Los cubanos somos un pueblo con hambre, con mucha hambre física y espiritual.



Los cubanos que queremos una Cuba libre de castro-comunismo, de castristas y de oportunistas de izquierda izquié, tenemos que aliarnos y empujar muy fuerte para que se declare a nuestra Patria en permanente DUELO NACIONAL. Y debemos hacerlo por los millones de víctimas que esa dictadura asesina deja, día tras día, en nuestro país y en el alma de cada uno de nosotros.
Cuba es un país que debería estar siempre de negro luto.
La tragedia que vive el cubano es diaria, constante y se ha vuelto tan viral, tan demagoga y tan doctrinera, que muchos compatriotas asumen que tras esa férrea cortina dictatorial de represiones, desabastecimientos, prohibiciones y hambruna, no existe otro mundo mejor, racional y lúcido, es como si el planeta fuera una gran catástrofe y la revolución del picadillo la única salvación para la humanidad.
Y es por eso, digo yo, que los cubanos estamos tan, pero tan, jodidos.
La propaganda del régimen castro-mentirosa se ha especializado en satanizar todo aquello que no encuadre dentro de su “paraíso socialista”. Tan es así que muchos, pero muchos de nuestros hermanos, han preferido convertirse en obedientes milicianos de la moringa y el botiquín que en entender, de una buena vez, que la lista en Cuba no juega con el billete, es decir, que una cosa es lo que dice el castrismo en la “televisión” y otra muy diferente, pero muy diferente, es la realidad que ponemos en nuestros platos vacíos para “tragarnos” y no morirnos de triste inanición.
Y es que el “daño neuronal” ha sido históricamente el mayor crimen que ha cometido la tiranía castro-comunista contra los seres cubanos, incluyendo a muchos que viven en el exilio. Algunos se han dejado contaminar con el virus de la mediocridad revolucionaria por oportunistas y prostitutos políticos que son, otros porque son simples seres que vagan por la vida movidos por las “teorías” del movimiento de la jorobita, jorobita, mueve la cinturita y la inmensa mayoría porque creen que no tienen otra opción que aparentar un “enamoramiento” con un régimen que los asfixia y que les mide hasta la intensidad de los aplausos para decirles que son, o no, auras tiñosa ponte en cruz.
Por eso siempre digo que el terror sembrado en la conciencia del cubano de infantería, por parte de esos dictadores ilegales, a través de más de sesenta larguísimos años, es otro de los crímenes gigantescos cometidos contra todo un pueblo, que se ha vuelto genético y se transmite de generación en generación.
La dictadura castrista es esencialmente un terrorismo estomacal, digo, de Estado. No existe nada en Cuba, absolutamente nada, que no sea una moneda de cambio para esos hijos de puta, hasta el pan y el circo que utilizan para desviar la atención de la población de sus propios problemas de vida está calculado, planificado y orientado a “bajar los humos” de las masas.
fidel castro fue un criminal diabólico, calculador y consciente, raúl castro es un asesino de carretilla, imitador y obediente, los castristas históricos unos esbirros de almas con autorización para desbordar sus aberraciones y los otros, la larga lista de personeros de ese régimen, sicarios oportunistas a quienes veremos llorar como Magdalenas, suplicando clemencia, cuando le llegue la hora final a ese puñetero castrismo pues son la lacra parasitaria que ayuda a extender el dolor y el sufrimiento de los seres cubanos.
Por eso también digo que nuestra muerte no es solo física.
Desafortunadamente el cubano, en Cuba, tiene muchas formas de morirse. La incertidumbre diaria por encontrar alimentos es una de las muertes más lentas, dolorosas y devastadoras que puede sufrir cualquier persona. La incapacidad para gestionar y solucionar los problemas materiales o espirituales acaba con nuestra existencia y la rigidez, el hermetismo, la intolerancia y la falta de libertades, en una sociedad donde todo, absolutamente todo, tiene una connotación política, desfallece la vida, tan de a poquito en poquito, que la mayoría de las veces dicen que murió de “frío” cuando, en realidad, murió de tristeza y de una perversa agonía.
Eso es a lo que mi madre llamaba “la pelotera en el estómago”, un disgusto tras otro que se van acumulando dentro de nosotros y que al final se convierten en una bomba de tiempo lista para explotar en el momento que uno menos imagina.
¿Cuántas muertes entonces ha provocado en Cuba esa mierda de dictadura?
El castro-comunismo es en esencia una doctrina criminal, asesina, delictiva y exterminadora de masas que mata de un tiro, de muchos tiros y de una penosa enfermedad que se llama cobardía y que nos está costando a los seres cubanos el derecho a tener una vida plena y feliz.
Ricardo Santiago.



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