El castro-comunismo es el hambre, la agonía y la miseria de todos los cubanos.



En Cuba ya nadie quiere ser vanguardia, ni destacado y comunista mucho menos.
El pueblo cubano ha aprendido que con diplomas, medallas, reconocimientos y “buenas calificaciones”, nadie se llena la barriga y que por muy alto que vuele el aura siempre el pitirre la pica, es decir, que mientras más se defienda ese invento de socialismo más telarañas se formarán en los “calderos” de impulsar la vida y en los platos de comer.
Porque, en la real realidad, el tibor del socialismo es una ideología empeñada en hacer desaparecer todo lo material, todo lo que, según ellos, corrompe y hace infeliz al ser humano, para imponer la falsa creencia de que con la lucha de clases, la igualdad social, la barrita de pan idealizada, los chinos pitusas, las tajadas de aire, el unicornio azul, la fe en la victoria, el barquito de papel y toneladas de sacrificios, los seres cubanos saldremos del tremendo “bache” en que nos hundió el “bloqueo imperialista” y sacaremos así nuestras cabecitas, hacia la luz, para recibir el “merecido” churro con dulce de guayaba prometido por “nuestra amada revolución”.
Así llevamos, con el “bonche y la jodedera”, más de sesenta y tres larguísimos años oyendo y soportando tamaños disparates, sin entender que la revolución del picadillo, junto a su castrista ideología y a sus castristas hijos de puta, son los únicos responsables de que Cuba esté vergonzosamente postrada en la más absoluta miseria y soportando las hambrunas más inconcebibles de toda nuestra historia nacional, aun con ese pedazo de tierra tan fértil que el Santísimo nos dio, y con un pueblo que, con libertad creadora, propiedad privada y total apertura económica, sería capaz de convertir las piedras en pollo frito, los almendrones en verdaderas carrozas festivas, el trabajo en bienestar individual y al socialismo en “ausencia quiere decir olvido, decir tinieblas, decir jamás…”.
De ahí la tremenda “tupición” que tenemos los seres cubanos. No existe nada en nuestro país que funcione con coherencia, con inteligencia o con un sentido práctico que nos permita avanzar, más bien todo lo contrario, pues allí donde cualquier compatriota impulse una iniciativa para independizarse de ese régimen mediocre, improductivo e inmoral, le caen un millón de regulaciones, leyes abusadoras, prohibido usar la sayita corta, el pelo largo, eso no está autorizado, lo dice la “nueva constitución” y, lo peor de lo peor, un “inspector” estatal amenazando con ponernos una multa revolucionaria aunque, si me das un “pesca’o”…
Dice mi amiga la cínica que ella no cree que exista, en toda la historia de la humanidad, nada tan perverso, como la revolución castro-comunista, que nos hemos tenido que disparar todos los cubanos desde el 1 de Enero de 1959 hasta la fecha.
Yo digo que es verdad, también digo que fidel castro se le escapó al diablo de las mismísimas calderas de la maldad, de la crueldad, del odio, la blasfemia, del espanto, y nos arrastró a todos los cubanos a un submundo repleto de miserias, vicisitudes, sarna política, indecencias, peste y deshonor, en el cual intentamos sobrevivir con el alto, con el altísimo costo de matarnos entre nosotros mismos.
De ahí el diseño estructural de ese maldito régimen. Un sistema amorfo de ordeno y mando que “organiza” la sociedad en función de convertir el hambre en instrumento de control social, la miseria física y espiritual en patriotismo patriotero y la desvergüenza, el deshonor, la apatía nacional y la inercia ciudadana, en los principales componentes de todo “revolucionario” que defiende su revolución a cambio de ridículas prebendas porque, el muy estúpido, desconoce que el mundo está repleto de detergentes, bandejitas de picadillo, sacos sin ni una sola papa podrida, agüita pa’l pelo y “la libertad, la libertad, derecho de la humanidad…”.
Mientras los seres cubanos no entendamos que las causas de nuestra gran desgracia son el castrismo, su pérfido sistema de “justicia social”, las clarias en las alcantarillas, sus líderes “históricos”, sus seguidores de última generación, sus héroes y mártires, la “nueva” constitución, la adopción de la incompetencia, la mediocridad, la improductividad, la politiquería, el sobreponer una ideología al bienestar del pueblo y, lo más importante, “santificar” a un genocida, a un infame, a un maldito hijo de puta, como al satánico de fidel castro, seguiremos ahogándonos en el estiércol de esa puñetera revolución.
Los cubanos hemos de despertar de una vez y por todas, en pleno Siglo XXI somos un pueblo sin pan ni vino, un pueblo de seres con el cuerpo y el alma chupados sin otra opción que no sea esperar a que las migajas de la vida nos caigan del cielo.
El castrismo solo nos induce amarguras, nos oprime y nos provoca la peor de todas las muertes posibles: la muerte en vida.
Ricardo Santiago.



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