¿Qué es más terrible la destrucción física de Cuba o el desastre moral del pueblo cubano?

Yo digo que las dos son igual de terribles, acojonantes, humillantes, anti-cubanas, menesterosas, miserables, egoístas, lujuriosas, vergonzosas, innecesarias, un poquito merecidas y mayormente castro-comunistas.

Dice mi amiga la cínica que la peor de todas las barbaries, cometidas por el castro-comunismo en Cuba, la más cruel y la más sangrienta, es la indigencia moral a la que ha llevado al pueblo cubano y hasta donde nos ha hundido como nación, pues nos costará mucho, muchísimo, devolverle a ese pueblo, reintegrarnos a nosotros mismos, la cubanía, los principios, la hidalguía y los valores, que un día tuvimos y que nos diferenciaron, como Patria cubana, entre el resto de los países del mundo.

Para algunos, entre los que me incluyo, el daño antropológico, intelectual y mental, causado por esa mal sana ideología, es demasiado grande, demasiado intenso y demasiado penetrante. Fueron muy pocos cerebros los que, en los primeros años de esa maldita revolución, se salvaron de tamaño engaño y no cayeron ante las mentiras, los embustes, las falsas promesas, el estado de terror, el adoctrinamiento, los patria o muerte, paredón, paredón, paredón, el odio proletario, la envidia de los obreros y campesinos, ocho te pongo el mocho y nueve te lo quito y te lo boto, de una masa socialista manipulada hasta el frenesí, la locura y la comemierdería, por el falso fidel de la montana, por el mediocre y criminal che comandante, che guerrillero, todos los niños seremos… y por un raúl que, según las malas lenguas, es una sádica yegua asesina, ladrona, cobarde e hija de puta.

Porque es triste, muy triste, la destrucción física de nuestro país, es decir, la letrina pocilguera en la que fidel castro y sus seguidores, a nombre de una revolución socialista que nunca revolucionó nada, nos hundió hasta el cuello, nos “borrón y cuenta nueva” como el país civilizado y moderno que éramos en 1959, y que tras más de seis décadas de constantes inventos absurdos, de pajas mentales de un líder omnipotente y cagalitroso, de cíclicas rectificaciones de sus mismos y repetidos errores, de ahora sí vamos a construir el socialismo, de reordenamientos innecesarios y de cagadas ancestrales intentando defender lo indefendible, fueron tumbando un edificio tras otro, hicieron desaparecer una de las más grandes masas ganaderas del mundo, ahuecaron cada calle, cada carretera, cada camino, cada terraplén, cada trillo y cada guardarraya de este planeta, desecaron campos de cultivos agrícolas importantes, ahuyentaron los peces, los camarones y las langostas de la plataforma marítima insular, nos cortaron el agua y la luz, nos cambiaron al Pato Donald por el tío Estiopa y nos apagaron, para siempre, cada una de las estrellas que nos iluminaban el camino a los cubanos.

La realidad es que Cuba parece hoy un país bombardeado y desbastado por una guerra sin cuartel y sin lástima, tierra de nadie, un agujero pestilente, un enorme basurero echado al olvido donde pululan las peores alimañas, los más sanguinarios bichos del monte y las peores bestias de dos patas disfrazadas de policías tú eres mi amigo.

Pero de esa tamaña destrucción, aunque usted no lo crea, se sale. Yo digo que a la vuelta de entre cinco y diez años, los cubanos tendremos, luego de la reconstrucción física nacional, un país nuevecito, limpito, oloroso a jabón y colonia, con enormes extensiones de tierra cultivadas de platanitos fritos, con el camaroncito duro nadando feliz por nuestras costas, con la vaquita lujuriosa trotando orgullosa por sus pastizales, con las calles, los caminos, los trillos y las guardarrayas rellenos de jamón y queso y hasta con un cohete sideral, nuevecito, parqueado en la esquina de la casa listo para ir a buscar las estrellas que nos robaron.

Pasa que lo otro, es decir, la compostura moral de todo un pueblo, nos va a costar mucho más trabajo pues tendremos que dejar parte de nuestras vidas en devolverle, al cubano de hoy, la confianza, el respeto, la ética, la cordura, la inteligencia, los valores, el amor al trabajo, la paciencia, el honor y el patriotismo que hemos perdido.

Yo digo, y confío, en que la reconstrucción física de nuestra Patria nos ayudará a erradicar los rezagos del castro-comunismo en Cuba, aun así, considero que no debemos esperar con los brazos cruzados a que ese momento llegue y debemos empezar, desde ya, a gritar Cuba qué linda es Cuba…

Ricardo Santiago.

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