Los cubanos no podemos permitir que se extienda esa maldita agonía “revolucionaria”.
Yo digo que nosotros los cubanos, quiero decir la inmensa mayoría, nunca observamos la “realidad objetiva” con los ojos de mirar, nos dejamos arrastrar dócilmente al “dulce abismo” de las revoluciones, nos tragamos el cuento del paraíso socialista donde a cada uno de nosotros nos esperan cincuenta bisteces de res con sus papitas fritas y nos dejamos convencer, así de rápido, por cualquier “alquimista” que nos prometa acabar, para siempre, con nuestra peste a grajo miliciana.
¿Quedó claro?