Cuba: ¿Por qué somos un país tan letrinero y un pueblo tan miserable?



Y no lo digo yo, lo dice el propio régimen que cambió las falsas promesas, las ilusiones y las mismas esperanzas de sesenta y tres larguísimos años, por una “predicción” más acorde con la realidad del socialismo, cuando dice que este 2022 será un “tiempo” de mayor “austeridad”, de más sacrificios, de más descomposiciones de estómagos y de más “apretarse el cinturón” pues la cosa está que no es jueguito de muchachos y el “bloqueo” nos lleva a paso’e conga y a buchitos de agua.
Yo siempre he dicho que aparte de destruida, podrida, descompuesta y miserable, Cuba es un país donde convergen todos los tipos de surrealismos que uno se pueda imaginar. Resulta impresionante cómo el mundo, incluyendo a los seres cubanos, por supuesto, se queda como si nada ante tal aseveración lanzada por un régimen dictatorial que lleva sesenta y tres larguísimos años apretándole la cintura, qué digo la cintura, el pescuezo al pueblo hasta dejarlo casi en el penúltimo suspiro, una dictadura que no ha hecho otra cosa que “incivilizar” a un país llevándolo a la era de los metales, es decir, a subsistir con una lata y un palo, que ha convertido el producto interno bruto de una nación en un espíritu burlón, que ha alcanzado los mejores puestos en la historia de las “hambrunas” y que, además, por si fuera poco, se jacta de tener la sociedad más perfecta de estos tiempos porque tiene un pueblo que, a la hora de votar por cualquier porquería, asiste “masivamente” a las urnas a reafirmar su respaldo a la revolución del picadillo, al socialismo de alcantarillas y a los sinvergüenzas mandamases de su dictadura del proletariado.
Dice mi amiga la cínica que al final Cuba es un país de locos, unos bien agresivos dispuestos a reprimir sin explicación alguna, otros muy cuerdos con la inteligencia exacta para “no tomarse la medicina”, algunos muy hijos de puta que aceptan varios “electroshocks” mientras les den la jabita con el picadillo de soya, otros que rema, rema, que aquí no pican y nos vamos a “descubrir” el mundo con Colón que era un viejo… y la inmensa mayoría que padece la locura de la docilidad y toma la “vida” como venga porque, como dice el dicho, lo que te den cógelo que no hay más na’…
Mi amiga la cínica como siempre, con sus “locuras”, pero, bien, regresando al tema que nos ocupa: Cuba, Cubita la bella, es un país que semeja hoy un gran polvorín a punto de estallar pues el castrismo, después de desangrarnos sin misericordia, desde el mismísimo 1 de Enero de 1959, pretende que demos continuidad a la ya endémica miseria revolucionaria cuando el cubano carece de los recursos básicos para la subsistencia, la violencia ciudadana está desbordada, el comunismo arrasó con nuestras ilusiones, Mayeya no tiene agua, ni Olga los tamalitos, la Gallega está vendiendo hielo porque el rojo aseptil y el azúcar están perdidos, la cotorrita no habla porque no tiene pan y la pájara pinta no está en su verde limón porque sabe que si asoma la cabeza el pueblo hambriento la convertirá en “arroz” con pájara.
Mientras tanto, en otras tierras del mundo, nos debatimos en si debemos unirnos para lograr “cambios” o mantener el tira y encoge, el chisme y el brete, como el gran bochinche nacional.
Yo soy del criterio que la machacada unidad entre cubanos es absolutamente imposible. En la vida real ni siquiera creo que sea lo más importante a lograr para enfrentar a esa criminal dictadura, considero que nuestra fuerza radica en la enorme diversidad que tenemos y que “fusionarnos” en este minuto sería un gravísimo error pues podríamos, “inocentemente”, formar un nuevo M-26-7 con otro “excelso” líder haciendo de las suyas y esparciendo un montón de mierda.
De lo que aquí se trata es de definir conceptos, unificar criterios en cuanto a que con la criminal dictadura castrista no hay nada que negociar, pactar o “cambiar”, que todos los que hayan cometido crímenes contra el pueblo cubano tienen que ser llevados ante la justicia, que tienen que devolverle a los cubanos todo lo que se han robado, que debe desaparecer y declararse ilegal al partido comunista, que todas las estructuras dictatoriales tienen que ser borradas y que cualquier vestigio de esa siniestra ideología tiene que ser arrancada de la faz de la tierra.
Al castrismo, después de tener claros estos conceptos, cada cual puede enfrentarlo como quiera, desde quienes proponen “la lucha armada” hasta quienes creen que con una lata y un palo se tumban dictaduras, todas las acciones son válidas y una no excluye a la otra pues, al final, cada “loco” con su tema.
Ricardo Santiago.



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