La “salud” gratuita en Cuba, la gran mentira que algunos estúpidos quieren perpetuar.



Esta es, sin discusión alguna, otra de las tantísimas “realidades” surrealistas que se sostienen gracias a las mentiras del castro-comunismo.
La verdad es que ningún ser cubano, con dos dedos de frente, quiere ser ingresado en un Hospital en Cuba de los que son destinados “para el pueblo” o para los cubanos de infantería, resulta realmente un suicidio.
La universalización de los servicios sanitarios es el sueño de todos los gobiernos democráticos del mundo, lograrlo es la mar de difícil, y muy pocos pueden hacerlo, por razones que van desde la infraestructura de la salud pública en sus respectivos países hasta la fragilidad de sus democracias.
Nada en esta vida es gratis, todo cuesta, todo tiene un valor de cambio.
La salud y la educación en Cuba han sido utilizadas como instrumento de cambio por parte de la revolución del picadillo, ahora de las tripas, para sus campañas y su demagogia nacional e internacional. Triste pero cierto.
De forma oportunista y muy mezquina la maquinaria propagandística del régimen ha convencido a la mayoría de los cubanos que cuando vamos a un hospital somos atendidos sin pagar un centavo.
Tal es así que a cualquier interlocutor que le expreso que me fui de Cuba porque la vida en mi país es una mierda me responde: “Sí, pero la salud y la educación son gratis”.
Ante esta creencia, tan arraigada entre los adoradores de la revolución castrista, resulta muy difícil convencerlos de que en realidad la salud y la educación en Cuba son muy caras, las más caras del mundo, aunque usted vaya a un hospital o a una escuela y no pague, o crea que no lo hace.
La salud mental del pueblo cubano está bien jodida. Los que no tienen nada, es decir, quienes no tienen de dónde sacar “o resolver” para sostener a sus familias porque no están posicionados en centros de trabajo donde se manejan divisas o recursos materiales importantes, o no tienen familiares en “la yuma”, son los que más sufren. ¿Cómo alimentan a sus hijos? ¿Cómo los visten y calzan? ¿Cómo arreglan sus casas? Y muchos otros cómos para los que nadie tiene respuestas.
Los que sí logran “resolver” algo, sea lo que sea, entonces viven con el susto diario de que los pueden agarrar e ir a prisión o ser expulsados de sus trabajos y “perder la teta de la vaca”.
Los seres cubanos que han logrado armar sus pequeños negocios privados son acosados constantemente por las leyes de prohibición o los “inspectores revolucionarios” que acechan como buitres esperando llevarse una buena tajada de cualquier cosa.
En fin, la cadena es enorme y las consecuencias las mismas, el cubano está condenado a vivir bajo un stress constante porque sencillamente la vida en Cuba se ha vuelto insana, enfermiza, maldita, desesperante, mísera y cara, muy cara.
Los hospitales en Cuba no escapan a la terrible situación de depauperación económica que ha provocado esa maldita dictadura castro-comunista. La mayoría de los hospitales cubanos fueron construidos antes de 1959 y el estado constructivo, y el mantenimiento de los mismos, están realmente en pésimas condiciones. Las instalaciones sanitarias, hidráulicas, la carpintería, las redes eléctricas, la iluminación y el mobiliario necesarios para la comodidad de pacientes y acompañantes no son ajenos al desastre revolucionario, en realidad son de los renglones más afectados.
Eso sí, mucha pancarta y murales con consignas y arengas, fotos del mequetrefe en jefe con alguno de sus discursitos y sus mierdas y el “bloqueo”: salvaje animal que clava su ponzoña sobre el pueblo cubano y provoca que no haya agua en los baños y ni una aspirina para “este dolor de cabeza que me está matando”.
El tema es que el castrismo inventó un torcido enramado de “gratuidades socialistas” para generar la ilusión “placentaria” entre los cubanos de las “bondades” de la revolución.
En esa trampa caímos muchísimos y, como poseídos por el espíritu burlón de la cogioca de las dictaduras del proletariado, hemos vivido justificando el desastre que hoy vive la Patria con el falso, estúpido y mediocre argumento de que la salud y la educación son gratis.
Y vamos a ver: ¿Para qué quiero un servicio asistencial gratuito si los hospitales son una ruina maloliente?
¿Para qué quiero un servicio asistencial gratuito si la atención profesional es un desastre?
¿Para qué quiero un servicio asistencial gratuito si la falta de recursos e insumos en los hospitales castristas alcanza proporciones de catástrofe universal?
No, en Cuba no existen las gratuidades, los seres cubanos pagamos todo, absolutamente todo lo que proviene de ese régimen criminal castro-comunista con nuestras vidas, digo, con la poca vida que nos va quedando…
Ricardo Santiago.



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