Los cubanos somos un pueblo con muy mala, con muchísima mala memoria.



Es exactamente eso lo que nos está matando en vida a los seres cubanos, la falta de memoria, el olvido, la dejadez, el descuido, el desinterés y los malos, los malísimos hábitos que portamos en nuestro ADN revolucionario por vivir en un país que envejeció estúpidamente, que quedó estancado, empantanado, inmóvil, detenido, subyugado desde hace más de sesenta y tres larguísimos años, que no se lava “ni la cara ni los pies” porque el jabón es un lujo, que no progresa, no rejuvenece y la mierda, la basura, los escombros y el desamor, lo engullen completico junto a sus edificios, sus calles, sus ciudades, sus campos y sus habitantes cubanos.
Una realidad que intenta esconder el castro-comunismo mientras culpa a otros, léase embargo económico norteamericano, crisis mundial o cualquier mierda que les convenga, de la gran destrucción, la miseria, la fealdad, los malos olores, los malos sabores, los sinsabores, las ventanas rotas, las ruinas post-revolución, el paso de conga, el buchito de agua, las miradas en el “horizonte”, la oscuridad, una silla cojita, el hambre en todas sus formas, la desnutrición del alma y el enorme desamor, que muchos sienten, por un país que se ha convertido en un fantasma “moribundo” a la espera del “juicio final” o de un verdadero justiciero que nos salve para siempre de ese maldito socialismo.
Esa, desgraciadamente, es la Cuba que nos ha dejado el castrismo. Una nación suspendida en el tiempo y en el espacio donde todo se marchita y nada crece. Un pedazo de tierra árida donde ni en los centros espirituales aparece la esperanza y solo proliferan el absurdo, los desfiles patrioteros para reafirmar la porquería y el espanto, la mediocridad elevada a memorándums estatales, la improductividad, la intolerancia, las falsas expectativas, las mentiras nacionales y un montón de “varones” en celo disputándose el último grito de agonía de una Patria seca, lastimosa y cundida de miserable cobardía.
Quien compara las imágenes de nuestro país, de antes de 1959, con las de ahora, no es capaz de entender cómo fue posible que nosotros, en un mundo donde el desarrollo de las tecnologías, la industria, el progreso y el chocolate con leche avanzan a pasos agigantados, quedáramos petrificados e inmersos en un enredo ininteligible de irracionales ideologías, mezquinos intereses creados, ambiciones de poderes dictatoriales y antiguas doctrinas involutivas de quítate tú pa’ ponerme yo, si te da le das, qué hace un pato con una pata en un cuarto oscuro, yo parí un hombre, si la envidia fuera tiña…, el odio es cariño y por seguir tus huellas me embarré los pies.
Dice mi amiga la cínica que ella, cuando ve en Por Eso Me Fui De Cuba las imágenes de esa Patria nuestra destruida y humillada, más allá del dolor y la tristeza descojonantes que siente, le provocan una especie de vergüenza “nacionalista” porque, según ella, aclaro, decir hoy que uno es cubano es como aceptar que venimos de un inmenso chiquero físico y espiritual donde las ciudades se han convertido en aldeas malolientes, los seres cubanos en salvajes “luchadores” y la vida en una rarísima forma de supervivencia donde de boca hacia afuera gritan viva el socialismo y para sus adentros se cagan en la madre de fidel castro y toda su parentela.
La vejez de un país se mide por la capacidad, o no, que tienen sus “gobernantes” para propiciar el desarrollo constructivo, la aplicación de nuevas tecnologías, la infraestructura de los servicios, el constante crecimiento de la economía, el necesario confort para vivir, el equilibrio en la relación oferta-demanda, diversidad, calidad y cantidad en las ofertas de empleos, el respeto a la individualidad de los seres humanos y, sobre todo, entender que una sociedad está en constante transformación y desarrollo y que solo la libertad, en todos sus sentidos, permite que la vida de vivir sea buena, hermosa, siempre joven y tenga “buenos olores”.
Por eso, justamente, digo que Cuba es hoy el país más viejo del mundo. En Cuba nada sucede que nos haga creer que el pueblo va a mejorar su calidad de vida mientras allí estén los castristas y su absurdo, retrogrado, ineficiente y criminal bloqueo económico, comercial, de pensamiento, de libertades, de buenas razones, de prosperidad, de paz, de armonía, de luz para ese espíritu, de “abre la muralla”, “cierra ramirito”, de la leche para los niños hasta los siete años, de dos libras de papas por persona, de pollo por pescado, del periódico granma, de la mesa redonda, de raúl castro, de todos los castro y de…
Ricardo Santiago.



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