Nos quieren matar, tienen miedo, tiemblan ante un pueblo que clama libertad…



Esta es mi protesta contra la feroz, despiadada, hija de puta, maldita, inhumana, anticubana, sangrienta y comunista represión que ha desatado la dictadura castrista contra todos los cubanos.
Es, también, mi grito de inconformidad ante la enorme cantidad de seres cubanos que yacen hoy en las mazmorras del régimen por la sola razón de no querer doblegar el cuerpo y el alma ante la bestia y es mi rabia manifiesta por el dolor y el sufrimiento que existe en mi país, entre mis paisanos, tras más de sesenta larguísimos años de soportar una ignominiosa y cruel tiranía.
Quiero aclarar que nada de lo que tenga que ver con el castrismo, con fidel castro, con esa odiosa dictadura y con toda esa parafernalia tiránica de opresión y muerte, debe estar acompañado del adjetivo cubano.
Tenemos que dejar bien claro que el castrismo no es cubano, que esa revolución de mierda no es cubana, que ese socialismo de tempestades no es cubano y que ese régimen de indigencias, restricciones, prohibiciones y hambrunas, no es, para nada, cubano.
No existe, en todo este “planeta azul”, nada más alejado de la nación cubana, de nuestras raíces culturales, de nuestra idiosincrasia, de nuestros preceptos fundacionales, de los próceres que nos definieron el significado de Patria y dignidad, la esencia de pueblo humilde y sencillo que somos todos, que esa porquería de revolución autoritaria, totalitaria, despótica y dictatorial.
El castrismo es la manifestación más fascista, populista, chovinista, patriotera, fantasmagórica y reaccionaria de lo peor del pensamiento anti-humanista, esclavista y criminal de la historia de la humanidad. Una “ideología” muy perversa que se ha convertido en un cáncer fulminante, expandido a varios países, y que, insisto, para nada debe ser asociado con Cuba y con los seres cubanos.
Desgraciadamente el castrismo se apropió también de nuestra bandera y de nuestros símbolos patrios, otra batalla que hemos de librar y de ganar para purificar lo más noble de nuestras tradiciones y demostrarle al mundo que nuestra hermosa enseña nacional nada tiene que ver con la injerencia castrista en sus países.
fidel castro nunca le hizo bien a los cubanos, en lo más mínimo. fidel castro toda su degenerada vida actuó contra Cuba y los cubanos con total conocimiento de causa, lo hizo mintiendo, blasfemando, manipulando, tergiversando y corrompiendo a un pueblo que lo único que quería era democracia y continuar con la bendita bonanza que teníamos marcada en nuestro destino.
La revolución del picadillo, ahora de las tripas, transformó a Cuba en un basurero gigantesco, destruyó, en apenas cinco años, una infraestructura socio económica que costó casi cincuenta años construir, convirtió el país en una Cenicienta harapienta, dependiente de las ideas diarreicas de un sujeto que nos hacía creer que se las sabía todas, pero que en el fondo no fue más que un idiota funcional con una verborrea muy autosuficiente y muy desagradable.
El castrismo nunca inventó nada para el beneficio de Cuba y de los cubanos. El castrismo lo único que fabricó, e increíblemente lo hizo muy bien, fue a los castristas. El castrismo tiene una poderosa industria para crear marionetas, cubanos retorcidos y depredadores ideológicos para mantener, aparentemente en alza, una doctrina de intolerancia, desprecio y muerte.
Los castristas son fantasmas vivos, actúan como siniestros gendarmes de políticas represivas que han transformado a todo un pueblo en seres indiferentes, en espectadores de su propia muerte y en dolientes eternos de un funeral que se inició hace más de sesenta años y que ha inundado de lágrimas a un país entero.
El socialismo castrista de nada le sirve ni le servirá nunca a Cuba y a los cubanos. El socialismo castrista es veneno para el cuerpo y el alma, destruye la materia y enrarece el espíritu humano de tal manera que aun ante lo indiscutible, ante el desastre nacional, ante la improductividad generalizada, ante la vergonzosa estampida migratoria por años de años, ante la ruptura de familias enteras, ante la politización de la vida, ante el desabastecimiento más injustificado y en el amargo abismo donde nos han hundido, siguen gritando socialismo o muerte como si morirse no estuviera implícito en la enorme tragedia que han creado.
Los seres cubanos hemos de tomar conciencia de una vez y por todas. El castrismo no es un sistema político, no es una plataforma económica, no es siquiera una doctrina para la vida.
El castrismo es destrucción, es hambre, es mediocridad y es atraso. Nos toca destruir esa plaga, erradicarla de raíz, borrarla para siempre y que solo quede reflejada, si acaso, en los libros de historia como algo que la humanidad no debe permitir que se repita jamás.
Ricardo Santiago.



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