Yo empezaría aclarando que para sub-alimentar, para engañar a los fantasmas de las tripas o para hacer un tilín agradable, algo pasables, los horrorosos mascones que tenemos que tragarnos en esa Cuba socialista ahogada en llantos, en sufrimientos y en la desesperación de cientos de miles, de millones, de madres cubanas cada vez que tienen que alimentar a sus hijos.
Para nada resulta fácil hablar de este tema desde la comodidad de mi capitalista exilio, pero lo hago agarrado, sujeto, aferrado a la imagen de mi progenitora cuando la veía, yo muy niño, jalarse los pelos, maldecir, mascullar entre dientes su desconsuelo porque tenía que alimentar a tres hijos y la cosa estaba fea, más que fea, estaba dura cantidad.
Pero es que en Cuba, tierra del socialismo tropical más inoportuno del mundo, la “cosa”, con respecto a la alimentación del pueblo cubano, siempre estuvo, desde el mismísimo 1 de Enero de 1959, muy parecida a tener que comer piedras, a que los cubanos tuviéramos que hartarnos con nuestra propia mierda o a que muchos compatriotas perdieran la cabeza y prefirieran la muerte antes que continuar soportando el terrible vendaval de hambrunas, de miserias y de indigencias que nos impuso esa maldita revolución del picadillo con el cuento, con el infortunado cuento, de que el socialismo es la ley de la abundancia, el sistema social de las “frituritas” por la libre o el régimen de la limonada bien fría.
Solo que ni una cosa y muchísimo menos la otra. Los cubanos que nacimos con posterioridad a la implantación en nuestra Patria de la fétida dictadura que nos cayó encima hace más de sesenta larguísimos años, nunca vimos pasar ni este “frijolito”, nunca chocamos de verdad con un bistecito en tercera dimensión o nunca pudimos darnos el gusto, siquiera, de comernos una pizza como las que veíamos en las películas del sábado por la noche.
El hambre en Cuba se transformó en un manantial de aguas pestilentes que nos inundó la isla completica y en la que hemos tenido que nadar, para no perecer ahogados en tamaña putrefacción, cientos de miles de seres cubanos que por desgracia vivíamos de un triste salario, dependíamos de la bazofia que nos vendían por la libreta de racionamiento o conformamos la “avanzada”, la vanguardia, la retaguardia auxiliadora, de una extensa infantería de hombres y mujeres con los zapatos rotos, las medias desbembadas, los calzoncillos sin elásticos, los ajustadores heredados y un concierto de tripas estomacales que le revientan los tímpanos al más pinto de la paloma.
Entonces ahí estaban nuestras madres, dirigiendo aquellas temibles orquestas famélicas con un raquítico cuartico de pollo en una mano, un paquetico de perritos calientes agonizantes, un cuadrito de caldo de cualquier cosa o un pescadito duro, sácame del apuro, dispuestas a agrandarlos como a la vida misma, como la inmensidad de ese cielo azul cielito triste, prestas a convertir la pequeñez en croquetas, en un arrocito con sabor al arcoíris, en una sopita mejunjera pa’ levantar a los muertos o hasta en una “suculenta” comidita porque hoy, mi’jito, déjame darte un besito, que es tu cumpleaños.
Dice mi amiga la cínica que el recuerdo más triste que tiene de su infancia era oírle decir a su abuela, repetidamente, que a ella lo que más le “gustaba” del pollo eran las alas o el pescuezo, y que lo decía para intentar engañarlos pues la titánica anciana lo hacía para dejarles las otras partes del pio, pio, dónde vas tan bonito, a sus nietos.
Porque, aunque muchos no lo crean, o se quieran hacer los desentendidos, el hambre en Cuba, con esa gran mentira llamada revolución socialista, es parte de la vida cotidiana de los seres cubanos, es el “pan” nuestro de todos los días y es el arma más genuina que tiene ese socialismo para mantener doblegado, de rodillas, arqueados de espanto y subyugado a todo un pueblo que tiene que invertir más neuronas en encontrar qué comer que en entender, por ejemplo, la teoría de la relatividad, algo así como: hambre es igual a largas colas por la velocidad del picadillo de soya al cuadrado.
De esta desgracia nuestra como pueblo, de este padecimiento nuestro como nación, pudiéramos estar hablando la mar de tiempo y llenar miles de cuartillas de computadora, pero no vale la pena, no es justo horadar, meter el dedo, lastimar la mayor herida de un pueblo que se desangra lentamente, que agoniza sin esperanzas, que ve morir a sus hijos devastados por la perfidia, la ambición, el egoísmo y la traición de un régimen que nos ha condenado, sin excepción, a todos los seres cubanos, a rumiar el hambre y a tener la barriga vacía y el corazón triste, muy triste, triste cantidad.
Ricardo Santiago.
Saludos amigos. De ser posible me gustaria saber como se puede como contactar a la familia que aparece en la foto, pues compartí la nota en mi grupo de face y varias personas han manifestado su la deseos de ayudarlos. Gracias
Cada dia esta peor esto…yo me voy de aqui asi sea nadando…esto es una falta de respeto…yo gracias a dios tengo alimentos…pero cuantos en esta isla están pasando hambre y solo saben hablar estupideces en la tv el descarado de Canel…que me digan Gusana..SI Y QUE..ABAJO LA DICTADURA CASTRISTA
que clase mentira , lastima que este sitio se de personas que piensan todos igual, si te fuiste de cuba tus razones tendrias y no te las critico cada cual con su camino , pero vete con la cabeza limpia no llena
de estupideces.Cuba como cualquier otro pais subdesarrollado , tercer mundista(a veces se les olvida que somos un pais pobre) no puede compararse con potencias capitalistas donde el dinero lo mueve todo.
Pero no obstante hay historias que no se dan , esto me parece un montaje un articulo tan grande y una solo foto a coger por tonto el que se crea tonto,aprendan a hacer periodismo
«La muerte no es eterna; el deshonor, sí».
“Todo el que lee la Biblia, sabe que el perfil del anticristo lo tiene el comunismo.”
Serie: Gusanos apátridas
Autor: Mamerto el de Guanahacabibes.
Capitulo 2 Acerca del origen de !!
Según los historiadors el primer apátrida cubano fue un aborigen que se arrodillo ante Cristóbal Colón y le beso las alpargatas conduciéndolo a una cueva donde se ocultava la tribu.
Los aborígenes fueron rápidamente exterminados y aparecieron apátridas entre esclavos que servían de escucha a los amos y les avisaban de cualquier intento de rebelión o fuga al monte.
Más adelante con las guerras por la independencia, hubo nacidos en ésta Isla que sirvieron al español para, clavar la puñalada trapera a la tierra donde nacieron que es como clavarse a la madre que los parió.
Con el robo de la victoria a los mambises los apátridas ascendieron de categoria y hasta generales y doctores doblaron él espinazo ante el nuevo imperio, por prebendas personales.
El más despreciable fue Don Tomas Estrada Palma quien ordeno asesinar a Quintin Bandera, entre muchas otras trapacerías y cuando se le puso la papa caliente pidió la intervención yanqui lo mismo que hacen hoy los gusanillos que, no tienen cojones y piden que los marines vengan por delante.
El nombre asignado por el pueblo a esta especie ha variado con los tiempos pero su esencia ha sido siempre la misma, él servicio a una potencia enemiga, la traición, la ambición y la cobardía de ahí qué, sean tan odiados y despreciados por los cubanos de vergüenza, dentro y fuera de Cuba.
Continuara con el capitulo acerca de la aparición de la gusanera actual y del nombre asignado por el pueblo…
Mentiraaaaaaaaaa……