Una preguntica: ¿Qué estamos esperando los cubanos?



Los cubanos, aunque nadie lo crea, somos el pueblo más “paciente”, más calmado, más cachazudo y más conformista del mundo, es decir, llevamos más de sesenta larguísimos años esperando a que llegue a nuestro país un hada madrina, riegue sobre nuestra tierra su polvito mágico, y así se cultiven nuestros campos pa’ poder comer y se reconstruyan nuestras ciudades pa’ poder vivir como Dios manda.
También nos deleitamos mirando el cielo pa’ vigilar esa puñetera estrellita que, según nuestros desesperados deseos, algún día nos caerá en la cabeza y nos cambiará la vida, nos abrirá las entendederas pa’ que le entre el agua al coco, nos desmaye y nos deje redonditos en el suelo, nos permita soñar con los peces de colores y nos cambie un pescado bueno por ese maldito pollo “hormonado” que tanto sobresalto y tanta cola tenemos que hacer para comprarlo.
O encontrarnos al camaroncito encantado, al que le “resolvió” a Loppi el pescador cantidades industriales de comida, una casa, “un carro” y un castillo hermoso hasta que su mujer, una tal Masicas, se le volvió castrista, se puso golosa y a exigir demasiado sin querer disparar ni un chícharo.
La inmensa mayoría de nosotros rogamos porque venga un príncipe azul pa’ que nos dé un besito de despertar, nos saque de esta destructiva inercia revolucionaria en la que hemos caído, nos zarandee y nos ponga los pies sobre la tierra y, de paso, si no es mucho pedir, nos regale un par de zapaticos que no nos aprieten tanto y unas medias que no nos den mucho calor que aquí, en este trópico de mierda, hay un calor del carajo y hace como un mes se me rompió mi chinito refrigerador y no tengo forma de arreglarlo.
Dice mi amiga la cínica que el problema es más complejo y que en el caso nuestro, el del pueblo cubano, y está más que demostrado y documentado, la realidad supera la fantasía. Según ella “el sueño eterno” nuestro, es decir, el no querer despertar de la miseria, de la indigencia, de la agónica mierda de vida que estamos soportando, se debe a dos factores fundamentales, uno, a que estamos dominados por el miedo, por el pánico, por el terror que nos inculcan, desde que somos chiquiticos y de mamey, con el cuento de que quienes no sean obedientes, amen ciegamente a la revolución y al cambolo de Santa Ifigenia, son enemigos de la Patria socialista y el “pueblo” tiene que exterminarlos y, dos, y es el peor de todos, a que nos acostumbramos a aceptar que otros piensen por nosotros, que otros decidan por nosotros, que otros tengan la iniciativa por nosotros y que, y díganme si es mentira, a que “salte” el primero para después saltar los demás.
Pero lo cierto, la realidad más real, es que la vida en Cuba es asfixiante en todos y cada uno de los “sentidos”. Solo quienes pasamos o sufrimos la experiencia cotidiana de sobrevivir en un país donde, por los “decretos y mandos” de un régimen dictatorial, que nos impone a la fuerza un partido único, una ideología totalmente destructiva, un modelo económico absurdo que nos lleva a patadas por el c… y a buchitos de agua, un sistema político-social que frena la prosperidad y el desarrollo y una revolución del picadillo, ahora de las tripas, que no da ni dice donde hay, sabemos muy bien que el ser cubano, en Cuba, está tan absorbido por los horrores que nos impone la guerra socialista con la cola del pollo, las matazones pa’ comprar un jabón, el niño que no tiene leche para desayunar y la casa que se me está cayendo, que tenemos muy poco, muy poquito tiempo para pensar qué coño es la libertad, qué carajo son los derechos humanos y si de verdad la democracia existe o es el cuento de los tres cerditos, por cierto, otra preguntica, este fin de año nuestra querida revolución venderá carne de puerco con precios accesibles para el cubano de infantería…
Yo digo que es muy fácil juzgar desde la distancia o desde “el bistec con papas fritas” y culpar a otros de las “penas que a mí me matan” para que la evolución, la tantísima evolución radical que necesita la Patria, sea tarea de otros y no nuestra.
También digo que los seres cubanos, todos, incluso muchos, muchísimos de los que logramos escapar de aquel maldito infierno, tenemos que acabar de abrir los ojos de mirar y entender, de una vez por todas, que el castro-comunismo existe porque somos un pueblo que prefiere dejarse arrastrar por la corriente y, como dicen quienes saben, camarón que se duerme…
Ricardo Santiago.



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