Una preguntica: ¿Cuánto nos ha robado la dictadura castrista a nosotros los cubanos?



¿Cuánto le ha robado la dictadura castrista al pueblo cubano?
Quiero empezar con esta pregunta, sobre todo para aclarar conceptos, y que el mismo dolor que nos provoca tamaño ultraje, y tan tremendo hurto de nuestros valores constantes y sonantes, por parte de quienes se auto-titulan defensores de los oprimidos, nos permita reflexionar sobre uno de los temas más dolorosos que hemos sufrido los seres cubanos, en estos más de sesenta larguísimos años, y que nos ha hundido en la más abrupta miseria, en la más nauseabunda indigencia, provocándonos escalofriantes, humillantes y descojonantes grietas en el cuerpo y en el alma.
Esta pregunta se me ocurre porque estoy convencido que la mayoría de las personas contabilizan lo que nos ha robado, saqueado, extorsionado y desfalcado, la tiranía castro-comunista, junto con sus sicarios oportunistas y cobardes, en miles de millones de dólares, propiedades de todo tipo, recursos naturales y toneladas de “productos”, cuando en realidad existe otro renglón importante, a mi juicio el más importante, donde la revolución del picadillo se ha esmerado saqueándonos de lo lindo y es el espíritu, el alma, la nobleza, el pensamiento, las aspiraciones y los sueños a cada uno de nosotros los cubanos.
Mírese como se mire los castristas nos han metido, más de una vez, muchas veces, las manos en los “bolsillos” y nos han dejado sequitos, sequitos, nos han dado vueltas al derecho, al revés, y nos han puesto a pedir prestado y arañando desesperos pa’ poder llegar “a fin de mes”.
El régimen que regentó fidel castro por más de cincuenta años, que continuó prostituyendo su hermano el General de la pamela con muy pocos cambios, poquísimos, y que ahora chapotea desesperadamente el marajá de los limones, el presidente portátil díaz canel, siempre estuvo diseñado para exprimir, valga la redundancia, sustraer y chupar a los seres cubanos y dejarnos sin sangre, sin aliento y con una mano detrás y la otra…
¿Nunca se dieron cuenta que en Cuba quien no se presta para todo lo que la dictadura “ordena” es un apátrida, un vende patria, un traidor, un facineroso, un desertor o es miembro de la mafia de Miami?
Lastimosamente muchos cedimos ante esas presiones y para no recibir ninguno de esos lapidarios calificativos, donamos el alma, nos despojamos de nuestros verdaderos sentimientos, de la vergüenza y hasta de la dignidad por tal de no vernos reflejados, inscritos, en la lista negra de los “enemigos” de la patria socialista.
Tengo presente a mi madre, “protestando bajito”, porque de pronto, sin previo aviso, nos quitaban una libra de arroz, de azúcar o unas cuantas onzas de café para “enviarlas” al “internacionalismo proletario” o para casa de Mamá Inés: “!Coño que estos hijos de puta no se dan cuenta que la mierda que nos dan no nos alcanza para nada!”
Pero todo lo justifican con que el cubano es solidario y, como dice el dicho, donde comen dos comen tres pueblos y: apriétense los cinturones, compañeros, que aquí el que no salte es yanqui…
Eso es el socialismo, esa es la maniquea “igualdad” marxista-leninista, y mientras no seamos capaces de defender lo que nos toca como individuos, como país y como nación, ese maldito régimen marchará eternamente por su trillo de “victorias”.
Mucho sacrificio, donaciones, “compartidera socialista”, altruismo y quitarnos lo poco que tenemos para que fuera a parar sabe Dios dónde, porque en realidad la gloria nunca la vimos y hasta el pan de Gloria se desapareció un buen día y no lo encontramos ni en los centros espirituales.
También recuerdo las campañas de donación de sangre y cómo íbamos de uno en fondo a cumplir con los planes de la “revolución” para ayudar a damnificados y “pueblos hermanos”. Yo mismo fui donante voluntario, me tragué ese cuento junto al vasito de guachipupa y el pan con mortadela desteñida que me daban después de cada extracción. Dejé de donar el día que me enteré que la dictadura vendía en el exterior productos hemoderivados elaborados con nuestra sangre, de nuestra propia sangre, y a nosotros los cubanos na, na, ni, na, bueno…, mortadela desteñida.
Con discursos y arengas primero, con coacción ideológica, represión moral y física después, lograron que aceptáramos sin protestar cada una de las extorsiones a las que fuimos sometidos, incluso hasta separarnos de nuestros hijos, de nuestros padres, por ir a “cumplir voluntariamente” planes de producción agrícolas disparatados o “misiones” en otros países, de las que únicamente se benefician los dictadores del tibor castrista, pues son quienes reciben los cientos de miles de millones por vender la vida, la inteligencia y el sacrificio de la inmensa mayoría del pueblo cubano.
Dice mi amiga la cínica que lo más doloroso, terrible y sádico, que nos robó el castro-comunismo, fueron los deseos de pensar, las ganas de ser libres, el optimismo, la vanidad, la decencia, la gallardía, la cubanía, la limonada y el guarapo.
Ricardo Santiago.



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