Yo siempre digo que la verdadera existencia del socialismo, su maldad, su destructiva “razón de ser”, su tabique desviado, su escoliosis social y su degenerada antipatía por el pueblo cubano, como único se pueden entender, se pueden comprender, se pueden calcular y se pueden sentir es, primero, viviendo en Cuba a “puro sol y sereno”, segundo, como un cubano de a pie y, tercero, recibiendo un salario estatal, una jubilación estatal y dependiendo para comer, para bañarse, para dormir y para soñar, de las “gratuidades” o subvenciones que vende ese régimen a todos aquellos que no se salgan del burrito veintiuno, perdón, de la línea, la férrea línea disciplinaria que, para todos los cubanos, nos ha marcado, desde hace más de sesenta y tres larguísimos años, la revolución de las salchichas, el castrismo y el partido comunista.
Quienes no hayan pasado por la desagradable, malsana e inhumana experiencia de los cinco huevitos una vez al mes, las almohadillas sanitarias que llegan y se van volando, el café que sabe a agua de c…, la leche del niño se me cortó carajo, se me cortó y ahora qué le doy pa’l desayuno a este chiquito, la masa cárnica que parece un vomito de perro y que se la coma la madre de raúl castro o de díaz canel, los pregones, digo, los apagones de día y de noche, márcame en la cola pa’ cuando venga la pipa del agua llenar los cubos y el constante bombardeo informativo, por los medios de difusión castrista, de que la revolución marcha victoriosa, los sobrecumplimientos están al tutti play, el pueblo está más unido que nunca, resistiremos hasta que se vayan todos pa’ Miami y con las remesas ganaremos la emulación, divagan, tontean, elucubran y comen mucha mierda porque la realidad del socialismo, su ineficiencia, su inoperancia y su doctrina perdedora, donde mejor se reflejan, día tras día, con devastadora presencia, es en la vida doméstica de los seres cubanos sin que se vislumbre ni una simple mejoría.
Aquí podemos estar hablando la mar de tiempo. Las vicisitudes que pasa un ser cubano del pueblo, de esos que no tienen a nadie que les “tire un cabo”, son innumerables, acojonantes, impresionantes y parten el alma porque muchos de ellos, después de entregarle hasta la vida a esa revolución de los mismísimos infiernos, se ven, ellos y sus familias, en la más absoluta mendicidad, el más doloroso abandono, un hambre que se sale de lo humano y lo divino, una sed que pulveriza la saliva y un dolor enorme en medio del pecho al cuestionarse, sin remedio alguno, tanto sacrificio para qué…
Lo triste del caso es que no son ni uno ni tres, son cientos de miles los seres cubanos que están en esta desconcertante situación. La mayoría de ellos con las gavetas repletas de medallas y diplomas, los refrigeradores vacios, rotos, las barrigas pegadas al espinazo y mirando hacia el Norte, en silencio y con un nudo en la garganta, suplicándole a Dios que la parienta, a la que una vez le tiraron huevos y piedras por escoria, los perdone y les mande, aunque sea, una “mojita” pa’ comprarse un paquetico de perritos calientes o una botellita de aceite.
Porque al final de esta vida eso es lo único que le ha dejado el castrismo, el socialismo y el comunismo al pueblo cubano, un país fantasma, desquiciado, que sobrevive por obra y gracia de un exilio benevolente que no abandona a sus hijos como sí lo hace esa revolución de ladrones. Un régimen que no se cansa de reprimir, extorsionar y “secar” a una nación, y a su pueblo, mientras ellos, y sus familias, se dan la gran vida y se atracan de lo lindo.
Dice mi amiga la cínica que hoy cada cubano de Cuba tiene un sueño, “I have a dream”, que desafortunadamente la mayoría de ellos no sueña con ser libre, con salvar la Patria de las garras de esa dictadura, con hacer justicia por los millones de víctimas de esos hijos de puta, con construir un país próspero y sin peste, con recuperar el honor y el patriotismo perdidos, no, los cubanos de hoy sueñan con ropas de marcas, con el último teléfono de “moda”, con recargas y más recargas, con fiesta y pachanga, con levantar la mano pa’ estar de acuerdo en todo y no buscarse problemas y los más humildes, los más “insomnes”, con un simple ventilador, un ventiladorcito que nos eche un poquito de “fresco” que el calor es del carajo y los mosquitos se están comiendo vivos a los muchachos…
Ricardo Santiago.