La vulgaridad, el desprestigio y el oportunismo, en la “oposición” anti-castrista cubana.

Yo siempre digo que los cubanos somos una cosa muy seria aunque una buena parte del mundo se desternille a carcajadas de todos nosotros.

Esta es una triste verdad a la que nosotros mismos hemos contribuido, durante estos casi sesenta y cinco larguísimos años de nuestra castrista existencia, con nuestros exabruptos estomacales, con nuestros análisis de esto o aquello, con nuestra miope visión del mundo en que vivimos, con defecarnos casi siempre fuera del toilet y con, entre otras muchísimas cosas, con nuestra furibunda oposición a todo y a todo lo que no concuerde con nuestra forma de pensamiento individual, colectivista o pandillero.

De los castristas se ha dicho todo o casi todo, de esos malnacidos se puede esgrimir cualquier cosa sin temor a exagerar o a equivocarnos, los muy hijos de fidel han hecho de todo, de todo, todo, todo, contra Cuba y contra el pueblo cubano hasta convertirlos en el despojo de país y en la desvencijada masa humana que es hoy la nación cubana.

Pero nosotros los “opositores” somos, con muy raras, rarísimas excepciones, mucha tela por donde cortar pues en nombre de la libertad de “mi Patria” nos hemos constituidos en miles de organizaciones, partidos, movimientos, asambleas, directorios, periódicos, youtubers, influencers, nalguitas y nalgones, chupando money-money, que hemos convertido la guerra contra la tiranía en un modo de vida y en una empresa para vivir sin tener que trabajar.

Peor aun es cómo lo hacemos. Yo digo que en casi sesenta y cinco años, de tira y encoge anticomunista, nuestro mayor logro es visibilizar los horrores cometidos por la revolución castrista contra Cuba y contra el pueblo cubano, esto es una verdad innegable, pasa que la comunidad y el mismísimo casto-comunismo se han limpiado el fondillo universal con nuestras denuncias y la mayor prueba es que la dictadura sigue ahí, plantada en su trinchera de mierda, apretando y ahogando cada vez más nuestra raquítica existencia.

Y eso lo digo, quiero decir lo logrado, por quienes lo hacen bien desde una posición altruista, desinteresada, de vergüenza y de patriotismo, en su enfrentamiento frontal contra los castro y sus amiguitos, pues hay otros, un grupo importante, que aun cuando hagan denuncias y defiendan la libertad de nuestros presos políticos, dejan mucho que desear pues mancillan, con sus actitudes café con lecheras, el verdadero sentido de una batalla sin cuartel contra un régimen en la que han perdido la vida o su libertad cientos de miles de buenísimos cubanos.

El chisme, “barrer el piso”, la difamación, las demandas, la gritería, las ofensas, los chats corre ve y dile, los méritos y deméritos, las “fincas”, las malas palabras, fulanito es chiva, menganito es maricón, las groserías y las defecaciones maternas, desgraciadamente, son la imagen que hoy, en un muy alto porciento, transmitimos al mundo de lo que somos y de lo que tenemos para tumbar el castro-comunismo en Cuba, una triste, muy triste verdad.

Por eso, lo digo una vez más, es muy difícil que nos tomen en serio, que nos respeten y que nos valoren, y al que le sirva la minifalda que se la ponga, no me importa, pues yo soy de los que piensa que la oposición anticastrista está muy enferma pero que, aun, puede salvarse, y no vengan a hablarme de unidad, por Dios se los ruego…

Ricardo Santiago.

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