¡Qué daño, pero qué daño tan tremendo, nos hizo esa revolución a los cubanos!



Yo siempre digo que a los cubanos nos hace tanto daño el adoctrinamiento de la revolución del picadillo, ahora de los curieles, como los patriotismos sobredimensionados, los alardes contestatarios y los excesos de bravuconería opositora.
Es que tanto con las exageraciones de un extremo, como con las del otro, es decir, desde las imbecilidades de los ciberpinponfuera, hasta la agresividad de los “mambises irredentos”, hemos acuñado, e impreso, hasta en papel “paraculo”, esa bendita frase de que nosotros, los cubanos, o no llegamos o nos pasamos.
Y digo esto porque vemos en las redes sociales a muchos, a muchísimos, que utilizan su “trayectoria” disidente, opositora o contrarrevolucionaria, como un carnet “moralista” que, según ellos, los autoriza a cuestionar y a desacreditar a quienes, como yo, por ejemplo, no tuvimos una actitud “combativa” contra el enemigo por miedo, por cobardes o por dejarnos arrastrar por la inercia socialista.
Porque el primer argumento que utilizan, quienes no tienen argumentos para rebatir la idea que no les conviene, que les resulta incómoda o que les pone al descubierto la falsedad de sus historias, es: ¿Y tú qué hiciste en Cuba contra el castrismo?
A mi hasta me da risa pero no deja de ser preocupante porque, sin menospreciar y sin dudar de la palabra de nadie, aquí todo el mundo sabe que los servicios de inteligencia de la dictadura de los castro, cuando quieren preparar a un “buen” opositor, hasta le hacen pasar su “tiempecito” en la cárcel y así crearle una fachada tan creíble que después lo recibimos, en “todas partes”, con los brazos abiertos, y en cuanto el tipo abre la boca lo aplaudimos como unos condenados.
Los seres cubanos no acabamos de aprender, arrastramos con nosotros la malevolencia castrista, de defendernos atacando, sin medir las consecuencias pues cuando se trata de contraposición de ideas siempre queremos imponer las nuestras aunque tengamos que ofender, agredir, lastimar, cuestionar o minimizar a nuestro interlocutor con la cartica, escondida debajo del sobaco, de que “en Cuba yo sí hice y tú no”.
Si nosotros sumamos a todos los que en las redes sociales, y otros medios, alardean de un curriculum mambí contra el régimen castro-comunista, Cuba hoy sería un país libre de dictadura y tendría un poderoso ejército de nobles amantes para protegerla, cuidarla y defenderla, de tanto parásito que quiere vivir de ella sin tener que trabajar.
Yo no imagino a un Martí escribiendo en el Periódico Patria sobre sus acciones contra el colonialismo español o exponiendo en un discurso, ante los tabaqueros de Tampa, por ejemplo, “yo en Cuba sí hice y ustedes no”.
Lo que trato de decir es que la humildad y el decoro caracterizan a los valientes y a los verdaderos patriotas. La lengua humana es larga y está entrenada hasta para decir mentiras y sandeces, por lo que quienes queremos una Cuba libre debemos, primero, armarnos con las armas martianas del amor y la vergüenza y entender que cada hombre, mujer o ser cubano, tiene todo el derecho de querer una Patria libre, con mucha vida, aun sentados en la sala de su casa sin “hacer nada”.
Porque, gritar abajo la dictadura, no nos convierte automáticamente en titanes del arroz con leche, no, el combate contra un régimen tan tiránico, como el que padecemos los cubanos desde el 1 de Enero de 1959, precisa de todas las armas posibles, desde las físicas hasta las espirituales, desde hacerlo allí en Cuba, atacando directamente al corazón de la bestia, acá en este desgarrador destierro que muchos sufrimos, hasta, a veces, con el poderoso, humano y sincero silencio, al no aceptar nada que provenga de ese régimen, como sí lo hacen los canallas amaestrados de la mesa redonda de la televisión castrista.
Hoy la Patria tiene a cientos de seres cubanos presos, confinados, maltratados, despojados injustamente de luz y de aire, encerrados en las mazmorras del castrismo por el solo hecho de pedir libertad para todos, un país próspero, con respeto, hermoso y justo.
Estos valientes hombres y mujeres entregan la vida a diario, se enfrentan a pecho descubierto contra un monstruo que no tiene escrúpulos para hacerlos sufrir y que espera la más mínima oportunidad para silenciarlos y hacerles pagar con la vida el sueño de querer ser libres y que sus voces sean escuchadas.
Y yo pregunto: ¿Alguien tendrá valor pa’ decirme que lo que hizo en Cuba fue más importante que lo que están padeciendo estos patriotas, así como otros tantos cientos de miles que entregaron sus vidas antes que doblegarse a las injusticias del castro-comunismo?
No creo…
Ricardo Santiago.



2 comentarios en «¡Qué daño, pero qué daño tan tremendo, nos hizo esa revolución a los cubanos!»

  1. A Don Ricardo Santiago : Quedé asombrado con su brillante articulo, pero creo que lo mejor antes de mantenerlos callado es comentar y hacerlo lo mas verás posible. Me gustó y es muy cierto lo que dices pero no debemos seguir de complices del régimen castrista y a la vez no aclarando ideas de aquellos q piensan que eso es un idilio.

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