“Revolución cubana”: La mentira más destructiva del Siglo XX, del XXI y del XXII.



Como he dicho infinitas veces la revolución que se inventó fidel castro en Cuba, y que según los “teóricos” del café sin leche, “triunfó” el 1 de Enero de 1959, es una reverendísima falsedad, un embuste social, una mentira perfeccionada, manipulada, torcida, “afilada” con el tiempo y la falta de espacio, una estafa piramidal ideológica y una porquería existencial que destrozó la infraestructura de un país, el alma de una nación y la vida de la mayoría de los seres cubanos.
La ruina de Cuba, provocada por el castro-comunismo, la iniciaron cambiando la manera de pensar de todo un pueblo, un lavado de cerebro nacional, antropológico, “científico”, muy bien estudiado y calculado que nos hizo milicianos, nos hizo cederistas, nos convirtió en comemierdas consientes o inconscientes, de la mayor plaga destructiva, de la historia de la humanidad, que devoró construcciones enteras, la producción agropecuaria, las noches buenas, los buenos días, las industrias, la limonada con hielitos, las exportaciones e importaciones, los créditos bancarios internacionales, el turrón de Jijona, el desarrollo económico, la prosperidad y una matica de plátanos que tenía sembrada en el patio de mi casa que fue particular y que ahora es de la revolución.
Definitivamente nadie puede, ni podrá, explicar cómo fue esto posible, cómo un pequeño grupo de energúmenos, guiados por un solo “cerebro”, pudo causar tamaña catástrofe, hacer tanto daño, ahogar a tantas personas y ponerlas a cantar a capela, paraditos al resistero del sol, derechitos como una vela: “Soy comunista, toda la vida,
oh bella ciao bella ciao bella ciao ciao ciao,
soy comunista toda la vida y comunista he de morir…”, sin que la mayoría de nosotros nos supiéramos la letra y, para más joder, la cantáramos totalmente desafinados.
Bueno, dice mi amiga la cínica que este sí es uno de los “logros” de la revolución del picadillo, es decir, convirtieron la belleza de la Patria y lo sublime del alma de los seres cubanos en “trincheras de ideas” con tremenda peste a mierda, nos aterrorizaron tanto con la muela del imperialismo, del “bloqueo” y la bomba atómica, que muchos nos largamos de aquel infierno como un sub-pueblo nómada “que busca en el monte amparo”.
Pasa que la única bomba atómica que nos tiraron, como castigo a nuestra imbecilidad, se llama castrismo y es ese maldito, miserable, demoledor, insolvente, ruinoso y repugnante régimen dictatorial que en más de seis décadas, por ejemplo, nunca pudo poner sobre la mesa de los seres cubanos, como la “cosa” más normal del mundo, un bistec de res con cebollitas, sus papitas fritas y su arrocito “desgrana’o”.
Yo invito a los castristas, no a almorzar, los invito a que me desmientan públicamente y digan que es mentira que la pobreza que había en Cuba, antes de 1959, ellos no la multiplicaron, no la generalizaron y no la distribuyeron a un montón por cabeza y convirtieron el hambre, el racionamiento, la corrupción, las ilusiones, el optimismo nacional, nuestra herencia histórica, la cubanía y a mi matica de plátanos, en una manera de controlar y subyugar a los cubanos, a los bisteces y a todo aquel que se oponga al arroz con gorgojos como el símbolo patrio de la Cuba socialista, de la revolución y de fidel.
Por cierto quiero decir y denunciar públicamente que, aunque parezca un disparate y algo irracional, existen muchos, muchísimos niños cubanos, que no conocen el sabor de la carne de res. Eso se lo dejo a los comunistas de estudio individual.
Y en definitiva esa fue la revolución que inventó fidel castro y que al principio de los sesentas aplaudimos muchos de nosotros. Promesas y más promesas de todo tipo y a llenarnos la barriga con imaginación, con mucha imaginación y con la guardia en alto.
Yo siempre digo que al principio, muy al principio, los cubanos seguimos a fidel castro por embullo, borracheras y pendejadas, después por miedo, por pánico a que nos cogieran el lomo o nos mandaran pa’ la dirección y, al final, cuando ya el daño estaba hecho, porque se nos iba la “vida” más en sobrevivir que en pelear contra los demonios que nos devoraban por dentro.
Pero en la medida en que pasaron los años y las locuras, la mediocridad, el egocentrismo y la maldad de ese hombre se hicieron visibles, muchos, la mayoría, dejamos de apoyar al Cambolo de Santa Ifigenia y nos convencimos, porque el dolor de estómago no engaña a nadie, que la revolución del picadillo convirtió a Cuba en un enorme estercolero donde lo único que crece, y en abundancia, es la materia fecal contaminante, la envidia, el odio, el oportunismo, la desvergüenza y el miedo.
Ricardo Santiago.



Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Translate »