Cuba, cubanos, sin vergüenza no hay libertad y sin dignidad no existe el patriotismo.



Para nadie es un secreto que fidel castro fue un mentiroso empedernido, un egoísta militante, un gourmet estomacal, un vacilador de la Coca-Cola, un comunista multi-millonario con muchísimas propiedades, un “sacrificado” del lujo y un tremendo perro descara’o que sumió al pueblo cubano en la más ridícula de las miserias, mientras se daban la gran vida él y su familia con “las mieles” del capitalismo que tanto decían odiar, y combatir, pa’ que no nos “empalagaran” y nos hicieran daño a nosotros los cubanos de infantería.
Pero en la práctica, en la concreta, en el agua de Milordo pa’ desayunar día tras día, la tan cacareada “liberté, égalité, fraternité”, que pregonó a los cuatro vientos ese vil sujeto, como principios básicos de esa mierda de revolución del picadillo, ahora de los curieles, y que nos hizo creer era “parejita” pa’ tol mundo, siempre quedó demostrado que en Cuba lo que funciona es la ley del embudo y que la libertad del castrismo es solo para que el pueblo se desgañite gritando patria o muerte, más muerte que patria, la verdad, la igualdad para la libreta de racionamiento por si llegan los huevos a la bodega y la fraternidad un parque de La Habana lleno de basura y porquerías que solo sirve pa’ que “ensucien” los pájaros y “cacen” los guarapitos meapostes del tibor del socialismo.
Dice mi amiga la cínica que yo debía escribir un libro sobre este fenómeno, tan complejo, que se apoderó de nuestra actitud después del 1 de Enero de 1959. Dice, también, que, para diferenciar tamaña maldición ética, debía llamarla “las muchas caras fidelistas” como la podrida cualidad necesaria para subsistir en el socialismo y que, por favor, sea bien crítico pues, según ella, este es uno de los males que más ha destrozado la nación cubana, y a los seres cubanos, en los últimos sesenta y dos larguísimos años de nuestra “revolucionaria” existencia.
Pero, bien, como yo no soy un escritor, tengo que seguir con este ejercicio de contar mis experiencias y que uno de verdad, un escritor, quiero decir, de los tantos buenos que tenemos, se interese por este tema y le ponga el cascabel al gato para desenmascarar a tanto hijoeputa que anda por este mundo defendiendo la peor tiranía que ha soportado un pueblo durante más de seis décadas.
En lo que sí concuerdo con la cínica, cien por ciento, es que el daño que nos ha causado a los cubanos, este flagelo de la “multi-jeta”, es funesto, destructivo, devastador y “despingante”.
El castrismo transformó la ética, la moral y la cívica, de todo un país, con la farsa de los “valores” del socialismo y del comunismo, para dar paso a seres cubanos que por delante, es decir, en las escuelas, en los centros de trabajo y en las calles de fidel, dicen una cosa, y por detrás, bueno, por detrás, cuando llegan a sus casas y no tienen agua, electricidad, ni qué darle de comer a sus hijos, solo hay que verles las caras, sin necesidad de escucharlos, para saber si esa estupidez de “se oye, se siente, fidel está presente…”, la sienten de verdad o es una mala palabra gigantesca, monumental o “muy perniciosa para mis oídos”..
Porque la doble moral no es solo atributo de los castristas, no, la doble moral es “condición cubana” pues es la única manera posible para sobrevivir en Cuba sin sufrir el escarnio dictatorial, la rabia del socialismo o la muerte en vida en una sociedad donde todo, absolutamente todo, está regulado, fiscalizado y controlado, por la “justicia social”, por el “bienestar del pueblo” o por un “patria o muerte, venceremos”…
Yo mismo en Cuba fui un “multi-jeta” connotado. En el Servicio Militar, hablo de principios de los 80s del siglo pasado, pequé de ingenuo al decir que estaba de acuerdo con que los familiares de “ambas orillas” mantuvieran comunicación y que esto no cambiaría la forma de pensar de un revolucionario porque bla, bla, bla…
Por poco voy hasta preso, según el político de mi unidad un soldado, con un fusil en las manos, y con mis “pensamientos”, era más dañino a la revolución del picadillo que un batallón de rubios marines americanos. Me dijeron que me retractara si quería “desmovilizarme” y hacerme merecedor de la Orden 20 del ministro de las FAR para continuar mis estudios en la Universidad.
Me gradué a finales de los 80s en la Universidad para los revolucionarios y durante toda mi vida en Cuba, hasta que emigré, hice absoluto silencio, por pura cobardía, aunque me moría de las ganas de gritar…
Ricardo Santiago.



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