¿Podemos los cubanos, de alguna forma, derrotar a esa maldita tiranía?



Bueno, debo reconocer que es cierto, debo aceptar que la mayoría de nosotros coincide, e insiste, en que solo con “plomo”, del bueno, podremos sacar a la dictadura castro-comunista del poder en Cuba, poner a tantos y tantos de sus jefes y sicarios ante los tribunales y hacer verdadera justicia para un país, y un pueblo, que ya no pueden más tras más de sesenta y dos larguísimos años de sufrimientos, padecimientos, esclavitud, abandono, hostigamientos, racionamientos, hambre, miseria y “díaz-canel”.
Si bien coincido en que solo mediante la fuerza esos criminales podrán ser exterminados de la faz de la tierra, debo apuntar que considero inviable, por muchas razones, cualquier acto donde estén implicadas las “armas de matar” en manos de opositores, disidentes o cualquiera que, sencillamente, no esté de acuerdo con esa cruel tiranía.
Y reafirmo esta idea porque estoy convencido que la mediocridad, la idiotez y la criminal mentalidad del castrismo, solo está esperando cualquier acto de “agresión armada”, contra sus “poderes”, para desatar una feroz matanza contra los cientos de miles de hombres y mujeres que hagan pública su rabia contra el régimen, que osen tomar “las armas” en nombre de la libertad o que protagonicen actos de desobediencia civil que remuevan “las sólidas” estructuras sobre las que se sostiene esa brutal dictadura.
Por otra parte hablar de una invasión militar de otro país, ya sea mediante el desembarco de tropas o golpes “quirúrgicos” con bombas “inteligentes”, es otro gran error pues el castrismo supo protegerse muy bien, desde los 60s del siglo pasado, con tratados y pactos de no agresión militar de todo tipo, a la vez que llevan más de medio siglo desarrollando, impulsando e imponiendo, mediante sus campañas mediáticas de compra y trasiego de influencias, de falsas cooperaciones internacionalistas, de chantajes e intimidaciones y de cualquier otro método que les signifique ventajas, la asquerosa teoría de David contra Goliat para hacerse las víctimas aunque, en la vida real, ellos son el único y verdadero monstruo en esta viejísima historia.
Entonces: ¿Qué nos queda? ¿Cómo sacudirnos, de una vez por todas, esa plaga “bíblica” que se apoderó de Cuba el 1 de Enero de 1959?
Como he dicho la mar de veces el castrismo nos lleva 60 años de ventaja en armar estrategias, camancolas, chismes y bretes, desacreditaciones, falsas acusaciones y, lo que es peor, mucho peor, llevan esa misma cantidad de años organizados, unidos, formados y uniformados, alrededor de la “idea” de que tienen, “obligatoriamente”, que defender la patria, el picadillo, a fidel y al socialismo, hasta con la última gota de sangre.
Yo digo que enfrentarse a un “ejército” tan estúpidamente armado, polar y encasquillado, solo es posible mediante actos inteligentes pues la irracionalidad del castrismo, aun cuando los ha mantenido en el poder “eternamente”, considero es realmente su punto débil.
Mientras los castristas están bien unidos, compactados y entortillerados, nosotros, quienes nos les oponemos, vivimos en total desarmonía, sin ponernos de acuerdo y sin entender que de lo que aquí se trata es que aceptemos y respetemos la enorme diversidad de ideas, proyectos, planes y estrategias que tenemos, desde el pacifismo silencioso, el pacifismo militante, las tradiciones de lucha de los históricos, las denuncias de los presentes, hasta las “acciones armadas” gritadas por algunos que ven este acto como la única solución a las desgracias de Cuba.
El castrismo y sus órganos de inteligencia fueron muy habilidosos para sembrar, desde los inicios mismos de la revolución del picadillo, una “disidencia” política y económica aquí en el exilio de la cual se han enriquecido tanto material como ideológicamente durante todo este extraño y largo tiempo.
Para quienes mostramos una “agresividad” desmedida contra el régimen castrista, y somos parte de este exilio “militante”, es preciso que entendamos, según mi punto de vista, que nuestra lucha hemos de desarrollarla aquí, contra ese gran “batallón” de infiltrados que, sin dudas, son un horcón importante para esa dictadura y que si logramos desarticularlos, ya sea mediante la presentación de pruebas ante las autoridades norteamericanas para que revisen sus “casos”, la desacreditación de esos individuos en las redes sociales y la denuncia constante a esas ratas que mintieron para ingresar a Estados Unidos, por ejemplo, estoy más que convencido que le daríamos un duro, un durísimo golpe al corazón de la bestia.
La batalla en Cuba es menester de los cientos de organizaciones y seres cubanos que allí luchan, en condiciones desiguales, y nuestra función es apoyarlos, ayudarlos y hacer público, mediante nuestros recursos, las atrocidades que cometen contra ellos la policía política, la policía-policía y la brutalidad “estatal” de la dictadura más terrorífica que ha existido en toda la historia de la humanidad.
Ricardo Santiago.



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