La familia cubana, la “estructura social” más dañada por los patria o muerte.



Aunque muchos no lo crean, en Cuba, la mayoría de sus habitantes, es decir, cientos de miles de seres cubanos, ni siquiera saben que son víctimas directas de la maldad, las manipulaciones, la represión, la corrupción, el despotismo y el genocidio del castro-comunismo, pues son tan despiadadamente manipulados, engañados, estafados y adoctrinados, que le achacan toda la culpa de su pobreza, de sus angustias y de sus necesidades más elementales, al “bloqueo” imperialista, a las catástrofes naturales o a esta tremenda mala suerte que tengo pero que, si los Santos me ayudan, si Diosito quiere, pa’l año que “nieve”, con mucha “limpieza”, mucha escoba amarga y un poquito de cascarilla, porque hay que ahorrar, esta desgracia se me quita y, hasta, quién sabe, me logro ir pa’ la Yuma en coche y perderme de este maldito infierno…
Pero las “desgracias” cuando son originadas por la perversión, los intereses, los teje-manejes, los mocos de mariela, la desidia, la bolita que me sube y que me baja, la gula, el egoísmo y la avaricia de un grupúsculo de delincuentes que se hacen llamar “revolución cubana”, no se quitan ni con agua bendita, ni con todos los Padre Nuestros y los Ave Marías del mundo, no desaparecen mientras esa pandilla de criminales ostenten el poder, tengan secuestrada la independencia, las libertades de toda una nación, y dispongan de nuestras vidas como amos y señores de un país al que tienen concebido, estructurado y programado, como un barracón repletico de esclavos listos para la defensa, digo, para responder al más mínimo chasquido del látigo del mayoral.
El ser cubano de las últimas décadas se acostumbró tanto a la indigencia física y espiritual, a sobrellevar una vida miserable y a depender únicamente de lo que le “tira” esa criminal dictadura, que no es capaz de asumir y de entender, como ser pensante y “sonante”, que esa pérfida tiranía, ese régimen abusador y cobarde, es el máximo responsable de su sufrimiento, de su angustia y de todo su “nerviosismo” nacional.
Y lo peor de todo, lo más triste y más descojonante de este tema, perdónenme la “palabrita”, es que en el centro de toda esa pudrición generada por el sofocante, destructivo y alevoso socialismo, está, como “horcón” carcomido por más de seis décadas de patrias o muertes, la familia, la vilipendiada, sufrida, fragmentada, jodida y desestructurada familia cubana a la que toda la maldad del castro-comunismo, sin piedad y sin miramientos, le cayó encima hasta convertirla en un espejismo de lo que fue, y es triste reconocerlo, el núcleo más importante, más brillante y más sagrado de la nación cubana.
Para nadie es un secreto que fidel castro hizo esa mierda de revolución a su imagen y semejanza, empecemos por ahí. La personalidad sociópata, criminal, egocéntrica, vulgar, intolerante, desamorada y despótica de ese sujeto fue traspasada, hasta el más mínimo detalle, a un régimen que no tuvo miramientos en atacar, desde los mismísimos inicios de su malévola aparición, a la familia pues sabían, que como la pirámide más venerada por todos los cubanos, era el primer objetivo que tenían que destruir, desunir, aislar y romper para lograr sus macabros planes de “exorcizar”, revolucionar, uniformar, dogmatizar y adoctrinar, a generaciones enteras y así lograr transformar el país en un gran campo de concentración donde solo tendrían, un alguito de vida, los milicianos de la patria socialista, los defensores incondicionales de la revolución de los apagones y cuanto comemierda se sumara gratuitamente a gritar, como un imbécil funcional, qué tiene fidel, qué tiene fidel, que los americanos no pueden con…
Fue así que, por desgracia para todos nosotros, la familia cubana, la nuestra, sufrió con crueldad los embates del castro-comunismo. Las mujeres, los hombres, los padres, las madres y los hijos, fuimos calculadamente separados para, a cada cual según su “capacidad”, sembrarnos, inocularnos e introducirnos el bicharraco maldito de una revolución parásita que se fue alimentando, y engordando, sobre todo cebando, con la parsimonia, la complicidad y la cobardía de casi todos los cubanos.
Por eso hoy uno de los “fundamentos” nacionales más debilitados por el castrismo es la familia. No existe una sola familia en Cuba que no llore la ausencia, por cualquier motivo, de uno de sus miembros, que no sienta la promiscuidad y el hacinamiento como una condición inherente al socialismo, que no sufra algún tipo de enfrentamiento por diferencias “políticas” y que vean la miseria, el hambre y la represión, como los únicos “bienes” que le heredarán a sus hijos.
Ricardo Santiago.



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