La mayoría de los seres cubanos coincidimos, y cuando digo seres cubanos me refiero a quienes no comulgamos con la revolución del picadillo, ahora de los curieles, en que ese mal, esa desgracia y esa vergüenza nacional, que es el castro-comunismo, tiene que ser proscrito y arrancado de raíz, incluyendo a todos sus defensores, sus cómplices y sus parásitos oportunistas.
Si no lo hacemos así ni el Sol nos va a dar y agonizaremos en oscuros rincones por toda la eternidad…
Muchos dicen que solo se puede extirpar tamaño fecalón a través de una lucha violenta, pues si algo han demostrado esos criminales, es que son sordos, ciegos y mudos, a los reclamos de la razón y de la justicia hechos mediante métodos pacíficos, legales y utilizando el sentido común, es decir, dicho en buen criollo, que empezando por fidel castro y hasta el último de esos mal nacidos, todos, absolutamente todos, se han cagado, literalmente hablando, en los reclamos de libertad, tolerancia, democracia y derechos del pueblo cubano.
Pero, yo, soy del criterio de que la dictadura castrista, desde que convirtió a Cuba en propiedad exclusiva de la familia castro, se ha preparado para enfrentar cualquier intento de “revolución” que pueda hacerle tambalear el control absoluto que ejercen sobre todo el país y sus habitantes, control que han mantenido y ejercido mediante la represión más brutal, cometiendo los crímenes más atroces, secuestrando la legalidad a todos los niveles, convirtiendo la Patria en un campo de batalla silencioso, elevando la corrupción física y moral a categoría de producto interno bruto e inoculando un miedo paralizante y absurdo en el alma de cada nacido y de los que están por nacer.
Desde principio de los sesentas del siglo pasado las estructuras represivas del castrismo están preparadas para ahogar en sangre cualquier levantamiento popular que surja del excesivo agobio que sufrimos como pueblo, del hambre que nos parte en dos, de la falta de libertades civiles, de la explotación por el Estado al ciudadano simple, de la vergüenza que provoca vivir en un país apestoso, de la vida miserable que todos tenemos y de la angustia por no vislumbrar un futuro que son, definitivamente, las causas fundamentales por las que los pueblos se tiran a las calles, provocan paros generales, huelgas indefinidas y desobediencia civil hasta que los dictadores abandonen el país o los maten.
Pero en nuestro caso es diferente, el diseño dictatorial totalitario es, y es dolorosamente triste reconocerlo, una genialidad maldita y muy bien aplicada.
El castrismo en Cuba hizo la ley y la trampa, creó un sistema jurídico totalmente dependiente a la cúpula de poder y maneja a su antojo quién vive o muere, con total impunidad, ante el aplauso de millones de sus seguidores y la complicidad de las instituciones internacionales y muchas democracias del mundo.
Hace un tiempo vimos, y cito a modo de ejemplo, cómo un delincuente, al servicio de la policía política, agredió con un “arma de matar” a un opositor pacifico, bandido cuya foto fue difundida en las redes sociales, incluso aun portando dicha arma, y no le pasó absolutamente nada. Entonces pregunto: ¿Y si hubiera sido al revés, si el opositor hubiera sido el agresor, la justicia “revolucionaria” habría actuado del mismo modo?
No, para nada, por todos es sabido que el régimen castrista no necita razones para asesinar, la totalidad de las veces inventa las causas y lleva a prisión, a inhumanas mazmorras, a todos aquellos que les resultan incómodos o que, de una forma u otra, se les enfrentan cuestionando la miseria y la maldita agonía con las que vivimos.
Es cierto que si todo un pueblo se rebela, cosa que, para empezar, no es creíble porque todavía son muchos los cubanos que, por una u otra razón, aun creen en esa porquería de revolución, la dictadura no podría meterlos a todos en las prisiones pero si tendría, y estoy seguro que sería la justificación que están buscando, la licencia para matar “legalmente” pues hasta han constituido, en esa falsa e ilegal constitución castrista, que la revolución y el tibor del socialismo serán defendidos de cualquier agresión hasta con las armas.
Yo, particularmente, no quiero esa matanza para Cuba y los cubanos, me niego a que otros pongan el muerto si yo no voy a ser el primero de los caídos, tenemos que tomar conciencia de que el régimen de los castro se entrenó muy bien en Venezuela y Nicaragua ahogando estallidos sociales y, vuelvo y repito, esa es la gran diferencia, ellos son unos asesinos y nosotros no.
¿Entonces cubanos?
Ricardo Santiago.