¿Podemos liberarnos los cubanos de esa cruel, criminal y hedionda dictadura castro-comunista?



Yo digo que los seres cubanos, muchas veces por necesidad, y otras por desesperación, somos propensos a llenar los “vacíos” que provoca vivir bajo una criminal dictadura, sin que la mayor parte del tiempo nos preguntemos, nos detengamos a pensar, cuál es el origen real de nuestros sufrimientos, por qué tenemos una vida tan miserable y a qué se debe tanta destrucción, tanta pudrición y tanta indigencia que hoy tiene nuestra Patria.
Digo esto porque en los últimos tiempos se ha desatado una competencia muy vulgar, ya sea pública o en las sombras, entre quienes supuestamente queremos una Cuba libre de castro-comunismo, y léase aberración neuronal en todas sus manifestaciones, con argumentos muy alejados de lo que significa una verdadera posición democrática para enfrentar y vencer a la peor de las antidemocracias.
Porque, en este sentido, y parto de la premisa fundamental de que nuestro enfoque debe estar dirigido a destruir esa desgracia nacional en su esencia, en su raíz y en su espíritu, porque no hacemos nada con derrotar a la bestia, ajusticiar a todo los que han devastado a Cuba y a los cubanos, “ahorcar al chino” e instaurar una verdadera democracia, si mantenemos en nuestras actitudes la intolerancia, el quítate tú pa’ ponerme yo, el oportunismo, la mediocridad, la chusmería, las malas ideas, la violencia física y verbal, la corrupción y el picadillo de soya por la libreta.
Es cierto, sin intenciones de justificar a nadie, que la mayoría de los seres cubanos vivos nos formamos física y espiritualmente bajo el más férreo adoctrinamiento castrista y que nos cuesta mucho, muchísimo trabajo, desprendernos de esos malos sentimientos que nos inocularon como objetivos fundamentales de los programas de formación del hombre nuevo-nuevecito de la revolución del picadillo.
Pero, cubanos, también es cierto que al menos más de tres millones de nosotros hemos conocido de cerquita la democracia real y es hora de que empecemos a despojarnos, de una buena vez, de las horribles manifestaciones demoníacas que aun persistimos en cargar sobre nuestros hombros.
Romper con todo vestigio del fidelismo es el primer paso para vencer “al monstruo que nos oprime” pues este será la primera demostración de que esa criminal doctrina no es invencible. La “invencibilidad” de la revolución del picadillo está en nuestra incapacidad de no poder desprendernos de los “valores” que, como genética aplicada, aun cargamos en las mochilas de andar por la vida.
Y es que el ser cubano no necesita de nuevos patrones para imitar, suficiente desgracia tuvimos con la cagarruta de Birán que intentó moldearnos a su peste y semejanza y que, en muchos casos, logró que un buen número de nuestros conciudadanos se le parezcan y continúen manteniendo la agonía de la nación cubana.
Nosotros tenemos en José Martí el principal ejemplo de oposición a la injusticia, a la opresión, a la vulgaridad y a la desidia. Un hombre que más allá de enseñarnos el concepto PATRIA nos indicó el camino de la LIBERTAD y nos demostró que PATRIA y LIBERTAD son dos amantes muy enamorados que van de la mano, muy apretados, para que nadie les arrebate lo que con tanto sacrificio, y demasiado amor, construyeron para ellos y para sus hijos.
Muchos hoy hablan que debemos combatir el adoctrinamiento socialista y me parece fundamental pero, pregunto: ¿y el otro, el que vemos en algunos de los que se autodenominan líderes de la oposición o en sus voceros o “ecos” en las cuevas, perdón, en las redes sociales?
El momento que vivimos es crucial para definir el enfrentamiento al castrismo. Las rabias de supermercado, como esas que oímos de yo hice en Cuba contra la dictadura y tú no, yo estuve preso y tú no, a mi me dieron tres bofetones y a ti no, yo tengo derecho a ser presidente y tú no o tú te compraste un durofrío de fresa y yo no, no conducen a nada y sí le dan la razón a la dictadura de que en nuestra desunión está su fuerza, y a las democracias que nos observan, con vergüenza ajena, que somos un pueblo que no quiere ser libre.
Nuestro enemigo es uno solo, es grande, monstruoso y nos lleva más de sesenta larguísimos años de ventaja en armar bretes, torcer destinos y camuflar intenciones, no continuemos cediendo terreno y ampliando esa ventaja.
La diversidad de proyectos que hoy existen para vencer al castrismo es sin duda el punto más fuerte que tiene la oposición cubana. Cada uno con sus matices coinciden en un denominador común y es que la libertad de Cuba solo sucederá sin los castro, sin sus lacayos y, digo yo, sin esa desagradable mentalidad de esclavos que…
Ricardo Santiago.



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