Para los defensores del castro-comunismo, es decir, para su banda de oportunistas, cobardes y serviles adulones, quienes nos enfrentamos a ese miserable régimen de represores, corruptos y déspotas tiranos, somos unos mercenarios al servicio del imperio, agentes de la CIA, asalariados de la “mafia terrorista de Miami” o gusanos pagados por la ultra no se qué, para destruir la revolución del picadillo, ahora de las tripas, y desprestigiar los “logros” del socialismo en Cuba.
Invito a alguno de los sirvientes del castrismo a que le pregunten, por ejemplo, a mariela castro, cuánto y a quién le pagó por la mansión donde vive en Cuba.
Dice mi amiga la cínica que cuando lee u oye las respuestas que dan tales sujetos, para defender la mentira revolucionaria, le baja el azúcar y le sube la presión: “quedo viva de milagro con tanto descaro”.
Pero, bien, yo no creo que los yanquis, aun con su inmenso poderío, tengan tanto dinero como para pagar la creciente, desbordada y superlativa inconformidad que tenemos, la inmensa mayoría de los seres cubanos, respecto a ese régimen de oprobios, “plan jaba”, dieta de pescado, méritos y deméritos, cinturones apretados, el deporte derecho del pueblo y el último la peste…, es imposible.
¿Cuánto tendrían que desembolsar los grandes magnates, los prósperos empresarios, los diestros y siniestros políticos, los “mafiosos”, la “gusanera” o simplemente el contribuyente de cualquier parte del mundo para financiar la angustia, el hambre y la desesperación de todo un pueblo?
No, no engañen más y asuman de una vez por todas que el despertar de millones de hombres y mujeres no se cobra ni se paga con nada. Es que sencilla y llanamente no aguantamos más, no soportamos más y no los queremos más, así de simple.
Los castristas, al final de este desastre apocalíptico que tiene más de sesenta larguísimos años, perdieron toda credibilidad con sus fatuas campañas propagandísticas, se quedaron sin sus argumentos tradicionales de que la revolución del tíviri távara es lo mejor del mundo pues las imágenes, difundidas en Internet y en las redes sociales, sobre el desastre físico y espiritual que han generado en Cuba, no mienten y vuelan como pólvora hasta sitios donde antes sólo les cantaban el “happy birthday”.
Aun con su poderosa maquinaria de información y desinformación la “verdad del castrismo” se les ha vuelto una falacia y hoy por hoy resulta una vergüenza y un desprestigio a nivel mundial: “es que son demasiados años con la misma cantaleta y aburren, cansan, dan ganas de vomitar, desesperan, asquean, alucinan y ya no engañan a nadie”.
Aun así no entienden, los castro-comunistas, quiero decir, que su peor enemigo es su propia soberbia, su intolerancia, su incompetencia, su necedad y su vulgaridad, no la Resistencia Cubana, la Oposición Cubana, el Exilio Cubano y los cubanos de infantería dentro de Cuba.
Cada persona tiene que ser libre para decidir, financiados o no, cómo quieren resistir u oponerse a la dictadura de los genocidas castro. Nadie tiene derecho a cuestionarlo, sólo esos idiotas de la improductiva empresa socialista se creen con el poder para enjuiciar y criticar a quienes protestan, se manifiestan, se revelan o, simplemente, optan por hacer silencio ante la barbarie de un régimen que se empeña en postrarse eternamente en el tibor del socialismo.
Por eso digo que todas las formas y maneras de combatir a la revolución del picadillo son válidas, útiles y necesarias, siempre y cuando evitemos, por nuestra parte, cualquier tipo de violencia pues es el argumento que los castristas están esperando para descargar su odio, su feroz represión y sus “tanques” contra el pueblo.
La falsa revolución socialista fue financiada por capital nacional y extranjero durante toda su existencia, entiéndase burguesía cubana y otros antes de 1959, los soviéticos y demás países del campo socialista después del 59, el petróleo venezolano desde los 90s y así sucesivamente hasta un montón de empresarios ilusos que vieron el filón para “chupar” la economía nacional sin contar con que los castro toman chocolate y jamás pagan lo que deben.
Pongamos la verdad clarita, bien clarita, para que se entienda, los mayores mercenarios de la historia de Cuba son los castristas, sus defensores, su triste y miserable servidumbre y todos aquellos que, de una forma u otra, son responsables del dolor, del sufrimiento y de la muerte del pueblo cubano.
Para medio terminar, porque este tema es “infinito”, me gustaría hacerlo con otra pregunta: ¿Qué son esas personas que reprimen brutalmente la inconformidad del pueblo y lo hacen para no perder sus “revolucionarios” empleos, para ganar prebendas políticas, para recibir una asquerosa cajita con “comida” o una jabita con aseo personal? ¿Qué son?
Ricardo Santiago.