El castrismo ya no tiene qué destruir en Cuba, ya no tiene qué robarnos a los cubanos.



Nos tiene la Patria hecha una mierda, repleta de letreros repugnantes, convertida en una pestilente cloaca, transformada en un cagadero de oportunistas, sinvergüenzas, delincuentes y devenida en el lupanar más triste, más desigual, más vulgar y más humillante del mundo entero.
¡Tan linda que era nuestra isla! Lo digo por las fotografías y por las películas de “antes”, aquello daba un gusto del carajo, yo me imagino que vivir en esa Cuba sí era bueno de verdad, pero, nada, llegó el comandante y mandó a parar…
Ahora no, ahora parte el alma, la destroza, nos descojona ver y sentir cómo la inmundicia revolucionaria nos llega al cuello, nos tiene a todos inmovilizados, hundidos de cuerpo entero y cómo nos ha sepultado en vida, y en “media” muerte, a todos, absolutamente a todos, los seres cubanos.
Porque aunque algunos, unos cuantos, se ofendan y traten de sacudirse la “influenza” del castro-comunismo, la realidad más real es que esa doctrina nauseabunda de los mil demonios nos atacó a todos por igual, nos cayó encima como un huracán de “pasiones”, como termitas al “árbol caído” y nos carcomió nuestros cubanos cuerpos y nuestras cubanas almas sin distinción, sin miramientos, sin aquí paz y en el cielo gloria, y sin derecho a protestar porque quien lo hiciera lo mandaban a presidio o lo fusilaban.
Es cierto que el “ataque cardiaco castrista” no nos afectó a todos por igual, lo digo para no herir “susceptibilidades”, aunque yo pienso que muy pocos, poquitísimos, solo a una ínfima parte de los seres cubanos, no les dio el “infarto”.
Algunos, los menos, los más sanos e inteligentes, se inmunizaron desde el principio pues se dieron cuenta, con brillante sagacidad, de las verdaderas intenciones de una “revolución” que, para ganarse las simpatías populares, prometía gratuidades a trocha y mocha, ofrecía pipas de cerveza y “bailables” callejeros pa’ exaltar la adrenalina revolucionaria, nacionalizaba indiscriminadamente e ilegalmente lo que no era suyo, zambullo suelta lo que no es tuyo, exacerbaba un patriotismo ridículo a costa de la enemistad con el vecino del Norte y le entregaba el país, nos ponía de c…, ante una potencia extranjera como la Unión Soviética, a cambio de subvenciones que, al final, nunca nos “adelantaron”, como pueblo, ni un tin a la marañin.
Otros, a los que por poco nos da la sirimba y nos tira pa’l otro mundo, pero que por suerte, en algún momento abrimos los ojos de mirar y activamos las neuronas de pensar, a pesar de que habíamos cantado a todo pulmón la marcha del 26 de Julio en la escuela, más fuerte compañeritos que no se oye, gracias a Dios rectificamos el mayor error cometido en nuestras vidas y nos dimos cuenta que un país no avanza, no se desarrolla, no prospera y no produce solo con consignas, sin propiedad privada, es decir, sin emprendedores ni iniciativa individual, con tanta politiquería barata y tanto adoctrinamiento convulsivo, con tanto totalitarismo y absolutismo sindical y con tanta hambre, sobre todo con un hambre nacional que no se acaba nunca y que se repite, constantemente, en cada ciclo involutivo de esa mierda llamada socialismo.
Por último, y no menos importante, porque desafortunadamente en Cuba hoy son mayoría, están los que se quedaron permanentemente con la “pañoleta” puesta, los que andan a rastra sin corazón y sin cerebro defendiendo las mentiras, las estupideces, la doctrina y los “logros” de una revolución del picadillo, ahora de las tripas, para perpetuar a un grupúsculo de delincuentes sentados en el tibor del socialismo, para extender por los siglos de los siglos la miseria, la indigencia y la agonía de un pueblo que, repito, se hunde cada vez más en el estercolero de los patria o muerte y de los falsos venceremos en que nos sumieron la Patria.
Y lo más terrible es que la destrucción física del país no es la mayor catástrofe ocasionada por el castro-comunismo a Cuba, no, al final se las agenciaron para justificarla y muchos aun se tragan el cuento diciendo que es por culpa de los “ciclones” y del “bloqueo” imperialista, y ahí salen a gritar improperios contra los “meteorólogos” y contra los yanquis, porque para ellos lo importante es vociferar, vulgarizar la realizad y así no ver que las ruinas, los escombros y la caca, han alcanzado en Cuba dimensiones de enseña nacional.
Por eso afirmo que la dictadura castrista ya no tiene que más robarnos a los cubanos. Nos dejó más tiesos que estate quieto, nos dejó con una mano detrás y la otra delante porque, sencillamente, nos privó de lo más vital, de lo esencial que tiene cualquier ser humano que son su dignidad, su valor, su individualidad y su patriotismo.
Ricardo Santiago.



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