Nosotros también somos culpables de la extrema miseria que se vive en Cuba.



Yo digo que, para desgracia nuestra, aun existen muchos, muchísimos “cubanos”, que se hacen los entretenidos, los despistados, los no sabía y los comemierdas, con la mentira de que el castrismo sana, sana, sana culito de rana, que la dictadura del “proletariado” es feliz en el patio de mi casa, que el régimen castro-comunista exporta inocentemente sus “enseñanzas” en un barquito de papel y que fidel castro vive, vive y requetevive, en el corazón de todos nosotros, porque fue el hombre que le dio la libertad a Cuba y nos prometió el flan sin leche, la masa cárnica y el “limpísimo” tibor del socialismo a todos los cubanos.
Por eso, ante tanta estupidez y flojera neuronal nacionales, tenemos que estar bien alertas, el castro-comunismo se recicla constantemente con la vieja fórmula de hacerse el muerto para ver el entierro que le hacen o para sacarte “el celular” del bolsillo cuando estás en la rueda, rueda, de pan y canela… y así alargar la maldita existencia de la revolución del picadillo, de sus principales cabecillas y de ese nefasto socialismo de tempestades que les permite robar, a las dos manos, sin que nada ni nadie les pueda decir ni ji.
Esas sanguijuelas de la realidad cubana, con la misión castrista de desvirtuar y “contraatacar” las verdades que nosotros demostramos con nuestras publicaciones y denuncias, acuden al recurso súper mediocre, de medir a Cuba con Haití y dicen que no, que lo de nosotros es nada comparado con lo de ese empobrecido pueblo, que si queremos ver miseria que nos fijemos en el vecino país, que es allí donde de verdad los muertos sufren y a los vivos se les escapa el juicio por padecer tantos tormentos.
También muchos eunucos de la matraca socialistera, es decir, de los que aplauden la miseria de otros sentados en mesas repletas, nos comparan con África, que allí el hambre y las enfermedades sí son de vuelta y media, la razón brilla por su ausencia y, a simple vista, se suman más los muertos que los vivos.
A otros mamarrachos ideológicos de la izquierda ambidiestra les gusta ponernos más cerquita, en América Latina, nos contrastan con la desigualdad social de esos países, la creciente pobreza que duerme en sus calles y la blandenguería de unas democracias que, según ellos, están penetradas por un capitalismo salvaje, fiero y depredador.
Y yo insisto: ¡Hay que ver que estos defensores del castro-comunismo son sinvergüenzas, mentirosos y descara’os!
No existe nada en este mundo que encierre tamaña vileza, tan bajas pasiones y tan retorcidos argumentos como tratar de salvar el supuesto “humanismo” de la revolución del fufú de plátano, realizando absurdas comparaciones con otros países del planeta donde sabemos que el subdesarrollo, el atraso y la desgracia, son consecuencia de factores muy diferentes a los que hoy por hoy sufre el pueblo cubano.
Para empezar en ninguno de esos países hubo una “revuelta apandillada” que usurpó el poder, cambió radicalmente las estructuras del funcionamiento político, económico y social, implantó un modelo diferente de “economía”, se cagó literalmente en el progreso y gritó a los cuatro vientos que aquí el que no salte es yanqui y quien no lo haga lo vamos a fusilar.
Por otra parte ninguno de esos países, con los que nos quieren comparar, vivió un momento de esplendor como el que nosotros tuvimos antes de 1959 o fue considerado la quinta economía de un continente, uno de los países más prósperos del mundo o con un nivel de vida tan alto, tan alto como un pino…
Lo que sí esos defenestrados de la decencia tienen que explicar y no mentir es que en Cuba, desde que el castro-comunismo se instaló ilegalmente en el poder y convirtió el tibor del socialismo en la “olla mágica” para cocer los planes quinquenales, las ideas del comandante en jefe de convertir la porquería en carne, los racionamientos para intentar salvar una ideología, la corrupción desenfrenada para ocultar cuanto roban, la represión contra todo aquello que les haga sombra y el tremendo miedo a la libertad que sienten, destrozaron la historia de un país, arruinaron su portentosa economía, destruyeron lo que parecía imposible destruir, empujaron a millones y millones de seres cubanos a un exilio desesperado y nos pudrieron la Patria, de una punta a la otra, soltándonos como uno de los países más miserables del mundo…
Ricardo Santiago.



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