Los gritos y el corre-corre porque viene la “Inspección”.

Los cubanos nos hemos pasado la vida entera preparándonos para la inspección. Yo digo que debemos tener el record Guinnes por ser el pueblo más inspeccionado, más escudriñado y más rascabuchado de este mundo.
El gobierno castro-comunista devino, sin consultárselo a nadie, como el gran inspector, controlador y fiscalizador de todos los cubanos, no importa en qué sitio este usted ni a qué hora, las huestes castristas de fisgonear le cambiaran de un sólo zarpazo la tranquilidad, el orden y la vida con el sólo hecho de que le anuncien: “Mañana viene La Inspección”.
Cuando uno es niño es víctima de este fenómeno en las escuelas, en los diferentes niveles de enseñanzas. Entonces ese día, y no otro, había que ir con el uniforme correctamente, los varones peladitos todos a la usanza de los konsomoles: “peladitos se ven más bonitos”, las niñas con las sayas a la altura de las rodillas, no se podía corretear ni en el patio ni en los pasillos, ni hablar alto y mucho menos fajarnos, ah y que había que decir la “verdad” cuando nos preguntaran algo, sobre todo que papá Fidel es nuestra máxima inspiración y: “para decir el lema uno, dos y tres…”.
En las Escuelas en el Campo (becas) “la cosa” tomaba connotaciones más aberrantes. A todo lo anterior se unía “la limpieza del Centro”, la organización física de todo lo que se pudiera ver, de esconder los regueros para que los “compañeros se lleven una buena impresión y no crean que somos o vivimos como unos puercos”. Todos a limpiar, a ordenar y a recoger que hoy nos van a dar un buen almuerzo para recibir a la visita. Este tema merece un artículo para él solito.
En el Servicio Militar Obligatorio otro tanto, yo digo que peor porque al final resultaba hasta más ridículo. Los cuarteles tenían que brillar para que el resplandor escondiera la inconformidad, la desesperación y la tristeza de una tropa cansada por tanto encierro, marchas a todas horas y gritos para alertarnos de que el enemigo estaba ahí mismo, muy cerca, “cerquitica del Vedado”. Noches enteras sin dormir por la guardia combativa y los preparativos constantes para una Inspección de los “amigos” y comprobar que la disposición combativa estaba a la altura de nuestros mártires del Moncada. Dios este es otro tema para escribir y reflexionar.
En los centros de trabajo lo mismo. Había hasta comisiones para “embellecer” el recinto con fotos de quien tú sabes y muchos letreros repitiendo sus palabras, toda una verdadera inundación de estampas revolucionarias y el clásico cartel “GANAREMOS LA EMULACION”.
En la sociedad socialista las personas e instituciones siempre están en constante emulación, parece que es condición indispensable para la vida y el desarrollo de la sociedad, aunque en realidad no recuerdo haber estado nunca en algún lugar donde la ganáramos, así que me quedé con las ganas de saber qué se siente al conquistar la emulación socialista.
Las Inspecciones son otra farsa más de este gobierno de incapaces. En realidad ninguna inspección revolucionaria resuelve problema alguno porque cuando llegan a los lugares lo encuentran todo limpio y “organizado”, embellecido y lustroso. Sólo que si usted es solo medio suspicaz y revisa los rincones, los falsos techos o debajo de las mesas, encontrará que: la inoperancia del sistema está justo ahí, en su enorme doble moral sin inspeccionar y sin cuestionar.