¿Y, al final, con tanta involución, tanta destrucción y tanta miseria, qué somos hoy los cubanos?



Y pregunto esto porque la involución física y mental que hemos sufrido los seres cubanos, por creernos demasiado el estúpido cuento de que somos revolucionarios, comunistas, unos come candela, unos sudorosos y fétidos proletarios construyendo el “porvenir”, unos aguerridos patriotas de pin, pon, es un muñeco, muy lindo y de cartón…, nos ha llevado a tener la mierda de país que tenemos, la mierda de vida que vivimos y nos ha retrocedido tanto, en la cadena evolutiva de la humanidad, que hoy por hoy nadie es capaz de definir en qué nos hemos convertido y, lo peor, cuánto carajo nos vamos a hundir en la…
Yo digo que el castro-comunismo echó por tierra la teoría darwiniana de la evolución de las especies y creó sus propias leyes de involución pues el hombre nuevo-nuevecito de la revolución del picadillo, el escalón supuestamente más alto de la especie humana, devino en un perfecto imbécil que suelta la porquería por la boca, perdió las neuronas de pensar, no trabaja pa’ no ensuciarse la combatividad revolucionaria y asume una actitud para salir a la calle y otra cuando está dentro de su casa, es decir, la degradación ética más repugnante que puede sufrir un individuo en cualquier sociedad.
Es indiscutible que la dictadura castro-comunista ha significado el peor retroceso social, económico, político y cultural, en toda la historia de la humanidad, para un país y su pueblo.
A mí siempre me gusta explicar esta idea con el ejemplo de la Ciudad de Miami. Para nadie es un secreto que la fuerza fundamental que impulsó la construcción, el desarrollo y la expansión de dicha urbe fueron los exiliados cubanos que llegaron, en sucesivas oleadas migratorias, a partir del 1 de Enero de 1959.
Los cubanos, con libertad para crear, levantaron un verdadero monumento al progreso a escasas 90 millas de las costas de Cuba. En terrenos nada favorables, por ser zona pantanosa, construyeron rascacielos, infraestructuras, edificios y servicios que dieron lugar al surgimiento de una de las urbanizaciones más hermosas de los Estados Unidos y la dotaron de una economía muy próspera que es hoy orgullo de sus habitantes y la admiración de muchos visitantes de diferentes partes del mundo.
El caso es que mientras esos cubanos creaban y construían esa divina “existencia” en territorio norteamericano, otros cubanos, pero un poquito más pa’bajo, es decir, en Cubita la comunista, se encargaban de destruir, desbaratar, descuajeringar, arruinar y hundir, en la más agónica indigencia, a todo un país, a sus habitantes, su economía, su prosperidad y su futuro.
fidel castro y el castrismo destruyeron con represión, en unos poquísimos meses, lo que otros construyeron, en más de medio siglo, con libertad creadora. Triste pero cierto.
Pero, en mi modesta forma de ver las cosas, ese no fue el peor daño ocasionado a Cuba por la ineficiente, incapaz, inoperante e insuficiente plaga castrista, no, al final en cualquier país lógico del mundo un edificio se “cae” y, en su lugar, construyen otro mejor, más moderno y más funcional, es pura matemática, arquitectura y urbanismo con decencia.
El principal desastre, ocasionado a nuestro país por esta tiranía criminal, fue “fabricar” un tipo de ser “cubano” programado para asimilar la destrucción como algo normal, convivir con ella, justificarla y además echarle la culpa a otros, menos al verdadero responsable, de vivir como pordioseros físicos y espirituales tropezando diariamente con los escombros, las alimañas y el basurero de la esquina.
Y es aquí donde tengo que detenerme e insistir en la teoría de la involución de la especie castrista. El cubano, aquel tipo “fino”, bien vestido, oloroso y educado, que merendaba en el Ten Cent de Galiano, dio paso a un miliciano hediondo que por cualquier motivo quiere ofender, meter preso a quien no diga viva la revolución del picadillo y fusilar a todo aquel que manifieste demasiado “amor” por el “aire acondicionado” o por ponerse “desodorante”.
Cuba y los cubanos empezamos a retroceder y dar marcha atrás en la lógica del tiempo a una velocidad vertiginosa, desenfrenada y esquizofrénica. El nuevo cubano de los castro, para poner un ejemplo, no puede aspirar a las comodidades del mundo normal porque eso es flojera ideológica, en cambio tiene que defender partidistamente el arroz con chícharo, aunque estén repletos de gorgojos, porque esa es la verdadera lucha de clases y la unidad y lucha de contrarios.
Un disparate aterrador.
Así fue como los cubanos nos enredamos, nos ofuscamos, nos embrutecimos y nos incivilizamos.
La gran nación cubana perdió todo su esplendor con el castrismo y donde antes hubo un homo sapiens soñador ahora tenemos un cubanuspitecus-revolucionarius-castristus muy pandillero, agresivo, oportunista, traicionero, chivato, delincuente, haragán, muelero, chovinista y con intenciones de ser “presidente” de cualquier cosa pa’ no tener que trabajar.
Ricardo Santiago.



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