Los niños cubanos y la “felicidad” castrista.

ninos mix

¿Son felices los niños en Cuba? No. No pueden. Es imposible. El problema es que la inmensa mayoría de ellos, incluyendo a sus padres, no lo saben porque están engañados, adoctrinados, manipulados y son utilizados desde las más tempranas edades para hacer el «juego politico» de una de las más horribles dictaduras en la historia de la humanidad. Esta es la más triste y cruel de las realidades que vivimos en nuestro país, lo creamos o no.

“A la rueda rueda de pan y canela…”

La primera prueba de mi verdad es esta: “Pioneros por el comunismo seremos como el Che”.

Los niños cubanos no tienen elección, tienen que decirlo, repetirlo y creerlo como si parecerse a este sátrapa fuera sabia vital para la vida o un pasaporte para «viajar» a una «mejor» moral revolucionaria. Pero pura mierda, el sátrapa y la moral revolucionaria. Puro bla, bla, bla inefectivo pero obligatorio en un pais donde es más importante parecer que ser.

Comunismo es una palabra fuerte, muy fuerte e inintelegible. Obligar a niños a repetir algo que no entienden es un crimen, pasa que al régimen no le importa en lo más mínimo afectarles su ingenuidad y la capacidad de cómo quieren pensar o decidir a quién realmente quieren parecerse: “que son sólo niños, coño, que no ves que no entienden lo que dicen”.

“Dame un besito y vete para la escuela…”

Yo siempre le digo a mis hijos que no tenemos que parecernos a nadie, en lo absoluto, ni siquiera a nuestros padres, que somos el resultado de experiencias vividas y aprehendidas durante la vida y que es nuestra elección decidir cuál es el camino a seguir para ser mejores o peores personas, de esto se trata, lo otro es imposición, abuso, lavado de cerebro, extorsión moral, ejercicio de poder, asesinar la espontaneidad y, la más cruel de todas, limitar la capacidad de elección de los seres humanos.

La segunda prueba es la Historia que nos eneseñan desde los primeros niveles en las escuelas.

Los comunistas han convertido en estereotipos de malos y buenos, de indios y cowboys, de milicianos y mercenarios, de croqueteros y gusanos, a cuanto hombre, mujer, país, sociedad, continente o planeta hayan tenido algún impacto en el devenir de la civilización humana, antigua o moderna, no les importa, mientras más moderna mejor para así poder compararlos con nuestro “invencible” y demostrar que la Tropicola era la mejor de todas y “que nunca se equivocaba” o se le iba la «efervecencia».

Los niños en Cuba son envenenados diariamente con las doctrinas del comunismo, del socialismo y del castrismo. Lenta y sistemáticamente. Desde que van al círculo infantil (guarderías) tienen que digerir la imagen de Fidel Castro como el sagrado corazón de la patria, como al hombre a quien los cubanos le debemos la “bondad y la buenaventura” de nuestras vidas porque él, y sólo él, nos devolvió la libertad y la justicia.

“Si no quieres ir acuéstate a dormir.”

Y en tercer lugar porque los niños son quienes más sufren el deterioro moral y físico del país.

No hay forma de explicarles por qué vivimos a oscuras en interminables apagones, por qué el agua de tomar es caliente, muy caliente, y la de bañarse fría, muy fria, decirles que los juguetes son un lujo innecesario, que las chucherías son malas para la salud, que los grandes parques de diversiones que salen en las películas son para los contrarrevolucionarios y “tomate la sopa que es lo único que hay para comer y apúrate que tienes que ir al mitin de repudio”.

No, no y no, basta de cuentos “infantiles”, mientras no cambiemos lo que es elemental para la vida, lo justo para que los cubanos podamos elegir cómo queremos ser y pensar sin tener que abandonar nuestra tierra, entonces nadie podrá ser feliz en Cuba, mucho menos los niños. Lo otro es puro espejismo y bla, bla, bla de esa dictadura y de sus croqueteros castristas.

Ricardo Santiago.




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