Yo, si de algo estoy seguro, es que la Patria no nos contempla orgullosa a los cubanos.



No sé ustedes pero yo, cada vez que veo imágenes de la precariedad, de la destrucción física y espiritual que le ha causado el castro-comunismo a nuestra bendita Patria, se me parte el alma, siento una apretazón tremenda en medio del pecho y me da una pena muy grande porque tengo que reconocer que nunca en Cuba, en toda nuestra historia nacional, fueron más ciertas aquellas desgarradoras palabras de: “Aunque tú me has echado en el abandono, aunque ya han muerto todas mis ilusiones…”.
Y es que, independientemente del estrago material generado por la dictadura castrista, durante más de sesenta y tres larguísimos años de nuestra fatídica y revolucionaria existencia, lo peor de todo, lo que más a mi me entristece realmente, más vergüenza ajena me provoca y más “qué dolor, qué dolor, qué dolor, qué pena…”, es ver cómo los seres cubanos somos tan indolentes, nos acostumbramos, no nos inmutamos, aceptamos y convivimos en un país donde la “mierda” se ha institucionalizado en ministerios, le han intentado encontrar un lugar en la historia, le han dado la categoría de “materia prima” ilustre, le han erigido monumentos nacionales y, aunque muchos no lo crean porque prefieren pensar en otra “cosa”, la han transformado “en el lenguaje misterioso de tus ojos…” más representativo de esa revolución salchichera y de ese socialismo de alcantarillas.
Yo siempre digo que en esta vida tenemos que ser positivos y mirar hacia adelante porque “el amor que ya ha pasado no se debe recordar…”. Pero es que por más que intento sobreponerme a tanta desidia, a tanta demagogia, a tantas justificaciones y a tanta, pero tantísima, incompetencia calculada de ese régimen, las imágenes me regresan en las redes sociales, en internet y en el último desfile del 1 de Mayo, para decirme, una vez tras otra: “siento que todo está perdido…”.
A algunos, como he dicho otras veces, les parecerá que exagero, pero les puedo asegurar que la experiencia cotidiana de denunciar a la tiranía castrista, es decir, a la peor pesadilla que sufrimos Cuba y los seres cubanos, es una realidad muy bien documentada donde es fácil demostrar cómo el odio, la irracionalidad, la mediocridad, el oscurantismo, la falsedad y la doble moral de un sector practicante de esa maldita ideología y de “otras”, tienen cautivo el espíritu emprendedor de un pueblo y la prosperidad de toda una nación para uso caciquero.
Porque la única experiencia real que obtuvimos los seres cubanos después de vivir, de experimentar como ningún otro pueblo, de sufrir y soportar por más de medio siglo, por más de seis décadas sobreviviendo el invento de revolución social que, y hay que reconocerlo aunque nos duela, aceptamos la mayoría de nosotros el 1 de Enero de 1959, no fue otra “cosa” que la “socialización” de la miseria, de la peste, del mal olor, la nacionalización del hambre, las mentiras disfrazadas con promesas de grandes manjares donde “asaremos” animales exóticos o en peligro de extinción, construiremos enormes edificios para gritar contentos esta es tu casa fidel, yo amo a la revolución y la revolución me ama, igualdad para todos, un supositorio “free” para la salud del pueblo, una libretica y una linda maestra para decirnos, desde que somos chiquiticos y de mamey, que la culpa del hedor a pocilga, a chiquero, a letrina con “salideros” que tiene la patria, lo tiene el imperialismo yanqui con su criminal e injusto “bloqueo” económico y comercial.
Es precisamente por eso que hemos de despertar. Es cierto que somos víctimas de la más sofisticada dosificación mental de una mentira, de una gran estafa, de una burda farsa muy bien elaborada, e introducida en nuestras conciencias, para defender a un grupúsculo de “potentados” que no solo han exprimido a Cuba, no, también nos han utilizado desvergonzadamente como militares, como profesionales y como defensores directos o indirectos de ese régimen dictatorial para apoderarse de multimillonarias fortunas que solo disfrutan ellos y sus parásitas familias.
Mientras continuemos los seres cubanos en este babeo existencial “con nuestra cruda realidad”, en esta complicidad pasiva con el socialismo y el comunismo, en este “todos los niños del mundo vamos una rueda hacer…”, seguiremos “disfrutando” como cobardes patrioteros de las grotescas y lastimosas “postales” que salen de nuestra Patria que, además, no nos contempla orgullosa, y donde las miserias, las ruinas y las lágrimas negras del pueblo cubano “…por las cuatro esquinas hablan de los dos, que es un escándalo dicen y hasta me maldicen por darte mi…”.
Ricardo Santiago.



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