¿Fue fidel castro un genio o una maldición atorada en una lámpara?



Desde que yo era un niño estoy oyendo decir que fidel castro era un genio. Crecí creyendo en esa novelita porque donde quiera que iba, o donde quiera que se hablara del fulano, todo el mundo la repetía y se jactaba de que los cubanos tuviéramos un comandante tan brillante que hasta parecía una Luna que se pierde en la dulzura de la caña. ¡Díganme algo!
Debo confesar que por esa época yo estaba bien convencido de la “genialidad” de nuestro “amado líder”, incluso muchas veces llegué hasta pensar que “todo cuanto teníamos”, es decir, la leche hasta los siete años, la libreta de racionamiento, el maní molido y las aspirinas sin sabor se lo debíamos a sus sabias decisiones y a sus “portentosas” visiones de gurú con gorra o de gran pitonisa del socialismo.
En esas andábamos los de mi generación: el tipo es un caballo, un salvaje, el number one, un loco, un arresta’o, el invencible, el fifo, un látigo pa’l imperialismo, la sensación estomacal y un montón de calificativos más que no hacían otra cosa que adornar la imagen, por millones de veces “adornada”, de ese diabólico personaje.
Para muchos era como algo inalcanzable, algo más allá de la comprensión humana porque: “de dónde saca tantas palabras el muy condena’o pa’ hablar horas de horas y no darse cuenta que aquí estamos esperando para ver la telenovela”.
Recuerdo que la mayoría decía que había que ser muy inteligente para inventar una zafra de 10 millones de cualquier cosa, el plan agropecuario Cordón de La Habana, una vaquita que daba no sé cuantos litros de leche y se volvió loca, los platanitos micro-jet, la pasta de oca con sabor pesca’o, controlar los “suspiros” del hermano, la olla que no necesita aceite para cocinar el arroz, los maestros y médicos a granel, los criminales fusilamientos sin juicios, la carne de res que brilla por su ausencia, un montón de gente aplaudiendo sus babosadas en foros internacionales, las guerras cubanas en otros países, escapar ileso de las acusaciones por narcotráfico, envolver a otros presidentes latinoamericanos con sus ideas pero, sobre todo, engatusar, cual encantador de serpientes callejero, a todo un pueblo por más de cincuenta años y: “A la Plaza el 1 de Mayo!
¿Quién realmente podía poner en duda la genialidad de ese paladín de la verborrea con tantas “ideas geniales”? ¿Quién era el bárbaro que se atrevía a decirle en su cara que todas y cada una de ellas eran una reverendísima porquería y un rotundo fracaso? ¿Quién?
Nadie. Mucho menos yo. Reconozco que fui uno de los tantos cubanos adormecidos por ese bla, bla, bla hasta que un día, en la cola del pan, al resistero del sol, el de Agosto, una vecina que nunca hablaba, y ante la perorata de uno que estaba allí y que repetía y repetía loas al “comandante en jefe” bajo aquel calor que convertía un piruli en melcocha, parece que no pudo aguantar más y le gritó de sopetón y delante de todo el mundo: “No comas tanta mierda Maximiliano que si fidel castro fuera un genio, como tú dices, los cubanos no estaríamos pasando tanta hambre”.
Vivir pa’ ver.
Cuando llegué a mi casa con mis cinco panes del día y le conté a mi madre recuerdo que me dijo: “Ni se te ocurra repetir esa barbaridad en la escuela que esa vieja está loca”.
Pero la locura en las sociedades totalitarias es fundamental, necesaria y lúcida. Es la llave de la esperanza. A partir de la sentencia de mi vecina empecé a verlo todo distinto, la visión sobre mi realidad, las colas, el estado de terror, el racionamiento, los apagones, el agua una hora al día, la mala calidad de los productos vendidos a la población, las escuelas al campo, la burocracia revolucionaria, la obligatoriedad política, el Servicio Militar Obligatorio y esa gritería histérica de fidel, fidel, fidel a toda hora y quien no lo repita es un gusano, un contrarrevolucionario o una escoria.
Mi vecina sin saberlo me metió el “gusanito” dentro del cuerpo y me cambió la vida para siempre.
Por eso hoy con toda conciencia digo que no, que de eso nada, ni inteligente, ni genio, ni superdotado ni invencible, fidel castro, cuando más, fue un bandido de pico fino que supo aprovechar las circunstancias y, a golpes de coacción, traiciones, crímenes y muchas mentiras, convertirse en un purgante muy desagradable, el más desagradable de todos, para el pueblo cubano.
Ricardo Santiago.



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