En Cuba la “izquierda” no es una ideología…




La primera vez que entré al apartamento de mi vecino Pablo me sorprendió una foto de Marilyn Monroe a tamaño natural colgada en la pared. Era raro porque en Cuba, adoraciones de ese tamaño, sólo se veían y se le hacían al “máximo líder” y en lugares públicos, tipo “Rebelión en la granja”.
¡Tremenda jeba…! le dije, y recuerdo que me contestó: “Para mi representa otra cosa… yo soy gay… estoy enfermo, soy portador de VIH y me estoy muriendo…”
Hasta ese momento entre él y yo sólo existía la relación normal de inquilinos que viven en el mismo inmueble, nunca habíamos intimado o sostenido una conversación más allá del clásico saludo pues en realidad era un hombre muy introvertido, vivía de puertas hacia adentro y no se “metía en la vida de nadie y con nadie”.
“Mira… te dije que vinieras porque, primero: creo que puedo confiar en ti y segundo: quería decirte que desde hace un tiempo alquilo una habitación a amigos extranjeros y como tú sabes no tengo licencia para hacerlo. El problema es que ahora se me han unido dos alquileres, necesito que, si te parece bien, tengas a uno de ellos en tu casa por tres días, te ganas un dinerito y yo no pierdo a mi cliente, necesito alquilar porque debo alimentarme lo mejor posible y tengo muchos gastos.”
En Cuba la “izquierda” no es una ideología, es una forma de vida, todo cuanto necesitas para vivir tienes que resolverlo, adquirirlo, negociarlo o comprarlo por la izquierda. No es mentira si decimos que el pueblo cubano en su totalidad es “zurdo”, hasta los comunistas tienen que “escribir” con la siniestra, cuando nadie los está mirando, sino no comen, no se visten, no se bañan o no tendrían fuerzas para “hijeputear” como lo hacen.
Resolver por la izquierda es una frase muy común en Cuba, yo diría que de las más comunes. El cubano se ha habituado tanto a vivir de la ilegalidad en un país donde todo es prácticamente ilegal que ya no sabe o no puede distinguir cuál es el verdadero límite entre lo correcto y lo incorrecto. Sin lugar a dudas Cuba se ha convertido en un país corrupto, muy corrupto. La corrupción es inherente al comunismo por la incapacidad de este para generar prosperidad, facilidades de vida, abundancia y riquezas.
Gracias a Pablo por un tiempo logré mejorar mi economía personal, después “la cosa se puso mala” por culpa de los chivatazos revolucionarios pero mi vecino Monroe, como yo le decía para mortificarlo, y yo nos hicimos muy buenos amigos.
Me contó de su enfermedad y lo terrible que era padecerla en Cuba, que lo del gobierno, a favor de los enfermos de SIDA, era pura propaganda: “una porquería”, como él prefería decir, y que el abandono y el rechazo social eran tan grandes como la homofobia y la segregación que sufrían.
En Cuba los más grandes corruptos son los Castros. Mientras más alta posición se tenga en esa dictadura más se malversa, se roba y se trafica con los recursos y la vida de la nación. Sólo hay que ver el nivel de vida, las casas que poseen, los viajes al extranjero y las cuentas personales que tienen estos comandantes, generales, funcionarios oficialistas, figurines, figurones y locutores de televisión, cuando se supone que tengan un salario de: “proletarios de todos los países uníos…”.
A mi amigo Pablo una mañana le tocaron a la puerta unos “compañeros” del Instituto de la Vivienda, la policía y unos oficiales del Departamento de Inmigración y Extranjería. Lo acusaron de “actividad económica ilícita”, lo llevaron detenido a la Unidad Policial y le iniciaron un proceso legal para confiscarle su apartamento, ponerle una multa y amenazarlo con meterlo en prisión. Trató de defenderse pero fue en vano, el sistema de leyes en Cuba responde a los intereses de la tiranía y le quitaron su casa, sus posesiones y la poca vida que le quedaba.




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