Otro año “nuevo”, más reordenamiento, más mentiras y más hambre para los cubanos.



Otro “aniversario” de esa maldita revolución y los cubanos, con esa imbecilidad militante que nos caracteriza, a “festejar” se ha dicho, a despatarrarnos preparando el mejunje del alboroto socialista para tan “honrosa fecha” y a gritar que viva la dictadura, que vivan los muertos, abajo los derechos humanos, que baile el General de la pamela, que vivan nuestros ideales y que alguien nos salve del hambre tan tremenda que nos está matando.
Indiscutiblemente “marchando vamos hacia un ideal…” es uno de los pocos “logros” de los que puede jactarse la dictadura castro-comunista porque, en la vida real, de ideales y de promesas rimbombantes nunca pasaron, es decir, de revolución del picadillo convertida en alimentos, electricidad, agua potable, viviendas y futuro para los seres cubanos nada, nada de nada, puro cuentos, mentiras y ya sabemos que las ideas ni los ideales, ni llenan la barriga, ni quitan los parásitos y mucho menos, pero muchísimo menos, nos permiten conciliar las pesadillas.
Pero, desgraciadamente, los festejos por “otro” aniversario del “triunfo de la revolución” continúan, bochornosamente arribamos esta vez al número sesenta y tres con un país que se cae a pedazos, que hiede por los cuatro costados, que se hunde en una crisis sin precedentes y con un pueblo cada vez más desmemoriado, más escéptico, más vulgar y más conformista que solo espera a que sople un viento Norte pa’ largarse a donde el Diablo dio las tres voces.
Dice mi amiga la cínica que tal parece que a los cubanos nos gusta que nos pateen. Resulta inconcebible cómo aun asistimos obedientemente a cuanta mierda nos convoca esa dictadura para que salgamos, en las fotos domingueras, aparentando que somos un pueblo feliz, que tenemos la guardia en alto, que si me pides el pesca’o te lo doy y que con todo el mal que nos ha causado el castrismo todavía le damos gracias a fidel, a raúl y al soldadito de plomo, terrible pero cierto.
Pero debemos reflexionar, no podemos seguir pasando por tontos y que el mundo continúe mirándonos con lástima, con incredulidad y desprecio. La estratagema de fidel castro de convertir las festividades por el año nuevo en “esperar un nuevo aniversario del triunfo de su revolución” nos politizaron y nos ideologizaron, de la peor manera, el cubanísimo machito asa’o, la cervecita fría, el congrí y los tostones al punto de que nos olvidamos de las mejores tradiciones de nuestra nación para aceptar, con espeluznante indecoro, la caldosa colectiva hija legítima de las peores miserias del tibor del socialismo.
La historia de Cuba, sobre todo la de los últimos sesenta y tres larguísimos años, puede reconstruirse, también, por la chusmeria política que hemos desarrollado los cubanos, mejor dicho, los castristas, para validar un fenómeno involutivo que ha destruido a un país y neutralizado el sentido común de un pueblo que no ve que por todas partes nos están matando.
El 2021 fue un año bien difícil para todos nosotros, la principal tragedia que padecemos, el castrismo, se mantuvo inamovible, los jerarcas del Konsomol caribeño se agarraron, se sujetaron, de una tablita virulenta china para ejercer más represión, más muertes, más fe en la victoria y más desgracias, transmitiéndonos el absurdo e increíble mensaje de que este año sí venceremos, venceremos, venceremos…
Pero, de eso nada, una vez más quedó demostrado el inmovilismo de la revolución del picadillo, la absurda manía que tienen de no querer avanzar, que las ideas arcaicas de ese régimen prevalecen por encima de la hambruna nacional y que, en la práctica, no tienen, ni nunca tendrán voluntad, ni vocación “humanista”, para dejar respirar a un pueblo que exhala sus últimos “suspiros” de paciencia.
Los seres cubanos, sin querer o queriendo, nos hemos confabulado y hemos apoyado lo más traicionero, manipulador, tendencioso, criminal, oportunista y cobarde que nos ha vendido esa involución, una especie de “gran guerra patria” fabricada sobre la base de un fraude total y aplaudida por un proletariado bachatero y borracho, que nunca quiso darse cuenta que le servimos a esos canallas, en bandeja de oro, un país para que hicieran con nosotros lo que les diera la gana.
Pero, bueno, una vez más a “soplar la velita” de esa ignominiosa revolución, aunque yo me imagino que esta vez, después que tantos de nosotros hemos denunciado, desenmascarado y desprestigiado a esa dictadura, los deseos de todo el pueblo cubano sean de una Cuba libre de castro-comunismo, de justicia para todos nuestros muertos, de reinstaurar la Constitución de 1940, de Patria y Libertad, de democracia, de humanidad y de pan pa’ la “cotorrita”…
Ricardo Santiago.



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