La corrupción en Cuba: ¿Flagelo o estrategia de la dictadura castrista?





Bueno, bueno, bueno, al que le sirva el sayo que se lo ponga y que se aguante, que se joda, que grite y patalee pero: ¡Basta de jugar con la inteligencia de los cubanos!
Al final la revolución con minúscula del polvo de Santa Ifigenia terminó siendo un mazacote político, unos cartelitos con lemas panfletarios, una burla social, una arqueada de Jacinto el Diputado y una burda y muy mala interpretación de una propuesta humanista, supuestamente democrática y decente que nos vendió a los cubanos, a principio de los 60s, quien a la postre se convertiría en el Dictador más longevo de Las Américas.
En todos los países del mundo existen personas corruptas, oportunistas y ladronas, estas son características innatas al ser humano y este las pondrá más o menos en práctica de acuerdo a su conciencia y a su catadura moral.
En Cuba se puede ser todo eso, es decir, se puede ser un perfecto tránsfuga, un maniguiti profesional, un malversador de esto y de lo otro, un carterista de lo ajeno, un danzarín de las corruptelas rococó, un saqueador del erario público nacional y además ser revolucionario y comunista, una mezcla absurda pero cierta, nauseabunda pero real: ¡Increíble pero cierto!
¿Por qué? ¿Por qué en Cuba una persona puede ser un “inmoral batido tan letal”?
Pues creo, sin temor a equivocarme, que la respuesta está en la misma dictadura y sus principales ejecutores o la nomenclatura marxista-leninista de los fidelistas por siempre como les guasta a ellos autodenominarse.
Fidel Castro, para lograr que apoyaran sus crímenes y sus fanfarronerías, tuvo que privilegiar a los “históricos” con cierto poder y prebendas que los comprometieran a justificar sus planes de eternidad. Todos estos mequetrefes y esbirros “beneficiados” por el poder del “todopoderoso” crearon sus mini-imperios y han logrado sobrevivir, ellos y sus familias, sin salirse del guión, por más de medio siglo, a la sombra del “páramo en flor” en que se convirtió esa cruel dictadura. Aunque algunos de esos retoños de la barbarie escaparon al exilio, crearon sus propios negocios (“sin dinero”) y viven como Carmelina continuando con la gozadera con la que nacieron en Cuba: ¡Hum…!
De niño siempre me pregunté que cómo era posible que estos “humildes barbudos”, “aguerridos patriotas”, “desinteresados combatientes” y “antimperialistas consumados” pudieran ir a vivir a las mansiones de la “apátrida burguesía” que ellos, blandiendo las pancartas de la democracia y la justicia social, confiscaron y decomisaron arbitrariamente desde el mismísimo 1 de Enero de 1959.
Yo digo, ahora de grande, que ahí mismo comenzó el gran relajo nacional para los cubanos, la debacle de la decencia, el dale al que no te dio y el famosísimo: “a la fiesta de los caramelos no pueden ir los bombones”.
Todos en Cuba, viendo que los jerarcas del Partido y la revolución roban a las dos manos y viven como verdaderos potentados del arroz con pollo, les siguieron el ejemplo, les tomaron la palabra y: el niño hace mas lo que ve hacer…
Los dirigentes de abajo, es decir, los medios históricos, también se pusieron a inventar y a ponerse en plan gatica de María Ramos malversando y desfalcando a trocha y mocha, creyendo gozar de la misma impunidad hasta que: “ju, ju, ju, te picó el sijú”, protagonizando los más grandes escándalos de corrupción en la historia de nuestra querida patria.
Por suerte para ellos, por ser revolucionarios probados y recontra probados, “pasaron a ocupar otras funciones en la dirección del gobierno o el partido”, desapareciendo de la escena nacional y quedando sólo en el recuerdo de la picaresca popular.
Los de más abajo, los “jefes de base”, si van a prisión, de esos se pueden contar por montones, por miles, no los salva nada ni nadie, ni siquiera “el padrino que bautiza” porque sencillamente son sólo números en la geografía política del sistema y porque son perfectamente sustituibles.
La corrupción, el oportunismo y el robo son males intrínsecos al socialismo porque son su esencia, su savia vital. No puede existir otra sociedad con males tan descarados porque esta ideología es un invento para instrumentar, justificar y ejercer el totalitarismo, única y exclusivamente.
En el socialismo el concepto de propiedad social sobre los medios de producción supuestamente genera que “TODO es de TODOS”, pero la verdad es que “TODO” es de nadie porque desde el principio “TODO” siempre fue, es y será de una sola persona.
La corrupción en Cuba, generada por la propia dictadura, se ha apoderado de la sociedad y se ha convertido en un medio de vida para sobrevivir dentro de tanta lastimosa, absurda y eterna miseria.
Ricardo Santiago.




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