Entre criminales, hambrientos, oportunistas e idiotas, anda el destino de Cuba.



Los seres cubanos necesitamos, de verdad, sin que me quede nada por dentro, otra “carga para matar bribones”, pero una bien grande, inmensa, gigantesca, “un rabo de nube” que arrase con toda la mierda con la que nos “embarró” el castro-comunismo y, de paso, se lleve pa’ casa del carajo a los castristas, a sus simpatizantes, a sus defensores, a los oportunistas, a los que dicen que no son ni carneros ni Julieta y a todo lo que huela a trabajo voluntario, a guardia del comité y a continuidad socialista.
Los seres cubanos, en realidad, hemos tenido demasiada paciencia con esos degenerados y sus testaferros, nos resignamos tanto y les permitimos tantos abusos que hoy por hoy son los dueños absolutos de nuestra Patria, de nuestros miedos y de nuestra miseria.
Porque, engaños y mentiras aparte, fidel castro fue muy hábil en cautivar a la gente más humilde de Cuba. Recuerdo que de pronto el país se inundaba con las imágenes del sátrapa subido a un tanque de guerra creyéndose el de cuatro tanquistas y un perro, en un cañaveral simulando que cortaba caña pa’ “ganarse” su refrigeradorcito, en el puerto descargando un barco con “alimentos para el pueblo”, rodeado de personas aclamándolo y baboseándolo en cualquier “discurso”, cuando el Maleconazo “poniéndole” el pecho al “enemigo” en medio de una multitud de escoltas y hasta dando instrucciones para que los cubanos no comieran carne, la “carnecita divina”, saca la mano caquita, y se atragantaran con moringa.
Por otra parte hizo públicas algunas medidas referentes a su persona que dejó boquiabierto a más de uno: “Renunció” a su salario de primer ministro, dictaminó que siempre vestiría el “glorioso uniforme verde olivo”, que llevaría la barba como “símbolo de pureza guerrillera”, que no tendría una “casa fija” porque el enemigo quería matarlo en cuanto lo agarrara dormido, que Cuba será un país “comunista” para toda la eternidad y que, por ley “sagrada”, la revolución de los apagones se dedicaría por entero a los humildes así que, de uno en fondo camaradas, entregando el “diezmo” para enriquecer al amo.
Los medios de comunicación, todos al servicio de la brutal maquinaria propagandística del régimen dictatorial-totalitario, se encargaron de gritar y alborotar con que el mal nacido de Birán era un “genio”, que trabajaba hasta las no sé cuantas de la madrugada, que casi no dormía, que era el hombre más desinteresado de la tierra, que no tenía defectos, que regalaba casas y carros a diestra y siniestra, que comía lo mismo que todos nosotros, que los imperialistas intentaron hacerle más de seiscientos atentados y de todos salió “vivito y coleando”, que los cubanos tenemos que “idolatrarlo” más allá del sentido común y que el que se haga el gracioso, y se cague en la madre de nuestro comandante en jefe, paredón, paredón, paredón… .
Todas esas barrabasadas, y muchas más, que me dan tremendo asco repetir, conformaron el mito de “invencibilidad” del tirano, lo “elevaron” de tal manera, lo dispararon tan alto, que muchos cayeron en la trampa de creer que ese diablo era inmortal y que no le “entraban” ni las brujerías.
Dice mi amiga la cínica que si todos los seres cubanos agarramos un pedacito de papel de cartucho con el nombre del mierda ese y lo metemos en el congelador, todos al mismo tiempo, segurito que en tres días lo olvidamos pa’l cara’ y no habrá mayor castigo, humillación y desprecio, para ese fulano que arde en el infierno, que nos pasemos su memoria, su recuerdo y su imagen de “invencible comandante” por el mismísimo c…
Una vez vi en Facebook una entrevista que le hicieron a un señor mayor, a un cubano humilde de pueblo, al que se le estaba cayendo la casa, viviendo en condiciones de extrema pobreza, en una situación realmente lastimosa, y el infeliz no se cansaba de decir, muy convencido, el pobre: “soy revolucionario y lo soy por ser negro, fidelista y…”, por un montón de barbaridades más.
Ese es el mayor daño causado por el castrismo a los cubanos, nos quitó la capacidad de pensar, de entender, de protestar y nos convirtió en unos muertos de muchos tipos de hambre.
El adoctrinamiento castrista es tan violento, sistemático, calculado, sanguinario y tan cruel, que la gente se muere en Cuba, con el estómago ulceroso, aplastados por un “derrumbe” y bajo los escombros abrazan la fotografía del sátrapa y la besuquean como en un trance estomacal infinito. Es una cosa de locos.
Ricardo Santiago.



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