Cuba, un país destruido por un clan familiar, por una falsa revolución y por una maldita ideología.



Siempre me he preguntado quién asesinó a más cubanos, es decir, la dictadura de Fulgencio Batista o esta mierda de revolución de los humildes que lleva más de sesenta larguísimos años asfixiando, ahogando y matando a un pueblo entero de hambre, de miserias y de enfermedades.
También me pregunto cuál de las dos dictaduras, repito, la de Batista o la de fidel castro, propició mayor desarrollo económico, cultural y social, para Cuba y para los seres cubanos.
Ante estas “dudas”, y ante mi inclinación manifiesta a pensar que antes de 1959, Cuba y los cubanos no estábamos tan mal como nos hacía creer “la maestra en la escuela”, pido ayuda para esclarecer “tamaños” titubeos de mi conocimiento de nuestra historia nacional.
Pero, bien, voy a empezar aclarando que no soy batistiano porque, sencillamente, no comulgo con las dictaduras sean las que sean y vengan de donde vengan, pero ese es otro tema.
Lo que sí me declaro públicamente es un profundo admirador de la excelente prosperidad económica que se logró en Cuba después de 1952 y, no lo digo porque lo “aprendí” en la escuela, pues nací después de 1959, si no porque me lo contaron mis padres y porque, además, se lo escuché decir muchas veces a los viejos de mi barrio en aquellas deliciosas conversaciones bajo “el farol de la esquina”.
Yo digo que en Cuba, sin saberlo, muchos de mi generación conspirábamos contra la dictadura castrista desde que “éramos tan jóvenes”, porque había que ver el brillo en los ojos de todos nosotros oyendo aquellas historias “subversivas” del tiempo de “antes”.
Como muchos recordarán, porque también pasaron por eso, la Historia de Cuba, la que aprendimos a fuerza de repetir y repetir la misma cantaleta, se resumía básicamente en que Batista fue un dictador malo, muy malo y fidel castro un “revolucionario” bueno, muy bueno, buenísimo, algo así como: “Una luna tan brillante como aquella,
que se infiltra en la dulzura de la caña…”. Pasa que, en realidad, el castrismo nos puso la caña a tres trozos y el azúcar amarga cantidad.
Pues, para no perder el hilo con cancioncitas patrioteras, y que en más de una ocasión tuvimos que “interpretar” en los matutinos del colegio, quiero decir que cuando llegué al exilio, y tuve acceso libre a Internet, fue que conocí la otra historia de Cuba, la verdadera, la testimoniada por quienes la hicieron pasito a pasito, por quienes la sufrieron en carne propia, la que nos ocultaron los “ideólogos e historiadores” de la revolución del picadillo, ahora de las tripas, a sabiendas que nos mentían, que nos lavaban el cerebro, con falsedades edulcoradas de hazañas “guerrilleras”, para “encaudillar” a un tipejo como fidel castro que, en la vida real, no fue más que un oportunista, un pandillero, un delincuente y un cobarde.
Dice mi amiga la cínica que fidel castro fue un “genio” que la Internacional Socialista sacó de una botella de Chispae’tren, Huesoe’tigre o Bajateelblumer y nos lo zumbó a los seres cubanos por ser tan comemierdas, aplaudir nuestra propia muerte y servir fielmente a nuestros torturadores, represores y asesinos.
Pero, la realidad, es que el castrismo nos cambió, nos tergiversó y nos manipuló a su antojo nuestra historia nacional. Y lo hizo ante la incredulidad y el contubernio de millones de cubanos, a lo descara’o, nos impuso, a punta de bayonetas, cifras, datos y fechas como les convino para justificar sus mentiras, como los 20 000 cubanos asesinados por Batista y que todos sabían era otra colosal mentira de fidel castro para justificar sus sangrientos ajustes de cuentas a todos aquellos que les resultaban “incómodos”.
Siempre me he preguntado: ¿Antes de que fidel castro iniciara su revuelta terrorista en Julio de 1953, a cuántos cubanos asesinó la tiranía de Batista?
Yo no pongo en dudas el sentido militar y dictatorial del General Fulgencio Batista, y que por tradición, y recuerden que hablamos de los cincuentas del siglo pasado, todas las dictaduras latinoamericanas tenían un carácter represivo, pero de lo que sí estoy seguro es que si Batista hubiera sido el asesino despiadado que nos “vendió” gratuitamente el castrismo le habría arrancado, sin contemplaciones y de un tirón, la cabeza a la rata de fidel castro.
Pasa que la gran diferencia es que castro, quien decía encabezar una revolución social, de justicia, que devolvería la democracia a los cubanos, no hizo otra cosa que “quítate tú pa’ ponerme yo” y, desde el mismísimo 1 de Enero de 1959, repartió la muerte, las desgracias, la miseria y el terror, entre todos, absolutamente entre todos los seres cubanos.
Ricardo Santiago.



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