Es terrible pero es cierto. Los individuos que asumen la “filosofía” castrista, como “proyecto de vida”, llevan implícita en su conducta, entre otras muchas mariconadas sociales, la asquerosa “responsabilidad” de denunciar, informar, elevar a sus superiores, rendir partes sobre otros, pasar notas sobre segundos o terceros, chivatear a cualquiera, soplar tubos, lengüetear con habilidad mezquina y “trompetear” a los cuatro vientos con un sonido mucho más chillón que el de una trompetica china.
Según los mamotretos oficialistas de la revolución del picadillo, ahora de las tripas, no se concibe a un verdadero revolucionario, a un militante rodilla en tierra, a un aguerrido soldado de la patria socialista, a un bolchevique trasplantado de las frías estepas a los ardientes terraplenes tropicales, a un fidelista por siempre o a un comunista de las “comunas” de los matorrales habaneros, que no tenga en su haber, al menos, una víctima por chivatazo propio, por una confesión a puertas cerradas, por una cartica “inocente” y anónima o por una terrible delación hasta con peligro para la vida del denunciado.
El castro-comunismo sabe que ha perdido la batalla en todos los frentes. Agoniza. El creciente descontento popular en Cuba solo es “controlado” por una represión que no tiene límites, nunca antes vista en toda la historia de la humanidad, que no se mide, ni mide las consecuencias, porque sabe que, increíblemente, aun goza de cierta aprobación dentro y fuera de esa esmirriada patria y, aunque nadie entiende los verdaderos motivos de tan estúpida “adoración por los pastores”, lo cierto, lo real, es que aun se sostiene en pie, tambaleante, causando más daño, lacerando, exprimiendo y ahogando, a un pueblo que no conoce el camino de la libertad.
De ahí que sigan “gozando la papeleta”, son tan prepotentes, tan “castigadores”, tan engreídos y tan hinchados de…, que no quieren entender que el final les ha llegado porque esa mentira, ese desastre o tamaña miseria nacional, ya no tienen forma humana, ni divina, de sostenerla.
La revolución del picadillo, y su despreciable servidumbre, también usan la censura como un cañón de maldades y a sus chivatientes como proyectiles. Disparan a mansalva contra todo lo que sea diferente a la perversa ideología que proponen, contra todo lo distinto y contra cualquier idea que intente, siquiera, sugerir, dejar caer, murmurar o insinuar, que la mezcla entre el rojo y el negro, es decir, el fatídico 26 de Julio, siempre fue el color de la mierda.
Triste oficio el de tales captores de lo ajeno, alimañas que, “borrador” en mano, andan por la vida censurando una realidad que ya no puede esconder ni la madre que los parió, que se les ha escapado porque está a la vista de todos y que solo no la “quieren” ver aquellos que, por temor, oportunismo o conveniencia, persisten en disfrazar esa vergüenza de socialismo, de revolución y de yo soy fidel, causándole más dolor y sufrimiento a los seres cubanos.
Facebook es otra víctima de la impotencia, de la terquedad, de la incongruencia, de la ceguera, de la insensatez y de la fetidez del castrismo.
Facebook usa algoritmos para protegerse de ciertas “publicaciones” que son indecentes o perjudiciales y se vale de los propios usuarios que denuncian tales imágenes o comentarios para bloquearlos.
Mucho tardó el castrismo en descubrir este recurso con el cual “censurar”, también, en las redes sociales. Armado de un “poderoso” ejército a quienes llaman “los ciber-guerrilleros” del pan con tripa, y es incuestionable porque mantenerlos no les cuesta un centavo, se dedican a perseguir, fustigar, denunciar y bloquear a cuanto mensajero de la libertad les espeta las verdades en la cara.
Por eso podemos asegurar que las redes sociales atraviesan hoy un “quinquenio gris” de la mano de los “denunciantes” de la dictadura castro-comunista.
Es cierto, es muy difícil, la composición de esta ciber-guerrilla fantasmal es “cosmopolita”, está integrada por todos los “revolucionarios” en Cuba con acceso a Internet, más los “internacionalistas” en cada uno de los países donde trabajan como esclavos y hasta por los “exiliados tristes” que, desde sus sibilinas vidas en el capitalismo, mueren de melancolía porque el adoctrinamiento, que el régimen socialista les inoculó en el alma, no los deja ser felices ni ver más allá de esa porquería de patria o muerte, venceremos…
Entonces la fórmula es simple. Cualquier idea nuestra, comentario, artículo, crónica o imagen que publiquemos se enfrentará, así de sencillo, a cientos de miles de denuncias provenientes de una muy bien engrasada maquinaria que tiene como objetivo, como cobarde objetivo, como confesa y única misión, intentar ocultar el sol con un “de’o”.
Pero, aun así, la verdad prevalece…
Ricardo Santiago.