido comunista, único en su especie, es tachado de los records de la Patria, obligado a vivir en cadenas vivir, es vivir…, machacado hasta la saciedad por los buitres de la seguridad del estado y borrado de la libreta de racionamiento, principal instrumento de violencia que utiliza la dictadura contra el pueblo de Cuba.
Muchas han sido las víctimas de ese criminal e ilegal instrumento de control utilizado por el castrismo contra nosotros. Los esbirros, los sicarios, los informantes, los “invictos” y los “protestones” al servicio de la tiranía comunista están entrenados lo mismo para matar que para amenazar, para vigilar que para calumniar y hasta para olerles las nalgas a sus amos y gritar, donde la revolución lo necesite, compañeros, que esa mierda es cubana y que los castro son unos angelitos con los huevitos y las teticas untaditos con talco Brisas.
Ahí están visibles, dolorosamente visibles, las terribles amenazas, ejecuciones y chantajes del aparato de inteligencia y contrainteligencia de la seguridad del estado castrista contra el movimiento opositor cubano.
Los partidarios, los comisarios políticos, los jueces y tribunales del castrismo siempre intentan coaccionar a esos valientes hombres y mujeres atacando a sus familias e hijos, limitándoles la capacidad de movimiento, de poder trabajar y obtener un salario, de realizar su lucha pacífica pidiendo libertad y justicia para un país agotado por una guerra civil silenciosa que tiene más de seis décadas.
Y ni ellos mismos escapan a esa “mota negra” de “trapitos sucios”. El castrismo “estudia” a sus propios personeros y si estos no están muy claros, o tienen alguna propensión al relajo, al libertino embullo, suelta lo que no es tuyo, les hacen unas “foticos” comprometedoras y los mantienen en plan pijamas por el resto de sus vidas.
Contra muchas personalidades extranjeras han utilizado también los mismos métodos. O bien compran su silencio y complicidad a cambio de no hacer pública alguna indecencia “moralista” o los llenan de prebendas inmerecidas que actúan como un catalizador “verborreico” para que lleguen a sus países propagando el cáncer que significa la ideología castrista.
Muchas veces me he preguntado de qué tamaño será el almacén donde la dictadura castrista guarda tantos “calzoncillos” porque, y lo digo sin que me quede nada por dentro, es muy difícil distinguir entre los que defienden hoy a esos asesinos, quiénes lo hacen por estúpida vocación o quienes les tienen un miedo enfermizo y gritan, clarito y que se oiga “yo soy fidel”, para que no le muestren al mundo sus “prendas íntimas” con sus respectivas rayitas de canela…
Ricardo Santiago.