Las mayores tragedias de Cuba son la mediocridad, la imbecilidad y el servilismo…



El problema más grave, más terrible y más devastador, que tenemos los cubanos, al final, no son los castro, es más, esa siniestra pandilla, a pesar de ser los dueños y máximos “gozadores” de nuestras riquezas nacionales, serían insignificantes si no contaran con el apoyo de un montón de “seguidores”, segundones, lamebotas, chivatos profesionales y aficionados, milicianos de las redes sociales, tracatanes seducidos y abandonados, represores pagados con pan con tripas, cederistas “exiliados” y muchos, pero muchísimos, más de la cuenta, imbéciles sin dignidad que se hacen los chivos con tontera intentando ocultar la miseria en que viven nuestros compatriotas para ganar “favores” de un régimen criminal que los utiliza, los recicla y los desecha, como si fueran cajitas de cumpleaños.
fidel castro fue un sujeto muy habilidoso para lograr que otras personas lo apoyaran ciegamente, fue tan así que la gran mayoría de sus admiradores eran capaces de hundirse “profundamente” en la mierda, mi comandante, para congraciarse con el gran líder de las fosas reventadas de La Habana.
Producto de su grandilocuencia y su ego patológico siempre se rodeó, incluso desde su época de pandillero en la Universidad, de debiluchos o “corticos” mentales incapaces de avizorar sus truculentas manipulaciones para hacerse con el poder y el control absoluto de lo que fuera, de cualquier cosa y a cualquier precio.
Ese apóstata del brete, de la traición y de las trampas mortales, nunca tuvo escrúpulos para imponer sus deseos, sus locuras, sus pajas mentales y los tantos y tantos disparates que repartió por toda Cuba, a tres por cabeza y marchando: Una vaquita desorbitada, un cafecito mañanero fantasma, un platanito gigante, arrocito desgranado, una ollita arrocera, una fabriquita de médicos y de maestros, un…
Desde el torbellino político de la década de los cincuentas, en la Cuba del siglo XX, este “genio embotellado”, avizoró que sólo obtendría la presidencia del país si creaba su propia “agencia” de zonzos pues en todos los partidos políticos de la época fue rechazado por hablantín, discursero, enredador y traidor.
Por eso ideó el ataque al Cuartel Moncada. Reunió a un grupo de infelices y generó uno de los actos terroristas más grandes de la historia cubana, provocando un sinnúmero de muertos de ambos bandos, sobre todo del suyo, y donde el muy miserable no obtuvo ni el más mínimo rasguño, entregándose días más tarde porque no soportó la picazón que le daban los bichos del matorral donde estuvo escondido para probar su férrea fe en la “victoria”
Absuelto de tan mísero episodio (en cualquier país del mundo por un acto semejante lo condenan a la pena de muerte), se fue al monte con otro grupo de segundones y tercerones y, por circunstancias que algún día los historiadores tendrán que desenmarañar con la verdad por delante, creó el mito de una maldita revolución triunfante con la cual, según él, devolvería a Cuba y a los cubanos la democracia, la Constitución de 1940 y elecciones libres.
Desde el principio, y un poquito antes también, eliminó, descartó y evaporó, a todo aquel que le pareciera inteligente, incluso si desde la brutalidad lo desafiaban: “desaparécelo que el infeliz no sabe lo que dice…”.
Los que quedaron “vivos”, los que se salvaron de la guadaña revolucionaria, socialista y castrista, pronto se dieron cuenta que lo más sano era el punto en boca y aplaudir cada vez que el tipo dijera cualquier tontería, pues esa actitud les reportaba mejores prebendas y, lo más importante, les mantenía la cabeza sobre los hombros y las nalgas en las “sillas de mandar”.
Con esos truenos Cuba se repletó de sujetos cuya mayor premisa era asentir a todos los caprichos y disparates del asalta caminos de Birán: SI COMANDANTE, COMO USTED DIGA COMANDANTE, USTED ES UN GENIO COMANDANTE EL INVENCIBLE COMANDANTE, ¡HAY ME DUELE COMANDANTE!…, convirtiendo al país en la gran finca del apellido castro donde, a parte de robar a su antojo, podía poner en práctica sus “ideas” sin que nadie se atreviera a enfrentarlo.
En fin, yo digo que los “musinguillas” de esa falsa revolución, y de ese socialismo de tempestades, son el principal problema de Cubita la traqueteada, son la verdadera causa por la que esa dictadura se mantiene en el poder y derrama tanta porquería sobre nuestra nación pues, a decir verdad, si esos obedientes y miserables “trastornados” les dijeran a los castro: “!basta, no vamos a repetir más sus putas mentiras…!”, hace mucho tiempo hubiéramos montado a esa familia de bandoleros en un tirapiedras gigante y jala, jala, que te jala…, ¡suéltalos coño…!, los habríamos mandado para casa del carajo…
Ricardo Santiago.



3 comentarios en «Las mayores tragedias de Cuba son la mediocridad, la imbecilidad y el servilismo…»

  1. Claro que sí! amarrandose bien los pantalones y las mujeres cambiar las sayas por pantalones que sugura los llevarían más firmes que los hombres y verán como la dictadura se va abolina.

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