Bueno, a decir verdad, este es otro tema complejo, muy complejo, porque a los cubanos, como pueblo, como masa cárnica, perdón, como masa compacta de estudiantes, obreros y campesinos, del orden y del desorden revolucionario, nos cambiaron, nos enmarañaron, nos confundieron y nos trastocaron muchos conceptos, de la realidad objetiva, como por ejemplo: mercenarismo por internacionalismo, comemierdería por altruismo, esclavitud por voluntariedad, chantaje por gratuidad, destrucción por revolución, sumisión por lealtad, igualdad por tres pa’ mi, uno pa’ ti, dios por líder, Patria por muerte, odio por amor y eterno sacrificio por un hambre de tres pares de coj…, entre muchos conceptos apocalípticos más.
Esto para empezar, porque luego vino lo otro, lo peor, lo más terrible, lo que nos definió realmente como un pueblo de zombis vestidos de milicianos, como una nación de mansos burritos correteando tras una zanahoria imaginaria o como un país hundido en su propia mierda y que, aun así, es capaz de hablar de logros, de conquistas, de avances, y de gritar viva la revolución, viva el cambolo de Santa Ifigenia, viva el General de la pamela con su belicosidad amanerada y viva ese terrible socialismo de tempestades, creyendo, aceptando y adorando, cada una de las falsedades que nos impusieron, y hoy andamos, incluso por el mundo, repitiendo una cantidad enorme de sandeces que parten el alma.
Porque, es cierto, tal parece que nos abrieron nuestras cabecitas alucinadas y nos metieron dentro una bota rusa, nos sacaron nuestros cerebritos de pensar para introducirnos un disco rayado que solo repite, constantemente, las mismas estupideces, los mismos disparates y las mismas mentiras de que Cuba y su pueblo, con esa maldita revolución del picadillo, alcanzaron un escalón superior en la historia, los cubanos somos muy felices, estamos muy agradecidos de nuestro comandante y de su flota de asesinos, ladrones y sinvergüenzas, Cuba es tierra de prosperidad, paz, “dame la mano y danzaremos”, y es, también, socialismo o muerte, el reino de los cielos donde todos sus dioses, ángeles, querubines y pequeños diablillos, tienen la barriga llena, el corazón contento, una carita de felicidad, todos parejitos, de uno un fondo compañeros y quién es el último pa’ comprar las papas.
Y en esas terribles y larguísimas colas, en esos desesperantes tumultos de la revolución, en esas agobiantes moloteras pa’ conseguir algo de comer y con qué alimentar a nuestros hijos, ahí, ahí precisamente, fue donde inutilizamos el sentido común, perdimos nuestras principales y más importantes neuronas y dejamos de ser seres racionales para convertirnos en maquinitas, a merced de un régimen totalitario, sirviéndoles como propaganda engañosa, mintiéndole al mundo y diciendo, que este dolorcito ulceroso que tengo en mi estómago, es por culpa del imperialismo yanqui, de la gusanera de Miami, y no del hambre socialista que me está matando y que me tiene medio trastorna’o.
En esas andamos, perdidos en el platanal de Bartolo, digo, en el “marabuzal” de los castro, sin querer entender que somos un pueblo que padece una hambruna nacional, que somos ancianos, hombres, mujeres y niños que tienen un hambre del carajo y, es más, que somos una nación donde casi todos, o todos sus habitantes, tienen o padecen muchos tipos de hambres.
Y aquí debemos hablar de la “estomacalidad” cubana como manifestación de una ideología que asienta sus principales preceptos en la escasez, en el racionamiento, en la represión, en la corrupción, en el “reordenamiento intrascendente” y en el adoctrinamiento continuado.
Porque, al final, nosotros los cubanos hemos logrado acumular, durante estas seis décadas de gritar viva la mierda, muchos tipos de hambres, muchas formas de desear esto o aquello sin poder alcanzar ni siquiera un cachito, mucha carencia hasta de lo imprescindible para vivir y una necesidad enorme de abrir los ojos, para que nos entre un rayito de luz, porque una “mano negra” nos los tiene tapados y no nos deja ni “respirar”…
Y si hambre es, según los estudiosos de la lengua que no se quiere y dice las mayores verdades: “Escasez generalizada de alimentos básicos que padece una población de forma intensa y prolongada…”, en eso los cubanos vamos sobrados, nadamos en la “abundancia”, somos los primeritos en la cola de los pobres de la tierra y no hay quien nos haga un cuento sobre cómo convencer a nuestros hijos de que el socialismo es bueno y que mala fue la madre que lo parió.
Aun así insisto, llamo la atención y trato de explicar que las muchas hambres nuestras, incluyendo el hambre de libertad, solo serán erradicadas de Cuba, nuestra isla querida, una vez que entendamos que la única causante, de la tamaña hambruna que padecemos, es esa maldita revolución socialista que nos tiene a todos digiriendo úlceras y cagando tempestades, así de simple.
Ricardo Santiago.